Por Raúl Navarro (Kynos)
Recuerda, recuerda, recuerda…
¡Si no dime, qué sentido alberga este gran disparate!
La vida semejante al sueño, el sueño semejante a la vida
¿Ves tú la diferencia?
¿Cuál fue la fuente que lo manó todo, cuál fue su origen?
Puedes acaso medir sus ciclos en decimales, meses, siglos o eones
¿Cómo miríadas de partículas son capaces de formar la luz y la oscuridad?
¿Cómo surgen las estrellas y galaxias permeadas de materia oscura?
Infinito y milagroso cosmos. Vibración infinita
Sin nacimiento, sin muerte… Aquí estás, soy parte de ti.
En este tramo de tu camino. No eres acaso similar a la hoja del roble
que un día broto de la rama y cae ahora flotando hacia al suelo;
A la tierra para descomponerse en nutrientes y abonar
algún otro fruto… La próxima semilla.
Dime… ¿Cuál es la diferencia?
Relámpago de fugaz felicidad, y alternos periodos de dolor y angustia. Giró la noria.
Ahora uno está arriba y levanta los brazos creyendo tocar el cielo envanecido,
después baja en su circular recorrido hundiéndose su cabeza bocabajo,
tragando el hediondo y fangoso barro de la ciénaga.
Y ahora veo aquí durante este tránsito como ser humano,
como me llaman ”oficialmente” Antonio Caudé, el nombre con el
que me bautizarían mis padres y el que figura en mi partida de nacimiento.
Pero llamadme “ser” o “esencia” pues sería mas auténtico y real.
Reconozco que en mi armario hay tres muertos… Si no alguno más.
A veces viene a la consciencia olfativa, a mi nariz, el olor pútrido que desprenden.
Otras se desvanecen como si nunca hubieran estado allí.
Si al menos tuviera suficiente habilidad para vestir con “ropita” a mis sombríos vástagos.
Al primero le llamo orgullo, al segundo ira y al tercero: miedo.
Miles de hormigas forman varias filas para arrastrar el cadáver de un saltamontes.
Una ola del océano; Una masa acuática en forma de onda se inicia y alza,
después se debate cayendo e impulsando el empuje de la siguiente ola.
Océano de formas condicionado…
Existen seres incontables que conviven en interdependencia.
El sol aporta los necesarios rayos de luz, la vida…
Y en el cielo flotan las nubes que más tarde se desharán en forma de lluvia
para nutrir la tierra y las raíces que la penetran; Como una inmensa red
“neuronal” sostiene a los grandes árboles de la selva, mecidos por el viento.
Un día al atardecer, al subir una desértica colina, encontré allí arriba
en la entrada de una oquedad a un pobre anciano. Que sentado en una piedra
parecía rezar de manera inconexa.
Estaba vestido por así decirlo. Su cuerpo menudo estaba envuelto
en una especie de saco deshilachado y sucio.
Él me miro con sus penetrantes ojos y sólo me dijo estas palabras:
Sabiduría inmutable del karma.