Intento de «oxigenar»al capitalismo: Thomas Piketty / Manuel Sogas

PSogasCotanoManuel1
Por Manuel Sogas Cotano
http://zaragoza-sevilla.blogspot.com.es/

(Parte del libro en preparación, La crisis de 2007. Apuntes para la Nueva Revolución Socia,l de Manuel Sogas Cotano)

     La crisis capitalista de 2007 marca definitivamente el principio del fin del modo de producción capitalista dominante una vez cumplida la función histórica que le correspondía: el desarrollo de todas las fuerzas productivas.

    El capitalismo con su génesis y desarrollo supuso un elemento de progreso social que hay que reconocerle sin ningún tipo de ambigüedad con respecto del feudalismo, de cuyas ruinas nace. Pero una vez cumplida su función histórica que era el desarrollo de todas las fuerzas productivas y establecidas y asentadas las nuevas clases capitalistas en todas las esferas del nuevo Estado (la económica, la política y la ideológica) lo convierten en el principal instrumento de poder político e ideológico para someter a la inmensa mayoría de la población en función de sus particulares intereses, abandonando así el elemento progresista que contenían para transformarse y constituirse en el elemento reaccionario contra la gran mayoría social que le ayudó a derrocar al viejo estado feudal, frenando así el advenimiento del nuevo modo de producción socialista que constituye el llamado histórico objetivo para sustituir al modo de producción capitalista por el modo de producción socialista, una vez llegado al momento histórico en que haya cumplido la función histórica que le correspondía, en cuyo momento histórico nos encontramos y que arranca en 2007. Para evitar equívocos y malas interpretaciones, hay que señalar inmediatamente y una vez más, que el modo de producción socialista al que aquí se alude para sustituir al modo de producción capitalista y PSOE que conocemos hasta la fecha, no tienen que ver entre sí absolutamente nada.

    La estructura económica que ha desarrollado el capitalismo con su división social del trabajo ha logrado que la economía haya alcanzado su más alto nivel de socialización posible debido alto grado de desarrollo de todas las fuerzas productivas que ha impulsado a lo largo de su historia, al tiempo que la estructura política donde se toman las grandes decisiones económicas que condicionan y determinan las condiciones de vida prácticamente en toda la población del mundo  ha quedado en manos de unas cuantas personas e instituciones: Unión Europea; Eurogrupo; Banco Central Europeo; Fondo Monetario Internacional, etc. Esta contradicción fundamental en la que en la producción social intervienen cada vez más amplios sectores de la población, mientras que al mismo tiempo las decisiones económicas, políticas e ideológicas las toman una exigua minoría de personas, cada vez más minoritaria y poderosa, no puede ser resuelta mediante la negociación y el consenso, como proponen las diferentes formaciones políticas reformistas de las diversas denominaciones con las que se encubren y se presentan a la sociedad, sino mediante la Nueva Revolución Social (NRS)[1] que se propone en otra parte de este trabajo, como punto de arranque práctico, inmediato y efectivo  para hacer posible que se correspondan la estructura económica socializada, que es una realidad objetiva, con la estructura política donde se tomen las decisiones también de forma socializada (democráticamente), que el objetivo a conseguir, es decir, para que la transformación social, el cambio  radical de las relaciones de explotación capitalistas, que no sólo se circunscriben al proceso de producción, sino que se extiende a todos los ámbitos de la vida social a partir del mismo, cuya transformación social no responde a los deseos de buena voluntad ni ensoñaciones ni a ninguna idea luminosa que aparezca en la cabeza de un pensador excepcional en particular, sino a la necesidad objetiva que dimana de la reflexión y del estudio de los datos que se extraen de la realidad.

   Ningún sistema de producción se ha extinguido por sí mismo, sino porque el anterior, menos desarrollado históricamente tuvo que ceder su sitio y ser barrido por estrictas razones históricas por el siguiente modo de producción más desarrollado. Así le sucedió al sistema esclavista con respecto del feudalismo y a este con respecto del capitalismo, y así ha de suceder con el capitalismo respecto del socialismo. Estamos hablando de las leyes del desarrollo histórico y de nada más.

    La estructura económica, la estructura política y la estructura ideológica conjuntamente componen la unidad que forma cualquier tipo de sociedad. La estructura económica da cuenta de la forma de cómo se producen los bienes materiales e inmateriales de la sociedad; la estructura política informa de la forma en cómo se distribuyen los bienes producidos en la sociedad, y la estructura ideológica dice acerca de la aceptación social que tiene tanto la forma en cómo se producen los bienes y la forma en cómo se distribuyen estos.

    Las anteriores crisis habidas en el capitalismo se “resolvieron” tan sólo aparentemente.  Por lo tanto no se resolvieron. La aparentemente resolución de las crisis anteriores se montaba de idéntica manera a como se viene montando todo lo relativo a la crisis de 2007, sobre una falsificación previa de la realidad que se realiza mediante la función ideológica que trasmiten a la sociedad los más prestigiosos ideólogos del sistema, unos escondidos en sus despachos (aunque cobren del erario público haciendo uso de las técnicas de manipulación social de las conciencias aprendidas en las universidades) y otros, como los economistas y periodistas que salen a la luz pública a través de los diferentes medios de comunicación (que no medios de información), algunos declaradamente públicos, pero que en realidad actúan como apéndices de los partidos políticos más importantes o afines a ellos, y otros denominados privados, pero que no  podrían subsistir como negocios privados si no fuera por el dinero público que les llega de diferentes maneras y métodos, con lo que se le hace creer a la opinión pública que la crisis es algo natural que se produce cuando el sistema capitalista comete un error de forma accidental. Planteada así la crisis, a continuación los mismos técnicos a la sombra y los mismos ideólogos y políticos afectos al sistema proponen las soluciones adecuadas para subsanar el “error” cometido por el sistema, cuya solución pasa siempre por empeorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población como requisito previo e imprescindible para salir de la crisis y vivir mejor en el futuro. Esta es la falacia construida a nivel ideológico que llega a la sociedad y que en muchos casos por pura ignorancia muchos defienden de buena fe: “primero hay que hacer la tarta para poderla repartir después”, lo cual parece lógico, pero es más lógico a nuestro juicio preguntarse previamente: “¿y la tarta producida antes de la crisis quién la acumuló y se la quedó?” Con este falso planteamiento no se considera ni se entra en el origen de la crisis, por tanto no se puede actuar sobre los motivos que originan la crisis y en consecuencia no se puede erradicar, y con ello lo que se consigue no es solucionar crisis alguna sino preparar las condiciones para la crisis siguiente que siempre es más aguda, intensa y extensa que la anterior.

   El voluminoso libro de Thomas Piketty El Capitalismo del siglo XXI[2] muy bien recibido y elogiado por los sectores burgueses, – lo que se encuadra perfectamente dentro de la lógica capitalista y constituye el primer elemento para mirar con cautela y prevención dicha obra, porque a lo que apunta Piketty, intencionadamente o no, es a llenar el vacio ideológico del que carece el sistema para “reinterpretar” la crisis de 2007 dentro de los parámetros de sus intereses, y por tanto para no resolverla pero presentarla como cosa a resolver en un “futuro”, y todo ello con apariencia científica, que no pasa de cientifismo, por los muchos datos empíricos que contiene el libro. Señalar algunos problemas del sistema por muy graves que estos puedan ser y anunciar algunas de sus posibles consecuencias por muy graves que sean no significa cuestionar el sistema y plantear soluciones concretas y efectivas,  y por tanto lo que Piketty intenta es consolidar la noción social de que más allá del sistema capitalista el mundo no puede existir, de la misma manera que el esclavista pensaba que sin la esclavitud la Tierra dejaría de dar vueltas y más tarde el feudal pensaba que sin los siervos  el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina.

   El The New York Times, que viene a ser la representación ideológica de la izquierda progre americana (que es una forma como otra cualquiera de no ser de izquierdas) eleva a Piketty a la categoría de “intelectual superstar por su rigurosidad académica”, lo cual es de agradecer,  porque no alude a lo científico, a la rigurosidad objetiva científica, sino a la académica, y por ello, puesto que la rigurosidad académica no es necesariamente igual a la rigurosidad científica, cuando menos,  induce a confusión. Y confusión en la sociedad es lo que necesitan las clases dirigentes dominantes para evitar que se pongan al descubierto las verdaderas causas de la crisis y la toma de conciencia política y social de las grandes mayorías sociales que sin duda cuestionarían el sistema capitalista y acabarían por rechazarlo de plano. Rechazarían el proceso de acumulación y concentración de capitales que constituye el proceso a través del cual cada vez hay menor número de ricos pero acumulando mayores riquezas y poder, al tiempo que se producen mayor número de pobres en todo el mundo y más pobres.

    Afirma el mismo periódico que Piketty “no sólo defiende una Gran Teoría: que la tendencia de todo rico tiende a hacerse más rico porque el mercado le empuja inexorablemente, y que esa ley inquebrantable arrastra a la sociedad hacia la oligarquía”.

    Es decir, que Piketty lo que hace es descubrir el tópico, la aproximación, el sonsonete simplón que todo el mundo sabía ya. No ha sido capaz de decir que la función primera y última del modo de producción capitalista es acrecentar indefinidamente los capitales, para lo cual derriba todo lo que encuentre a su paso, sin respetar nada ni a nadie,  si se ve una amenaza que pueda poner en   peligro la consecución de su único objetivo: el acrecentamiento de los capitales. Y ello no se debe a que el capitalista sea un malvado o no, sino que el proceso de producción capitalista objetivamente e independientemente de la condición moral o no del capitalista tiene una dinámica interna de funcionamiento que conduce inexorablemente a ello. Y no ha sido capaz de decirlo, porque de haberlo dicho a buen seguro que su libro no hubiera tenido tan buena acogida, y además se le podría haber respondido que tal descubrimiento, como consecuencia del exhaustivo estudio del modo de producción capitalista realizado por Marx ya era conocido desde hace siglo y medio.

     La competencia que realizan entre sí los capitalistas en el mercado por arrebatarse unos a otros la parte del mismo donde transforman en dinero la mercancía que venden, Piketty la denomina ley inquebrantable, o sea, que permanecerá por los tiempos del los tiempos. No la ha creado nadie, existió desde el principio de los tiempos y permanecerá toda la eternidad, cuando en realidad nace con el capitalismo, cuando la producción se dedica a producir bienes de cambio para el mercado y no bienes de uso (aunque el bien de cambio tenga que tener algún uso determinado), y que por tanto, no es que dejará de ser inquebrantable, sino que se extinguirá cuando se extingan las relaciones de producción capitalistas. Esto también hace siglo y medio que se conoce.

    La garantía de la solidez de la  Gran Tesis de Piketty la fía The  New York Times a la solidez de sus lecturas, pues según afirma, ha leído a Jane Austen (inglesa) y Honore de Balzac (francés), buena y buen “retratista” respectivamente de las correspondientes sociedades de sus respectivos tiempos, pero los “retratos” literarios que realizan tanto Austen como Balzac no explican científicamente ni el origen ni el proceso que contiene la imagen fija de los “retratos” que hacen, y esto, el origen y proceso, es lo  menos que hay que pedirle a un científico sobre el objeto de que trate.

    Tiene Piketty también otras cualidades como la de ser “guapo”, “brillante” y “socialista”,  según nos cuenta la periodista Begoña Gómez Urzaiz[3]. En lo relativo a la guapura y brillantez de Piketty, nos declaramos absolutamente incompetentes para  emitir ningún tipo de juicio al respecto. Y en lo relativo a que sea socialista solamente podemos añadir, que cuando lo sea, lo será.

    Se pasa por alto algo tan simple, como que Piketty es economista y trata sobre economía, donde no es en absoluto criticable que posea una sólida cultura literaria y sea una persona agraciada físicamente, pero ello con la economía, que sepamos, no tiene nada que ver, y que le hubiera sido de mucho más provechoso y de muchísima más utilidad el leer obras fundamentales de autores clásicos de la economía y la política que son imprescindibles para entender el funcionamiento del sistema capitalista.

   La necesidad previa de conocer aquello de lo que se va a tratar no está presente en Piketty, quien declara abierta y voluntariamente sin haberlo tenido que someter al potro de tortura para arrancarle la declaración con respecto a El Capital de Marx, que a nuestro juicio es la obra fundamental que todo economista tiene la obligación de conocer y que él nunca leyó, afirma: “Nunca intenté realmente leerlo”[4].

   El sentido común, la lógica más elemental, y en cualquier caso, la honestidad intelectual, que en Piketty no está tan presente como algunos le atribuyen, exige tener un conocimiento previo de aquello de lo que se va a tratar, sea para defenderlo o refutarlo.

   Un ejemplo de esta honestidad intelectual y de honradez personal la encontramos en Don Miguel de Unamuno,  que por cierto, no es economista, y además de ninguna de las maneras cabría acusarlo de izquierdista marxista ni de materialista ateo y sin alma, que son algunos de los epítetos con los  que los más supinos ignorantes o de mala fe suelen  atribuir a los que leemos a Marx, con el único propósito de descalificar y criminalizar al marxismo y a quienes lo leemos, unas veces para criticarlo y otras para defenderlo.

    Extracto de la carta que Don Miguel de Unamuno dirige al director de la Lucha de clases:Hace tiempo que, como todos los que hoy se cuidan de tomar la vida en serio  me venía preocupando lo que ha dado en llamarse la cuestión social. Observaba la marcha del socialismo, al cual apenas conocía más que por las exposiciones disparatadas y malévolas que de él hacen los que lo combaten a la desesperada. Aún a través de esas mentiras…, vislumbraba el único ideal potente y vigoroso que puede unir y vivificar a los pueblos. Me puse a estudiar la economía política del capitalismo y el socialismo científico a la vez, y ha acabado por penetrarme la convicción de que un socialismo limpio y puro, sin disfraz ni vacuna, el socialismo que inició Carlos Marx…, y al cual vienen a refluir corrientes de otras partes, es el único ideal hoy vivo de veras, es la religión de la humanidad […] La tarea de propagarlo en nuestra España es dura…, el capitalismo burgués se defiende a muerte, con proteccionismos, con monopolios, con paz armada y ejércitos dispendiosisimos, con amenazas y promesas y mentiras, con falsa benevolencia y hasta calumniando al socialismo unas veces y forjando otras una falsificación de él para engañar a incautos y engañarse así mismo. Esta última arma le da algún resultado…, no faltan quienes quieren presentar a tal o cual poderoso como mesías de la clase trabajadora […] Es preciso hacer ver que los socialismos burgueses son enemigos del verdadero socialismo o engañosos sofismas…, es preciso repetir una y mil veces que la lucha es entre los que trabajan para que todos coman y vivan y alimenten sus espíritus y los vagos, más o menos encubiertos, que viven del trabajo ajeno […] Hay que repetir que no se trata de comerse a los niños crudos […] Hay que hacer ver con empeño que el socialismo no es revolucionario por el gusto y afición a la jarana, pues sólo el vago es bullanguero […] La revolución social es un medio, probable y desgraciadamente inevitable, para el triunfo de la verdadera paz, no la de la paz armada que consume las fuerzas de Europa mucho más que lo hace una revolución […] Y luego hay que romper las telarañas que tienen en la cabeza los obreros intelectuales, que han servido hasta hoy de guardia civil al capitalismo burgués…, que aún se empeñan en hacer creer que sus intereses son los de los amos […] Le pido y espero me preste las columnas de su semanario de vez en cuando, para desde ellas hacer algo por la difusión de nuestro común ideal”[5].

    Afirma Thomas Piketty en su libro El capitalismo del siglo XXI, para explicar la distribución de la riqueza del capitalismo y sus diferencias a lo largo de la historia, que cada nación ha respondido de manera diferente a una ley básica del capitalismo, según la cual, el rendimiento del capital suele ser superior a la tasa de crecimiento (g) de la economía, lo que puede estimular la concentración de la riqueza y agravar la inequidad; queda a los estados decidir cómo influir a esa fuerza polarizante. Y de esta afirmación de una manera implícita ya se puede deducir la solución al problema planteado: una acción conjunta de todas las naciones contra ese reparto desigual de la riqueza, que él además no cuestiona, salvo atenuando ese reparto de la riqueza desigual mediante impuestos, que lógicamente no podría llevarse a cabo más que elevando los impuestos a los que más tienen.

   Ante semejante descubrimiento de Piketty, del que ya sabíamos por Marx y Engels desde hace más de 150 años, algunos como Paúl Krugman[6] se sienten deslumbrados afirmando en relación al libro de Piketty El capitalismo del siglo XXI: que “El nuevo libro del economista francés Thomas Piketty […] es un prodigio de honestidad. Otros libros de economía han sido éxitos de ventas pero, a diferencia de la mayoría de ellos, la contribución de Piketty contiene una erudición auténtica. Y los conservadores están aterrorizados”[7].

    Otros autores como James K. Gralbraith[8], mantienen puntos de vista contrarios a Paúl Krugman con respecto del mismo libro, al afirmar que dicho libro: “…no proporciona una guía de política muy sólida. Y pese a sus grandes ambiciones, su libro no es la obra lograda de alta teoría que sugiere su título, su extensión y su recepción (hasta ahora)”[9].

   Contrariamente a nuestra opinión, negándole a Piketty cualquier tipo de aportación novedosa y positiva a las ciencias sociales ni a la ciencia económica, y mucho menos para la toma de conciencia social de las amplias capas sociales imprescindibles para el cambio social se muestra Dani Rodrik[10] afirmando que “El capital del siglo XXI  ha vuelto a animar el interés de los economistas por la dinámica y la distribución de la riqueza. Ha traído al debate público detalles empíricos cruciales y un marco teórico simple pero útil. Ha hecho una contribución innegable a la profesión económica y al discurso público”[11].

    Cualquiera que desconociendo la ley de la gravedad, como desconoce Piketty El Capital de Mar, se pusiera a investigar la razón por la cual las manzanas se caen del manzano llegaría a la misma conclusión que Newton: las manzanas se caen por efecto de la ley de la gravedad. Pero esta conclusión no significaría que nuestro original investigador hubiera descubierto nada, sino que habría corroborado lo que todos sabíamos menos él. Pero Piketty ni siquiera se propone investigar lo investigado para confírmalo o refutarlo, sino que se limita con una serie de datos, desde luego interesantes, a describir el recorrido histórico para mostrar que, efectivamente, los ricos se han hecho más ricos y los pobres más pobres, pero sin reparar en la cusa o causas de ello. De modo que, sin determinar la causa originaria del problema a este no se le puede oponer ningún tipo de solución que sea racional y lógica. Desconociendo el origen del problema, que es el caso de Piketty, las leyes que propone con la supuesta intención de explicar el fenómeno de las desigualdades, cada vez más amplio y agudo entre ricos y pobres, son la tasa de retorno sobre el patrimonio (r) y la tasa de crecimiento (g), que en el mejor de los casos no deja ser un acto voluntarista e imaginativo sin ningún soporte material que lo pueda sustentar de manera objetiva, lo que viene a suponer que en vez de clarificar lo que pretende explicar lo enturbia y embrolla, al tener que mezclar gratuitamente como si fueran un misma cosa conceptos de muy diversa naturaleza, que exigirían una aclaración o definición previa para poder entenderlos y determinar el papel que cada uno de ellos juega dentro del problema que pretende explicar, como  por ejemplo, cuando  afirma que: “cada nación ha respondido de manera diferente a una ley básica del capitalismo”. La nación siux, que es una nación como cualquier otra, cómo ha respondido. La nación vasca (para los nacionalistas vascos) cómo ha respondido. La nación israelí cómo ha respondido. Y la nación griega cómo ha respondido… Junto a este concepto abstracto de nación, Piketty añade otros, como crecimiento de la economía; crecimiento de la riqueza; inequidad; Estado, que como ya se ha dicho no contribuyen más que a en enmarañar y complicar lo que con el marxismo puede ser perfectamente entendido y explicado.

    Piketty desconoce, por no haber leído a Marx, que el modo de producción capitalista no tiene existencia en la práctica, sino que es un concepto abstracto cuya única validez es la de servir de instrumento teórico de conocimiento. En la práctica sólo se dan formaciones sociales capitalistas, que teniendo todas ellas idéntica naturaleza y el mismo fin invariablemente: el acrecentamiento de los capitales, con el mismo método para conseguirlo: el proceso de producción, a través del cual el capitalista se apropia de una parte del valor creado por el asalariado que es con lo que consigue incrementar sus capitales, de modo que lo único que varía en cada una de las formaciones sociales capitalistas concretas es en el grado de intensidad que se da en la explotación del proceso productivo, en la política y en la ideología y en la forma de cómo se lleva a cabo, todo lo cual se determina en función del desarrollo de las fuerzas productivas de cada lugar concreto; de la propia historia o cultura particular de ese mismo lugar; del grado de conciencia de de los propios trabajadores; del grado de organización sindical y de sus formas, etc. Y de este modo es como puede ser explicado de forma concreta –el proceso diferente de acumulación y concentración de capitales en todas y cada una de las formaciones capitalistas, que es el que determina los diferentes grados de pobreza en cada lugar concreto y no mediante las “nacionalidades” como pretende hacer Piketty.

    Que en un Estado como es el español una misma empresa dentro del mismo sector económico explote a sus trabajadores de forma diferente a como lo pueda hacer en la India o Filipinas, no se debe a que en España se tenga un capitalismo más “humano” que en la India o Filipinas (atribuirle facultades morales a algo que en sí mismo no es ni humano ni inhumano, constituye una auténtica grosería intelectual), sino por lo dicho acerca de las formaciones capitalistas concretas, porque también se dan casos que trabajadores de una misma empresa pueden ser explotados con mayor o menor intensidad, por ejemplo, el caso de la mujer, que realizando la misma tarea  que un hombre  en la misma empresa y con los mismo resultados, tiene un salario menor que él. Estas son las circunstancias que explican el hecho de que en la India, por ejemplo, la rentabilidad de los capitales invertidos sea mayor que los capitales invertidos por la misma empresa y en el mismo sector  en España, que es a lo que Piketty, dentro de la nebulosa intelectual que muestra, denomina tasa de retorno sobre el patrimonio (r), que no es otra cosa que la forma del proceso de acumulación capitalista descubierta y explicada por Marx siglo y medio antes que Piketty.

    Dentro de una misma nación, por ejemplo, España (con permiso de nacionalistas vascos, catalanes, gallegos, andaluces, aragoneses, etc.) tampoco se da idéntica explotación capitalista en la misma forma y el mismo grado en Soria que en Zaragoza, Bilbao o Isla Mayor en la provincia de Sevilla, aunque la naturaleza de la explotación no varíe.

    La capacidad literal y material de chantaje económico, político e ideológico que tiene el ensamblador de automóviles Opel en la provincia de Zaragoza para obtener subvenciones del gobierno aragonés no la tiene ningún pequeño o mediano empresario en ninguna parte de España, ni Francia o Portugal, etc., con lo que los grandes capitalistas que dominan Opel, siguiendo la teoría de Piketty, verán incrementada su tasa de retorno sobre el patrimonio (r) sin haber variado la tasa de crecimiento (g).

    Las leyes que según Piketty explican las causas de que la brecha entre ricos y pobres sea cada vez más distante y profunda, la tasa de retorno sobre el patrimonio (r) y la tasa de crecimiento (g), cuya relación o funcionamiento de ambas las explica diciendo que cuando (r) es mayor que (g) se acelera la concentración de riqueza, lo cual es equivalente a decir que cuando la manzana se cae del manzano es porque se cae, lo que es evidente e indiscutible, lo único es que así no se puede explicar el por qué se caen las manzanas.

    Piketty no se entretiene en examinar el mecanismo y las leyes objetivas a través de las cuales se crea la riqueza, porque es evidente que antes de distribuir la riqueza habrá que crearla, aunque él no repare en este aspecto. Por lo visto si nos atenemos a lo que él dice, la riqueza se crea por sí sola, de forma espontánea, no la crea el trabajo. Solamente hay que repartirla, y ese reparto queda explicado por su tasa de retorno sobre el patrimonio (r) (que tampoco para él parece que tenga un origen y un proceso en su formación) y su tasa de ganancia (g).

    Su objetivo no es realizar una crítica rigurosa y objetiva al capitalismo, para una vez demostrada científicamente su inviabilidad material histórica, cosa que ya quedó demostrada por Marx y Engels hace más de siglo y  medio, aunque no sea conocido a niveles generales, incluso absolutamente desconocido para el propio Piketty,  gracias a las ingentes cantidades de medios humanos y materiales puestos a disposición de los ideólogos y economistas burgueses por parte de los grandes grupos de capitales dominantes para ocultarlo, defórmalo y criminalizar tanto al marxismo como a los marxistas, seres inhumanos, a los que se le atribuyen todas las miserias y males  de la humanidad.

    La hipótesis de que (r) sea igual a (g) para poder equilibrar la riqueza con la pobreza de manera que no aumente más la diferencia entre ambas es sencillamente imposible que no cabe más que en la pueril cabeza pensante del reformista con una monumental carga ideológica, por tanto política, puesto que tal hipótesis supondría que las diferencias en el reparto de la riqueza y la pobreza se estancaría permaneciendo constante ambas, con lo que quedaría hasta la eternidad igual número de ricos que de pobres, lo cual es absolutamente contrario a la dinámica interna de funcionamiento del capitalismo que impele de un modo inexorable al capitalista a que haga crecer sus capitales cada vez de forma más aguda y acelerada, y esto no lo puede hacer el capitalista más que a costa de apropiarse de una parte del valor que crea el trabajado proporcionalmente cada vez mayor, con lo que los salarios tenderán a disminuir y la riqueza y las diferencias entre ricos y pobres tenderá a incrementarse cada vez más.

    Pero Piketty no nos puede decir tal cosa porque la función de su libro no es la de cuestionar el sistema capitalista, sino el de servirle de “nueva” teoría con visos de ciencia para reformarlo y mantenerlo en pie. De haberlo dicho también nos hubiera anunciado implícitamente el certificado de defunción del mismo por una razón bien simple y al alcance de todos: el capital no puede estar creciendo indefinidamente, es decir, el rico no puede estar enriqueciéndose indefinidamente mientras la pobreza aumenta de forma proporcional también indefinidamente. Tiene que haber un punto en buena lógica en que ya sea imposible ser más rico y sea imposible ser más pobre, y este punto es el fin del capitalismo, la extinción de las relaciones de producción capitalistas que hace siglo y medio descubrió Marx.

    Su objetivo es darle una nueva capa de pintura al edificio capitalistas que se viene abajo amenazando ruina para cambiar su aspecto, sin considerar que es su propia estructura la que está carcomida por el tiempo, a cuya pintura le pretende dotar del carácter de gran teoría, que no tiene, con la que poder explicar lo que no tiene explicación para poder proveerle de unas bocanadas de oxigeno que le alivie de la asfixia galopante en que se encuentra desde la crisis de 2007.

    Lo que se deriva del libro de Piketty no es el descubrimiento de las causas por las que se originan  las crisis del capitalismo, porque ello le habría tenido que suponer empezar por el cuestionamiento del sistema capitalista poniendo al descubierto su inviabilidad material histórica a partir de un determinado momento (que es en el que nos encontramos).  Él se limita a reunir datos que lo único que hacen es mostrar las consecuencias económicas del modo de producción capitalista,  pero obviando la procedencia de esas consecuencias, a pesar de la invención que hace de sus leyes ya mencionadas para intentar dar una seudo explicación de lo que había sido perfectamente explicado por Marx siglo y medio antes que Piketty, y que como toda seuda explicación de lo ya explicado no hace sino enmarañarlo, confundirlo  y ocultarlo en un bosque de palabrería ininteligibles,  que en el caso de Piketty es más grave, porque lo que hace es cubrir con un manto semántico aparentemente científico las contradicciones del modo de producción capitalista que es al que intenta apuntalar con remiendos.

    Por esta razón su voluminosa obra lo que tiene de utilidad es una colección de datos empíricos, ciertamente válidos, para poder construir sobre ellos una teoría económica, política e ideológica, racional y lógica, que sirviera como punto de referencia para cuestionar primero y superar después las viejas relaciones de producción capitalistas para sustituirlas democráticamente, progresiva y paulatinamente, con la participación activa de la mayor  mayoría social que fuera posible, por las nuevas relaciones de producción socialistas, y no para apuntalar el capitalismo que es lo que pretende Piketty, intencionadamente o no.

     De modo que tenemos  que suponer lo que  habrá querido decir Piketty: que los salarios percibidos por los trabajadores son ingresos, en tanto que los ingresos percibidos por lo capitalistas por la remuneración de sus capitales no son ingresos, sino riqueza, porque de otro modo no se entiende esa diferenciación que hace entre unos y otros ni para qué, salvo que quiera ocultar y evitar a toda costa emplear la palabra capital o capitalista. El capitalismo es un hecho histórico que solamente puede ser negado por el necio o por el de mala fe por mucho que no pronuncie su nombre.

    Si la hipótesis anterior solamente tenía cabida en el campo de la ficción política del reformista, plantear la hipótesis de que (r) sea menor que (g) no para que no crezca más la diferencia entre ricos y pobres, sino para que estos dejen de ser tan pobres a costa de que los ricos se conviertan en un poco menos ricos, no puede suponer mayor disparate dentro del sistema capitalista, dado que este debería no sólo congelar la ley que es la razón de su existencia: acrecentar sus capitales cuanto más mejor, sino que además tendría que aceptar que los mismo empiecen a disminuir a favor de los pobres, cosa que no hace falta razonar mucho para comprender que el capitalista no lo aceptaría jamás, puesto que supondría el reconocimiento explicito de que como capitalista se tendría que extinguir.

    Si analizamos mínimamente estas dos tasas que propone Piketty para intentar explicar la distribución de la “riqueza” tenemos en primer lugar como dice él mismo, que cuando (r) es mayor que (g) se acelera la concentración de la riqueza, pero nos quedamos como hemos señalado anteriormente sin saber la razón del por qué ello es así. Si nos hubiera dicho que lo que él denomina eufemísticamente tasa de retorno sobre el patrimonio (r) es en realidad el resultado final del proceso mediante el cual el capitalista se apropia de una parte del valor creado por el trabajador y que esta apropiación de una parte del valor de la que se apropia el capitalista necesariamente tiene que ser siempre proporcionalmente mayor que la parte de valor que queda en poder del trabajador en forma de salario (con lo que se sienta la ley del origen de la desigualdad de la distribución de la riqueza), lo que viene impuesto indefectiblemente por la dinámica interna de funcionamiento del capitalismo (y no porque el capitalista sea un craso malvado por naturaleza) que le exige a todo capitalista cada vez mayores cantidades de capital para poder realizar mayores inversiones continuamente a fin de incrementar permanentemente la productividad para librar la encarnizada competencia que entre sí mantienen los capitalistas para no perecer como tales, podríamos empezar a entender a Piketty.

     No es ningún tipo de suposición sino constatación de un hecho, que la riqueza de un pueblo, una comunidad, una nación, un Estado, etc., es la suma de todos los bienes de ese pueblo, comunidad, etc. Lo que posee el 0,1% de la población más rica más lo que posee el 99,9% de la población más pobre es la suma total de la riqueza del lugar de que se trate. Pero Piketty no lo entiende así. Para él riqueza es lo que tienen los ricos, pero no la parte de riqueza que poseen los pobres, y esto le obliga a tener que inventarse la tasa de retorno sobre el patrimonio (r) y la tasa de crecimiento (g), estableciendo que cuando (r) es mayor que (g) se acelera la concentración de la riqueza.

    Que el 1% de la población sea cada vez más rica, y que el 0,1% sea aún más rica, y que el 0,o1% lo sea más todavía, que es una de las constataciones de Piketty, no es ninguna explicación del proceso que conduce a esa situación. O sea, no explica el proceso de acumulación capitalista que es la causa verdadera de que se produzcan y agranden cada vez más esas diferencias en la distribución de la riqueza entre ricos y pobres.

    Lo que Piketty hace con la enorme cantidad de datos recogidos en su libro es mostrar cómo se ha venido distribuyendo a lo largo de la historia desde el siglo XVIII lo que él denomina ingresos y riqueza. A partir de esta afirmación diferenciadora entre ingresos y riqueza no nos queda otro camino que inferir de lo que dice lo que ha querido decir. Y que a un científico después de expuesta su conclusión se le tenga que interpretar para ver que ha querido decir con lo que ha dicho, no parece que pueda decir mucho a su favor.

     Pues, bien. La fuente de donde surge toda riqueza es el trabajo, y este pertenece a la esfera de lo económico, mientras que el procedimiento para su reparto, sea el que sea pertenece a la esfera política, que es la que determina cómo ha de ser repartida la riqueza creada, y a la esfera ideológica, que es la aceptación social previa de que la riqueza sea repartida según las normas establecidas.

    Si tomamos en concreto el caso español tan sólo como ejemplo, que habría que extrapolar a todo el mundo capitalista, ¿qué propuesta hace Piketty para que los cinco millones de parados en España puedan trabajar con un salario que les permita llevar el nivel de vida que hoy es posible, qué van a producir estos trabajadores y en qué condiciones; qué propone para que los cientos de miles de trabajadores, trabajando y cobrando un salario, este tenga el nivel adecuado para que abandonen el estado de pobreza al que hoy pertenecen aún trabajando; cómo asegurará que los millones de jóvenes actuales cuando se jubilen tengan las pensiones que les permita vivir con desahogo; qué propone para que los ahorros de los trabajadores puestos en manos del Estado para asegurarse la pensión de jubilación reviertan en servicios sociales en vez de ponerlos en manos de los bancos para que estos los dediquen a la especulación y se queden con los rendimientos financieros que producen; qué propone para los cientos de miles de personas mayores jubiladas quienes además de carecer de los elementos materiales para una vida digan no pueden valerse por sí mismas, después de haberse pasado toda su vida creando la riqueza que no les llega porque una minoría se la apropia, etc.

     Estas mismas preguntas se le pueden hacer a esa nube de economistas y políticos dicharacheros burgueses que aparecen en las pantallas de las televisiones, en hojas de periódicos, programas radiofónicos e instituciones públicas y privadas y fundaciones,  defendiendo ideológicamente las bondades del capitalismo, anunciando el cuento de hadas en el que todos serán felices comiendo perdices después de que se supere la crisis, pero estableciendo como condición imperativa e inexcusable que hasta tanto se supere la crisis hay que vivir todavía en peores condiciones para lograrlo.  Ni el primero ni los segundos proponen ninguna solución concreta, real, efectiva, aplicable a las cuestiones planteadas para resolverlas. Y no proponen ninguna solución efectivo por la sencilla razón de que dentro de los parámetros capitalistas que todos ellos toman como preceptos sagrados de obligado cumplimiento no es posible hallarla dado el alto grado desarrollo de las fuerzas productivas, y por ello no les queda más remedio que levantar sobre ninguna base objetiva, excepto la ideológica,  todo el edificio de palabras vacías que construyen.

     Piketty se sitúa en el centro del reformismo, y como reformista hay que calificarlo, y como tal no está exento ni de oportunismo político ni de demagogia (decir una sola parte de la verdad para que el discurso mantenido se ajuste a la pretensión de quien lo mantiene), siendo el oportunismo lo contrario o al menos, algo distinto al ser oportuno.

     Ser oportuno habría significado que Piketty tratara sobre la crisis del capitalismo y más en concreto de las crisis de 2007 que es lo que subyace en su voluminoso libro, tan voluminoso como inútil en sí mismo para comprender y explicar la crisis de 2007 que es la que marca el principio del proceso histórico en el que el modo de producción capitalista empieza su desaparición como modo de producción dominante y a partir de aquí actuar económica, política e ideológicamente en consecuencia, es decir, elaborar la teoría social a partir de la realidad más inmediata, resolviendo los problemas materiales y no materiales más inmediatos para empezar  construir, también desde lo más inmediato, el nuevo modo de producción socialista llamado a sustituir históricamente al capitalismo. Pero Piketty renuncia a ello. Renuncia al papel que corresponde desempeñar al intelectual, al hombre de ciencia, al filósofo, sobre todo después de Hegel y empezando por Marx, que consiste no en decir lo superficial que todo el mundo ve, sino en trascender la realidad para descubrir y exponer lo que guardan las apariencias de los hechos.

     Al reformismo se le atribuyen las virtudes de la moderación: todos los “extremos son malos”, los “extremos hay que rechazarlos”, hay que ser “respetuosos”, “considerados”, “dialogantes”, que es la esencia del argumentario ideológico y alienante que es necesario para impedir que resulten cuestionados los fundamentos del sistema.

      A la noción de reforma se le atribuye un carácter positivo y progresista, a pesar de que la reforma también podría tener  el carácter contrario: negativo y regresivo.

     Por ejemplo, en una sociedad podrían reunirse todos los ladrones y criminales que tuviera y decidir por unanimidad reformar para modernizar todos los métodos que venían utilizando para realizar sus robos y crimines, a fin de que todos los robos y crímenes que sean cometidos con la aplicación de los nuevos métodos les resulten más rentables y seguros, pero evidentemente todas las mejoras que se pudieran producir en la comisión de los robos y crímenes supondría un progreso verdaderamente cierto  pero para la comunidad criminal de esa sociedad y no para la sociedad misma, pues al tener intereses opuestos la comunidad de ladrones y criminales y la sociedad en general, mientras más se beneficien  y más progresen los primeros más perjudicada resultará la segunda, puesto que el progreso de los unos está basado en el perjuicio de la sociedad.

     Si el fin del capitalismo es hacer crecer sus capitales, y este crecimiento por naturaleza no se puede realizar necesaria e indefectiblemente más que a costa de que el capitalista se apropie de una parte del valor que crea el mundo del trabajo, este tiene lógicamente que tener una participación proporcional menor en el valor que crea para que pueda pasar a manos del capitalista para poder así acrecentar sus capitales.

     Por tanto, el reformista del capitalismo lo que procurará es que no se interrumpa el proceso capitalista para que pueda cumplir su función, y por ello, lo declare o no, lo que promoverá será el proceso de cada vez sean más ricos los ricos y cada vez más pobres los pobres, que es lo que el capitalismo crea.

     El reformismo resuelve todos los problemas mediante el “pacto”, el “dialogo”, el “consenso”, o sea, “civilizadamente”, “democráticamente”, convenciéndose mutuamente los unos sobre los otros en base a las buenas y justas razones que se dan, porque para el reformista la política no es una lucha de intereses entre los diferentes grupos sociales y una relación de fuerzas que es la que determina que el fiel de la balanza se incline a un lado u otro hacia un sitio u otro, sino la armonía y hermandad amoroso entre las personas.

    Por reformista en realidad debemos entender a todo aquel que de una u otra forma intenta mantener levantado el sistema socio económico en el que vive, modificando cuando llega el caso aquellos elementos que interrumpen el normal funcionamiento del mismo y que por tanto representan un obstáculo  para su normal desarrollo, o incluso eliminando los que ya ha demostrado su inutilidad para sustituirlo por otros nuevos, siempre y cuando el sistema no cambie de naturaleza, cuya naturaleza para el reformista,  lógicamente ha de permanecer invariable, puesto que él no se plantea ningún tipo de transformación del sistema más allá de la denominación con la que pretenda definirla o presentarla socialmente.

      El valor supremo del capitalismo que constituye su único fin es acrecentar los capitales, y ante este valor cualquier otro de la naturaleza que sea, materialmente físico, moral, ético, etc., solamente pueden existir junto al capitalismo en tanto en cuanto no se opongan u obstaculicen el fin último del mismo: el acrecentamiento de los capitales por encima y sobre todas las cosas. Por tanto, del reformista, tome la denominación política que tome, no puede esperarse ningún tipo de transformación social ni ninguna actuación que vaya contra los intereses del sistema capitalista.

     Ejemplo del reformismo fueron los jefes de Estado y de gobierno[12] que en Lisboa iniciaron las reformas de la estructura y el modo de funcionamiento de la Unión Europea mediante una pretendida “Constitución Europea” que fue firmada en Roma el 29 de Octubre de 2004, y que no llegó a entrar en vigor por ser rechazada mediante referéndum en algunos Estados, que era el requisito previo para su entrada en vigor. Con semejante fracaso político de estos reformistas “representantes” del pueblo se puso en evidencia (que nunca llega a ser transformada en conciencia política personal práctica con respecto de lo que supone la política) la diferencia y la contraposición existente entre los intereses  de los “representantes” políticos del pueblo y  sus “representados”, el pueblo.

     Despreciando la voluntad democrática de la población de sus respectivos Estados y pisoteando todos sus derechos, los reformistas hacen tragar  a sus mismos “representados” la misma “medicina” que había sido rechazada democráticamente mediante referéndum, bajo otra forma: con la Conferencia Intergubernamental de Lisboa en 2007, que entró en vigor el 1 de Diciembre de 2009 tras ser hurtado a la población el derecho el derecho democrático a decidir sobre su presente y su futuro y ser sustituido por la aprobación en los parlamentos de los diferentes Estados, haciendo buenas las palabras que recientemente ha pronunciado el presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker refiriéndose al saqueo que ha sufrido el pueblo griego a manos de las empresas fundamentalmente alemanas (verano de 2015), pero que son de perfecta aplicación a lo que se viene mencionando: «No puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos«[13], con lo que estaríamos ante un estado “democrático” (que en realidad sería no democrático ni siquiera formalmente desde el punto de vista burgués) de «soberanía limitada» inventada por el dirigente soviético Brejnev en 1968  que le permitió aplastar la Primavera de Praga con sus tanques, mientras que Este verano, la Unión Europea ha aplastado (verano de 2915) la Primavera de Atenas con sus bancos.”[14]

 

    A modo de epílogo

“El argumento final de Piketty no es moral ni económico, sino político: concentraciones extremas de la riqueza como las que se dan en nuestras sociedades amenazan los valores de la meritocracia (es decir, de la economía de mercado) y de la justicia, y la cohesión social sobre las que se asientan las democracias.  Lo que está en peligro es la democracia”, afirma Paúl Krugman[15] como buen y prestigiosos reformista que es.

    Para el subjetivismo político reformista en su variopinta presentación de derecha, centro derecha, ni de izquierdas ni de derechas, de centro izquierda y de izquierda, todo lo cual es equivalente a decir que se es de derechas: mantener las desigualdades y hacer todo lo posible para que se mantengan, lo económico, lo político y lo ideológico son departamentos estancos que funcionan independientemente los unos con respecto de los otros, con leyes propias y autónomas cada uno de ellos.

    Así, el reformista puede hablar sin ningún reparo ni rubor de economía, pero sólo de economía, sin contaminación posible ni de la política ni de la economía y estricta economía; de la política, pero sólo de la política, sin mácula económica ni ideológica que pueda mancillar su nombre, o de ideología, pero dejando al margen todo lo que tenga que ver con lo económico o lo político, con lo que logran engañarse a sí mismos caso de ser unos supinos ingenuos e ignorantes, o bien, para engañar intencionadamente a los demás, lo que es equivalente a atentar contra los intereses materiales e inmateriales de los demás, en cuyo caso y en el mejor de los supuestos hay que calificarlos de anti sociales, porque actúan contra los intereses de la sociedad.

    La ignorancia en Paúl Krugman hay que descartarla absolutamente, o en todo caso, concederle el calificativo condescendiente de ignorante ilustrado, porque es economista y cuenta en su haber con un Premio Nobel. Pero estaríamos mucho más cerca de la realidad si lo consideramos un buen y eficiente servidor del sistema, que es otra de las variantes de ser anti social, porque defender las tesis de los mismos grupos de grandes capitales y de sus intereses que son los causantes de la miseria material y moral de millones de personas, no se puede considerar como algo a favor de la sociedad.

     ¿La desigual distribución de la riqueza causante de la pobreza y de las diferencias sociales no tiene que ver nada con la economía? Solamente un ingenuo podría responder convencidamente de modo afirmativo.

    ¿Pero el peligro que corre la economía de mercado no tiene nada que ver con la política? ¿Pero la cohesión social que también corre peligro, no tiene que ver nada ni con la economía ni con la política? Solamente un auténtico ingenuo podría responder afirmativamente,  porque si no es ingenuo hay que desconfiar de quien responda de forma positiva.

    Francamente, el cuanto de Blanca Nieves y los siete enanitos tiene mucha más originalidad y visos de realidad que lo que nos dice Paúl Krugman basándose en la obra de Piketty.

    ¿No será más bien, que estando irreversiblemente tocado de muerte el sistema capitalista, el libro de Piketty venga a ser un intento desesperado de oxigenar al sistema capitalista para alargar su agonía, conduciéndonos a un estado fascista-financiero antes de su extinción histórica como tal?

 

Isla Mayor 1 Octubre 2015

[1] De todas las revoluciones conocidas sabemos que las mismas fueron promovidas por una minoría (aunque para su realización intervinieran las grandes masas) para tomar el poder político y expulsar del mismo a otra minoría que lo detentaba, cuya expulsión se realizó siempre por la fuerza de las armas. El calificativo de “Nueva” a la Revolución Social que se propone en otra parte de este trabajo, obedece a que ni la propone ni la dirige una minoría y se excluye de la misma de forma absoluta y en todos los casos, el ejerció de la fuerza.

[2]  970 páginas en la edición francesa y 700 en la edición inglesa.

[3] El economista  estrella que ha conquistado EE.UU. El País.com. 04.05.2015.

 

[4] Esteban Ezequiel Maito. Piketty versus Piketty, El capitalismo en el siglo XXI y la tendencia a la baja de la tasa de ganancia. Revista de Economía Crítica, nº 18, segundo semestre, 2.014.

 

[5] Miguel de Unamuno. Discursos y Artículos, págs. 475 – 479. ESCELIER, S. A.,  1.966, Madrid.

 

[6] Premio Nobel de Economía en 2008.

 

[7] Diario El País.

 

[8] Profesor en la Escuela Lyndon B. Johnson de Asuntos Públicos en la Universidad de Texas.

 

[9] Galbraith, J. K. El capital en el siglo XXI, Revista de Economía Institucional, 2014, pp. 345 – 355.

 

[10] Autor de una Nueva economía, muchas recetas. La globalización, las instituciones y el crecimiento económico.

 

[11] Comentario en le solapa del libro El capital del siglo XXI de Piketty.

[12] SU MAJESTAD EL REY DE LOS BELGAS, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE BULGARIA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA CHECA, SU MAJESTAD LA REINA DE DINAMARCA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE ESTONIA, LA PRESIDENTA DE IRLANDA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA HELÉNICA, SU MAJESTAD EL REY DE ESPAÑA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FRANCESA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ITALIANA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CHIPRE, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE LETONIA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE LITUANIA, SU ALTEZA REAL EL GRAN DUQUE DE LUXEMBURGO, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE HUNGRÍA, EL PRESIDENTE DE MALTA, C 306/2 ES Diario Oficial de la Unión Europea 17.12.2007 SU MAJESTAD LA REINA DE LOS PAÍSES BAJOS, EL PRESIDENTE FEDERAL DE LA REPÚBLICA DE AUSTRIA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE POLONIA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA PORTUGUESA, EL PRESIDENTE DE RUMANÍA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE ESLOVENIA, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ESLOVACA, LA PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA DE FINLANDIA, EL GOBIERNO DEL REINO DE SUECIA, SU MAJESTAD LA REINA DEL REINO UNIDO DE GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE.

 

 

[13] Jean-Luc Mélenchon, Stefano Fassina, Zoe Konstantopoulou, Yanis Varufakis y Oskar Lafontaine.  El futuro de la UE. Por un plan b en Europa. Rebelión. InfoLibre. 14.09.2015

 

[14] Ídem.

 

[15] Joaquín Estefanía. El País.

Artículos relacionados :