Sentados en un volcán / Jorge Álvarez Pieroni


Por Jorge Álvarez Pieroni

   Sí es así. Los argentinos estamos sentados en la cumbre del Etna o del volcán que el lector prefiera.

    Rogamos y suplicamos a diario para que éste no entre en erupción. Pero esto es una metáfora ya que en realidad «nuestro» volcán es la droga. El consumo, la venta y el tráfico aumenta día a día ante la indiferencia del Estado. Los puntos fronterizos del país carecen de infraestructura para detectar y para detener a los narcotraficantes. Estos cuentan con mejor armamento que las fuerzas de seguridad, huérfanas de radares que les permitan detectar los vuelos y los aterrizajes de los aviones que conducen la droga. En la vasta geografía de la Argentina existen varios cientos de pistas clandestinas. Por cada una que se detecta y se clausura se «habilita» otra al instante.

   Una muestra de ello es lo que sucedió en la región Noreste del país que comprende a las provincias de Formosa, de Chaco, de Corrientes y de Misiones que limitan con las repúblicas del Paraguay y del Brasil. Es ésta la zona más pobre del país. En un mes se incautaron más de 4.000 kilos de cocaína y de marihuana en procedimientos realizados por la Gendarmería Nacional (la policía de frontera). Parece una cifra muy importante, pero ¿y lo que no pudieron detectar? ¿Y lo que sí llegó a manos de la mafia que decidió su destino? Seguramente estamos hablando de una cantidad similar.

   Sin duda, el Caso Palma es el más resonante de 2011. Héctor Palma es un político narco arrestado días atrás al descubrir la Gendarmería Nacional algo más de 700 kilos de cocaína de máxima pureza en su finca de Estanislao del Campo, Formosa.

    Si bien los nexos políticos y la cantidad de droga incautadas en el campo del concejal del partido gobernante llaman la atención más que otros casos, en los últimos 30 días se secuestraron 718 kilos de cocaína y unos 3.000 kilos de marihuana en la zona.

    Se calcula que los cárteles de México y de Colombia operan ya en la Argentina y que los de Brasil se comienzan a instalar en la Triple Frontera. Todo es cuestión de tiempo. La bomba está armada. El tic tac del mecanismo se escucha a lo lejos. Así como están las cosas, la batalla contra los narcotraficantes parece estar perdida de antemano.

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