Naturaleza ártica en las islas Svalbard

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Por Eduardo Viñuales

   Las islas Svalbard son uno de los últimos paraísos salvajes de Europa. Sobre un paisaje de montañas y glaciares carente de árboles, donde habita el oso polar, refulgen las auroras boreales. Este archipiélago perteneciente a Noruega encierra un gran poder de atracción para naturalistas, aventureros y exploradores…

…que sueñan con las soledades árticas. Es una tierra silenciosa donde las especies animales y vegetales se han adaptado a un clima extremo, pero cuya supervivencia está en peligro por el cambio climático.

    Un mundo frío e inhóspito… pero salvaje y tremendamente hermoso para los amantes de la naturaleza. Así son las islas Svalbard, las “costas frías”, un archipiélago de poco más de sesenta mil kilómetros cuadrados, perdidas entre los hielos del océano Ártico y situadas más cerca del Polo Norte que de Oslo –la capital noruega-.

   Localizadas entre los 74 y los 81 grados de latitud, muy cerca ya del Polo Norte, las Svalbard son una especie de sueño hecho realidad en la Vieja Europa, un destino natural idóneo para quienes disfrutan con el silencio natural, la visión de los glaciares en las montañas o el latido de la vida salvaje. En invierno, cuando la oscuridad polar se adueña del paisaje durante prácticamente cuatro meses del año, la luz mágica de las auroras boreales refulge en el cielo de estos escenarios blancos y desarbolados donde el suelo permanece siempre helado por una capa de permafrost.

   Balleneros y tramperos, rusos y noruegos, han escrito la corta historia humana de estas islas donde en el año 1906 se abriría la primera mina de carbón. Hoy el futuro de las Svalbard pasa por el turismo sostenible y por la investigación científica. Aquí casi todo es nieve y hielo, y la amenaza global del cambio climático convierte a esta porción de tierra emergida en una especie de laboratorio al aire libre donde estudiar el impacto del hombre sobre el planeta. El 60% de la superficie está cubierta de glaciares, hielos permanentes que bajan por las laderas hacia la misma orilla del mar. El espesor de éstos es tal que el volumen de hielo total se estima en 7.000 kilómetros cúbicos.

   El largo invierno da paso a una corta primavera que llega con sabido retraso a estos ecosistemas árticos. A comienzos del mes de julio, bajo la luz constante del sol de medianoche, comienza la veloz floración de plantas boreales con bellos colores como los ranúnculos, las distintas saxífragas… o una bella amapola endémica de color amarillo pálido (Papaver dalhianum), símbolo de las Svalbard. Algunas de estas especies vegetales, situadas en la misma línea de costa, a nivel del mar, son las que nosotros encontramos en las más altas cumbres del Pirineo Aragonés, caso de la dríada de ocho pétalos (Dryada octopetala), la saxífraga púrpura (Saxifraga oppositifolia) o el musgo florido (Silene acaulis). Aquí no hay árboles, tan sólo cuatro especies de sauces rastreros –genero Salix– que no levantan en el mejor de los casos más de un palmo del suelo.

   A estas latitudes la lista faunística resulta ser corta en número de especies, pero sus nombres son excepcionales y motivadores dadas las estrategias y adaptaciones que poseen estos animales para sobrevivir en un mundo realmente extremo. La perdiz nival o lagópodo -que se vuelve blanco en el invierno pirenaico y alpino también- está aquí presente, contando en las Svalbard con altas densidades de población. Este es, realmente, su medio. Pero los amantes de los pájaros encontrarán sin salir de la isla principal -la de Spitsbergen- grandes colonias de aves marinas que crían en los acantilados, como los araos de Brünnich, los fulmares, algunos frailecillos, las gaviotas hiperbóreas y marfiles, además de numerosos grupos de pequeños y simpáticos mérgulos marinos. Cerca de Longyearbyen, la capital, es posible observar otros pájaros acuáticos de interés como el eider real, la havelda, la barnacla cariblanca o el falaropo picogrueso. Tal vez durante alguna excursión tengamos la suerte de ver al zorro ártico o algún reno confiado. Y cada vez son más los turistas y naturalistas que eligen la opción de navegar alrededor de los islotes con un barco rompehielos para ver y fotografiar morsas, focas grises y belugas. Los osos polares, reyes y señores de estas islas noruegas, se desplazan durante este “verano fugaz”, hacia las latitudes más norteñas en busca de su alimento preferido, las focas.

    El 65% de la superficie de las Svalbard está protegido por seis parques nacionales, tres reservas naturales y quince reservas ornitológicas. Eso sí, muchas áreas son remotas y allí la presencia del hombre es, en verdad, una rareza de la vida. En invierno y al comienzo de la primavera, las motos de nieve nos pueden acercar a muchos parajes… pero siempre es preciso portar un arma de fuego e ir bien acompañados. Así lo indican las señales de peligro de la carretera nada más salir de la ciudad: el oso polar se desplaza todo el año a lo largo y ancho del archipiélago y, cuando uno menos lo espera, puede aparecer tras una colina. Y ya se sabe que pasa cuando el hambre aprieta…

Algunos datos más de interés:

  • Es uno de los territorios más al norte del mundo, está en Europa y pertenece a Noruega. A tan sólo 1.309 kilómetros del Polo Norte, pero a 18.690 del otro extremo del globo, el Polo Sur.
  • La isla mayor del archipiélago de Svalbard es Spitsbergen, y su capital es el pueblo minero de Longyearbyean, uno de los asentamientos humanos más septentrionales del Planeta. Allí viven poco más de 2.000 personas. Las otras “ciudades” son Barentsburg -450 habitantes-, Sveabruga -240 hab- y Ny Alesund –base científica con 200 habitantes-. En cambio la población de osos polares del archipélago es de unos 3.000. En este lugar del mundo está prohibido nacer y casi morir, pues hay que ser enterrado fuera de las
  • En verano el sol permanece en el cielo las 24 horas del día, desde el 19 de abril hasta el 23 de agosto. En cambio el sol desparece por completo del 26 de octubre al 16 de febrero.
  • Las temperaturas varían entre los 10 grados del verano y los 40 bajo cero del invierno.
  • Casi no nieva ni hiela, pero en las islas Svalbard hay grandes glaciares. El más extenso es el Autsfonna, el tercero más grande del mundo, con un frente de hielo de 200 kilómetros de ancho.
  • Entre la fauna destaca el oso polar, pero también la beluga, la morsa, las focas, el frailecillo, el zorro ártico, el fulmar, los araos y mérgulos… o el narval que recuerda a un unicornio marino.
  • La gente no se desplaza en coches, sino en motos de nieve. Cuando se sale de la ciudad hay que portar un rifle como medida preventiva ante un posible ataque de oso polar que, aunque no son agresivos, su comportamiento puede ser impredecible.
  • En Svalbard no hay paro. Los impuestos son menores que en el continente.

Para saber más: