El ginkgo, un árbol fósil viviente

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Por  Eduardo Viñuales Cobos.

     Longevo, resistente y poco evolucionado desde la época de los dinosaurios, está plantado en algunas calles y jardines de la ciudad de Zaragoza. Un árbol sorprendente que hasta ha llegado a resistir la bomba de Hiroshima.

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Texto y fotos: Eduardo Viñuales Cobos.
Escritor y naturalista de campo.

http://www.asafona.es/blog/?page_id=1036
Twitter: @EduVinuales 

    En las calles de Zaragoza y en algunos parques y jardines de nuestro país verdean con intensidad las hojas de los árboles caducifolios. Junto a diversas especies autóctonas crecen otros árboles y arbustos ornamentales traídos de lejos, de otros países del mundo. Uno de los más curiosos e interesantes que podemos encontrar es el llamado ginkgo (Ginkgo biloba), considerado por algunos como la especie viva superviviente más antigua de cuantos animales y vegetales podemos hallar en la Tierra. Cierto o no tal extremo, lo que sí es cierto que todos los botánicos se refieren a él en todo tipo de guías y publicaciones como, al menos, “un fósil viviente”. Su origen se remonta a 250 millones de años atrás, y se cuenta que sus hojas fueron pasto de los grandes dinosaurios hervíboros.

    Originario de Japón y China -donde los ginkgos viven en los valles situados al sur del tramo final del río Yang Tse-, en la ciudad de Zaragoza lo podemos encontrar en 18 puntos distintos, siendo todos ellos ejemplares menores de 30 años de edad. El paseo más destacado para esta especie es el de la calle General Mayandía, cerca junto al colegio público de Joaquín Costa. Pero también lo podemos observar en el Jardín Botánico de Zaragoza, delante del edificio de la Facultad de Geológicas, o en los parques de la Paz y de Pignatelli. Dionisio Sánchez lo plantó en el pueblo de Osia…. Y quien les escribe estas líneas cuida un ejemplar de ginkgo a los pies del Moncayo.

    Sus hojas en forma de abanico, y muchas veces bilobuladas, no ofrecen confusión.

    Hoy la mayor parte de los ginkgos del mundo son cultivados. Capaz de resistir terremotos, sequías, incendios, contaminación atmosférica… e incluso superviviente a los efectos devastadores de la bomba atómica de Hiroshima, este es un árbol tildado también de inmortal, siendo por otra parte muy longevo.

   Resulta curioso saber que hay ginkgos machos y hembras, llegando a poder ser reconocidos por un ojo experto sin necesidad de ver sus órganos sexuales –flores y frutos-, sino simplemente por su aspecto diferenciado.

    Pero lo más singular y arcaico del ginkgo es su modo de reproducción, pues los ejemplares hembras producen huevos. Sí, como se lee. Esa especie de grandes ciruelas amarillas no son en verdad frutos, como pudiera parecer, sino enormes óvulos, rudimentos seminales colgantes que el árbol genera en altas cantidades, con un gasto enorme pues para llegar a su fin aún precisan de captar un grano de polen macho y así poder ser fecundados. Por eso el mundo científico dice que estamos frente a un árbol poco perfeccionado y moderno que no ha llegado a evolucionar como lo han hecho otras formas vegetales.