Con el ejemplo de Ordesa, hasta Colombia

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Por Eduardo Viñuales

 El pasado mes de abril tuve la suerte de poder participar en el Seminario Iberoamericano de Turismo Sostenible que organizaba la Agencia de Cooperación Española para el Desarrollo (Aecid), dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España.

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Texto y fotos: Eduardo Viñuales Cobos.
Escritor y naturalista de campo.
http://www.asafona.es/blog/?page_id=1036
Twitter: @EduVinuales

   Al importante encuentro, celebrado en la bella ciudad de Cartagena de Indias (Colombia), acudieron representantes de casi todos los países de Lationamérica  -Colombia, Bolivia, Chile, Argentina, Perú, Costa Rica, Panamá, Uruguay, Paraguay… y México-, aportando cada uno sus diferentes enfoques y ámbitos de actuación en el mundo del turismo… y desde nuestro país, a modo de ejemplo de lo que llamamos “buenas prácticas”, también acudieron además de Ordesa los representantes de La Alhambra de Granada y del Camino de Santiago en Galicia. En mi caso asistí en nombre del Organismo Autónomo de los Parques Nacionales para poder exponer cómo se organiza la gestión del uso público en la Red de Parques Nacionales y muy en especial dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

     Dicho seminario constaba de diversas ponencias técnicas que lo que propiciaban era el intercambio de experiencias, ideas y conocimientos en busca de un turismo no masificado, ordenado y respetuoso con los valores patrimoniales -tanto naturales como culturales- de los lugares a proteger y a visitar, y que suponen el destino vacacional de cientos de miles de personas. Tras las mismas, organizadas en bloques temáticos, se desarrollaba un interesante debate de reflexión y diálogo. Y así es cómo, en la ciudad caribeña donde surgió el realismo mágico de Gabriel García Márquez, fuimos abordando asuntos varios como la planificación, la recuperación de recursos, la accesibilidad o el desarrollo de las políticas públicas.

    Mi exposición quiso explicar por qué los Parques Nacionales, realmente declarados con el objetivo prioritario de proteger la Naturaleza, son además de un “regalo para la conservación” todo un símbolo de identidad de los países, de su naturaleza, su paisaje, su diversidad cultural, y por qué por ello en España están declarados de Interés General de la Nación. Comenté que a su vez se trata de grandes destinos para un tipo de turismo responsable de carácter internacional, y destaqué conocidos ejemplos de los Parques de Estados Unidos (Gran Cañón, Yosemite, Yellowstone), de Sudáfrica (Kruger), de Kenia (Masai Mara), de Brasil (Iguazú), de España (Teide, Ordesa)… o Australia. Y dije que, por tanto, si estos son gestionados con un criterio técnico y fundamentado científicamente, éstos lugares para la biodiversidad y para el gran escenario natural a preservar pueden ser convertidos en una gran oportunidad de desarrollo sostenible para las comunidades humanas que viven en su entorno, generalmente localizadas en áreas rurales –o en nuestro caso de montaña- desfavorecidas y deprimidas.

     De los 1.700 espacios naturales protegidos que hay en España, tan sólo tenemos 15 Parques Nacionales. Los dos primeros fueron declarados en el año 1918: Ordesa y Covadonga (hoy Picos de Europa). Y el último lo ha sido hace un par de años la Sierra de Guadarrama. Pueden parecer pocos, pero en realidad en tan alta categoría sólo merece estar lo mejor de la Naturaleza de nuestro país, al constituir enclaves excepcionales y simbólicos de alto valor ecológico y cultural que hayan llegado a nuestros días muy poco transformados por la mano del hombre… y que por tanto estos habrán de ser merecedores del desarrollo de lo mejor, de nuestro cuidado, planificación y ordenamiento jurídico a través de una actuación modélica.

    Ordesa y Monte Perdido es visitado por unas 600.000 personas al año, y es precisamente la visita pública lo que podría poner en peligro la conservación del Parque Nacional si no fuera por que hay una normativa dictada a través del Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del espacio protegido –por cierto, renovado desde hace unos pocos días por el Gobierno de Aragón-, y si no fuera porque se han articulado acciones tan interesantes y pioneras como el sistema de autobuses desde Torla al valle de Ordesa en los meses de verano –de máxima afluencia turística- que permite controlar que en este sector del espacio natural no se supera la capacidad de acogida estimada de estancia de más de 1.800 personas simultáneamente.

   Ya he dicho muchas veces que para mí el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es comparable a “la General Motors de la provincia de Huesca”. Su conservación implica promoción dentro y fuera de nuestras fronteras, puestos de trabajo directos –guardas forestales, vigilantes, guías informadores, retenes de incendios-, y empleo indirecto –en hostelería, restauración, empresas de turismo activo-, inversiones de la Administración, subvenciones y ayudas a municipios y particulares, etc… Sólo que esta que nos ocupa es una “industria” light, sostenible, totalmente beneficiosa para el medio ambiente… pero también notablemente positiva para la mejora de la calidad de vida de las gentes que viven en su entorno.

    Volviendo al Seminario, es imposible desarrollar aquí, en estas líneas, las más de veinte o treinta intervenciones de alto nivel que allí se explicaron: la accesibilidad para la visita en las cascadas de Iguazú, la restauración histórica del casco urbano de La Habana… o, entre otros, la puesta en valor del paisaje cafetero colombiano. Pero en resumen sí que puedo asegurar que en el Seminario Iberoamericano de Turismo Sostenible celebrado en Cartagena de Indias pudimos ver que el mundo esconde rincones “lindos” donde además pude constatar que detrás de esos nombres de sitios que son Patrimonio de la Humanidad, área protegida o ciudad turística, existe gente maravillosa que con gran entusiasmo trabaja por un mundo mejor, enfocando sus esfuerzos personales y colectivos, y emprendiendo iniciativas hacia el valor de la sostenibilidad ambiental, cultural y social en el ámbito del turismo.

    El turismo es, en líneas generales, un fenómeno creciente y, en la mayor parte de los casos, una corriente deseada por todos. Pero hay que tener claro que es una demanda que si no se gestiona como se debe, adecuadamente, con criterio, planificación y cuidado, puede generar efectos indeseados de deterioro de los recursos protagonistas o de pérdida en la identidad de las poblaciones autóctonas. Por eso en Cartagena de Indias, al término del encuentro, también se habló de las malas prácticas del turismo que sólo dejan desarrollo a secas, como vienen siendo los cruceros en el Caribe, la urbanización del litoral y la costa mediterránea… o las estaciones de esquí en las montañas de Europa… Porque para lograr que un turismo sea tildado de ser ”sostenible”, no todo vale. Y en Colombia, con el caso de Ordesa y con muchos otros ejemplos magníficos expuestos, pudimos ver que hay alternativas y un futuro realmente cargado de prosperidad para los de hoy, pero también para las generaciones venideras.

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