Segismundo sueña… en el Teatro de las Esquinas.

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Por Javier López Clemente

      El teatro llegó a su gran esplendor y popularidad en el siglo XVII con Lope de Vega como el gran renovador, sin embargo fue Calderón de la Barca quien retomó la fórmula teatral de Lope, embelleció el lenguaje y la amplió hacía territorios más reflexivos y, aunque también escribió comedias de capa y espada, en la obra de Calderón encontramos eso que Menéndez Pelayo clasificó como drama filosófico.

     La vida sueño pertenece a esa estirpe y tal vez por eso, en estos tiempos en los que las autoridades educativas pretenden reducir la presencia de la filosofía en las aulas, encontrar una propuesta en torno a esta  obra de Calderón es un reclamo, un interés que se agudizó cuando leí en el programa de mano que Teatro de Acción Candente quiere “recuperar la esencia de Calderón”

    La esencia de La vida es sueño está íntimamente relacionada con la época barroca y los enfrentamientos que la caracterizan: protestantes contra católicos; absolutistas contra parlamentaristas. Podemos extender este planteamiento al texto de Calderón de la Barca que aborda la predestinación frente al libre albedrío o la realidad frente a la ficción. Dos debates de profundo calado que, después de cuatro siglos, siguen presentes en el devenir cotidiano del siglo XXI.

    Teatro de Acción Candente resume su propuesta en la creación de un nuevo Segismundo que se enfrenta a la disyuntiva moral de obrar con virtud o hacerlo siguiendo los instintos de esta era de la globalización cuando la virtualidad de nuestra vida ha tomado una elevada presencia en redes sociales y gracias a elementos tecnológicos que poseen la enorme capacidad de modular nuestros sueños, un territorio muy peligroso dónde se diluyen las fronteras entre lo real y lo ficticio.

     Así planteado, uno podría pensar que La vida es sueño 2.0 será una propuesta dedicada a analizar el mito platónico de la caverna y como el hombre occidental del siglo XXI se enfrenta a esta nueva realidad on line que nos permite proyectar las sombras de nuestra personalidad para crear un mundo de ficción al alcance del teclado del resto del mundo. Vivir esa realidad, que tanto tiene de ficción, (o viceversa) es sin lugar a dudas uno de los debates filosóficos de nuestra era.

    Teatro de Acción Candente, aunque se apoya en la obra de Calderón, deja muy a las claras que su intención final no es traerla hasta el siglo XXI para comprobar si su propuesta dramática y filosófica tiene validez. La compañía opta por dejar en las palabras de Calderón la reflexión del ser humano, e introduce un texto nuevo desarrollado formalmente en la rima y el ritmo del siglo XVII, y ejecuta un salto kantiano que abandona el mundo de las ideas para lanzarse al mundo de los fenómenos, al mundo que nos rodea, al mundo experimentado por nuestros sentidos, palpable y tan actual que termina por convertirse en un mundo político, y por el camino de la política, Teatro de Acción Candente plantea un determinado discurso ideológico. En este recorrido hemos ganado lo actual, la realidad de los periódicos y los noticiarios de televisión; pero también se ha diluido la complejidad conceptual de los grandes temas propuestos en la calderoniana La vida es sueño versión siglo XVII, y por lo tanto, creo que se pierde una buena ocasión para cambiar la perspectiva, sobrevolar los acontecimientos y, con la saludable intención de abrir la puerta a la reflexión, plantear el eterno dilema “ y en el mundo, en conclusión / todos sueñan lo que son / aunque ninguno lo entiende.”

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