Andar por las ramas

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Por Javier  López Clemente.

       Andarse por las ramas puede ser un ejercicio de escapismo, si hombre si, ya saben, andarse por las ramas. Pese al título del espectáculo no es el caso de Marian y Cristina que salen a escena con una jaula, una silla y un no saber muy bien dónde situarse.

     Será por eso que tan pronto cabalgan o se ponen sobre la silla o abren una jaula, o conectan la radio, o la poesía llena la realidad, o los tiros de un atraco, o todo a la vez. Bueno, todo a la vez no, porque el reto consiste en comunicar y la comunicación, además de jaulas voladoras, necesita de una sardina que quiera que su lata se abra hacia el mar, como Marian y Cristina, ellas quieren que la narración se despliegue sobre las sillas de la platea, que sus palabras no sean ni partido chino de ping pong, ni payada argentina. Sus palabras, sus palabras encabalgadas, sus palabras encabalgadas de luz, sus palabras encabalgadas de luz están pensadas para el público porque… ¿te imaginas un lenguaje para ti solito? parece chulo pero si lo piensas un poco es terrible.

    Al principio intenté descubrir el camino que trazaba cada una de ellas. Marian caminaba sobre un verde cuello de pico y topos amarillos. Cristina marchaba sobre un burdeos con solapas y flores en multicolor. Pero estaba equivocado. En esta fábrica de sueños peligrosos hay que atreverse a soñar, esa es un premisa imprescindible para que ellas, en una explosión de imaginación, te regalen un concierto de jazz. Ya saben: Se coge una melodía se la sube, se la baja, le das un pizco y un puntapié hasta que se enciende un foco cenital y ¡zas! es la hora del solo. Marian terminó el suyo a bordo de un denso silencio de bocas abiertas. Cristina serpenteó entre la porca miseria, veloz como cuando corres hacia un precipicio. ¿Lo recuerdas?

     Ya lo ven. Andar por las ramas se escucha con sonrisa de Verbena y se mira con orejas nuevas de Albasini, como se miran ellas: Mucho y bien. Será por eso que la melodía siempre llegó nítida, que unas palabras sobre la otras tan pronto construyen una narración como un diálogo picajoso, reto de espadachines en un mundo de hojas rubias y pelirrojas ¿Existe mayor peligro y deleite?

      Para andar por las ramas rizadas y lisas no hay que tener prisa. No tengas prisas. Ellas siempre están ahí, por teléfono, carta o telegrama, en silencio o del revés, y si no se ponen boca abajo es porque sus botines piden estar de pie. En pie de guerra, sobre el escenario, sobre la silla que es el mundo, sobre las palabras. Andar por las ramas camina sobre una manera de contar historias a cuatro manos y una sola voz que a veces se desdobla en un espejismo en el que ellas parecen dos.

Dirección: Magda Labarga / Actrices: Marian Albasini y Cristina Verbena.

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