Haití o el inframundo


Por Agustín Gavín

    Definitivamente Haití ha agotado todos los adjetivos para resumir la miseria económica, moral y política en la que está sumergido, quizá quedaba este. En diversas ocasiones se ha calificado a Haití como un estado fallido de manual.


Agustín Gavin

Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org   

   Anclado en los últimos, si no es el último, puestos de los índices de pobreza mundial, desde el terremoto del 2010 ha ido degradándose en todos sus aspectos en progresión geométrica. La ayuda internacional que llegó por esas fechas no fue suficiente, ni siquiera la presencia de militares internacionales pudo controlar el caos. En poco más de trece años ha sufrido dos gravísimas inundaciones por huracanes, una epidemia de cólera y otro terremoto en el 2021 y por si fuera poco la pandemia de Covid cogió al país, como es de suponer, sin las más mínimas garantías sanitarias

 Haití está desforestado por la mano humana, tras demasiado tiempo alumbrándose y cocinando con la madera de los árboles y arbustos de los bosques. La poca energía eléctrica que existe es producida por generadores de gasoil y cuando llega la temporada de lluvias no hay masa forestal que retenga la turbulencia de las aguas propiciando más tragedias humanitarias.

  En Julio del 2021 fue asesinado el presidente de la República Juvenal Moise en su residencia por una banda armada y su mujer fue herida gravemente. Parece ser que se había confeccionado un listado de traficantes de droga con la intención de entregarlos para ser juzgados en EEUU. Esta venganza con sicarios aun aumentó la inestabilidad política, Juvenal Moise un rico empresario estaba siendo muy cuestionado por corrupción en la gestión precisamente de los carburantes.

    La policía carece de medios suficientes para controlar la calle, el ejército se disolvió hace tiempo y el vacío de poder lo ocupan bandas de pandilleros que aplican sus códigos violentos obligando al resto de la población civil a defenderse como pueden. Recientemente una protesta de una comunidad religiosa fue reprimida por los pandilleros causando víctimas mortales. Un grupo de sanitarios dominicanos en labores humanitarias fue secuestrado para exigir el correspondiente rescate deteriorando aún más las relaciones entre los dos países que comparten el territorio de la isla La Española.

    En los últimos meses una iniciativa parece ser que promovida por EEUU ha llevado a Kenia a ofrecerse para liderar una misión de apoyo militar a la policía haitiana. Estos días se está discutiendo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas siendo aceptada por los gobiernos haitianos y dominicanos y se cree que pronto se va a poner en marcha. El hecho de que las tropas sean de raza negra como la mayoría de la población haitiana puede suavizar la presencia militar.

     Le ha faltado tiempo a Jimmy Cherister, más conocido como Barbacue, líder de la banda G-9 y Familia, agrupación de bandas y líder de una de las bandas más peligrosas de Haiti, para erigirse en portavoz oficial de la situación. Él dijo: “Si vienen fuerzas internacionales a detener a los oligarcas y a Ariel Henry, el presidente actual que está armando a la población civil contra nosotros, nos parecerá bien, pero si vienen a violar a nuestras mujeres como hicieron los soldados uruguayos de la ONU después del terremoto y a proteger al gobierno y a la policía dispararemos contra ellos”. Barbacue está ya en los listados de los Tribunales Penales Internacionales por crímenes de guerra, se le atribuyen múltiples asesinatos de civiles. La banda 400 Mawozo, la segunda en importancia en las calles de Puerto Príncipe secuestró a una delegación de misioneros estadunidenses pidiendo un millón de dólares por cada una de las más de veinte personas, incluidos niños, secuestradas, pero al final consiguieron escapar. Puerto Príncipe, la capital, es un solar hediondo al lado del mar con rías de plásticos y basura que se mezclan en las calles arrasadas por el terremoto. La carretera que circula por Cap Haitiene y Port-de-Paix enfrente de la romántica isla de la Tortuga es una ratonera donde los militares que abandonaron el ejército con sus armas reglamentarias a modo Curro Jiménez asaltan turismos, camiones y autobuses con total impunidad. A mediados del mes de agosto, otro grupo de pandilleros, el Gran Ravin, asaltó el barrio Carrefour-Feuille obligando a huir a 5000 personas y dejando un reguero de 20 asesinatos. La ONU estima que desde primeros de año han matado en Haití a más de 2400 personas. La directora del hospital pediátrico de Puerto Príncipe Pascale Gassant, entrevistada por esas fechas en la Vanguardia, contaba entre otras cosas que el 2% de la población acapara la riqueza del país, que salir de casa es un riesgo permanente, que a veces se quedan dos o tres días en el hospital hasta que acaban los asaltos, que la anterior directora tuvo que huir del país amenazada de muerte por intentar hacer unas reformas y que la muerte está presente a todas horas y en todos los lugares.

      Ese estado caótico está llevando a incrementar la migración hacia la Republica Dominicana que se está apresurando, como no, en levantar un muro de más de 170 kilómetros de largo con torres de vigilancia dejando un espacio diáfano para controlar con tecnología punta la migración legal. La frontera entre los dos países es de casi cuatrocientos kilómetros, costará treinta y dos millones de dólares y estará acabado en 2024 y es que en las idílicas playas dominicanas mucha mano de obra en construcción y hostelería es haitiana

      Mientras tanto la población civil haitiana está perdiendo la esperanza, la ayuda internacional se queda en manos de mafias y el trabajo de las ONGS, como nos pasó a nosotros en el 2021 es muy complicado. Aparte de la seguridad de los cooperantes, que no existía ni existe, en aquellos momentos aun podíamos pernoctar en territorio haitiano, ahora hay que entrar en el día y ayudar a población que esté cerca de las cuatro fronteras abiertas entre los dos países confiando que entre ellos funcione la solidaridad. Parece un poco fuerte el adjetivo de inframundo que encabeza este trabajo, pero refleja la realidad de la situación en Haití.

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