Colombia:¿De qué color es el mar?


Por Víctor Ibáñez

   Viajé a la isla de San Andrés de rebote. Un miércoles pedí en las prácticas que me dieran libre el viernes y el lunes para poder ir.


Víctor Ibáñez.
Corresponsal del Pollo Urbano en Colombia 

      Compre el billete de avión el jueves por la tarde y el vuelo salía el viernes a las 07:12 de la mañana. Sentado en el pasillo de la última fila -que no tenía ventanilla- no pude ver nada de la isla hasta que salí del aeropuerto, a eso de las 10 am. Lo primero que uno nota es el calor caribeño. Sudando, comencé a caminar en dirección al hotel, donde debía encontrarme con dos amigos que habían viajado el día anterior.

    Estas son algunas de las fotografías comentadas que tomé durante los 3 días que estuve en la isla.

    Caminando me encontré con lo que me pareció una especie de cementerio de barcos. Es para mí la imagen más representativa de la isla de todas las que tome. Las palmeras, el mar y el barco. De fondo la isla Johnny Cay, visitada habitualmente gracias a los múltiples tours en lancha que se ofrecen en San Andrés, lanchas como la que está varada en la arena.

    Esta es otra cara de la isla. Gran parte de la carretera que la rodea tiene playas rocosas. La gente, como es lógico, prefiere bañarse en las playas de arena blanca. Pateábamos esta carretera para ir a la playa, al pueblo, a los tours, a rumbear, etc. Vi este barco en medio de la nada, me transmite una sensación de paz y calma que no me parece posible en una isla tan turística como San Andrés.

   Esta fotografía muestra un barco encallado en el arrecife de coral declarado reserva marina por la UNESCO en el año 2000. El de San Andrés es uno de los más grandes del mundo. Además de ser un atractivo turístico, cumple una importante función de protección en la isla al reducir la fuerza del oleaje. En esta zona, la profundidad del mar es de apenas metros. Debido a ello, los trabajadores encargados de desmantelar poco a poco el barco encallado tienen que acercarse en lanchas como la de la derecha.

   Esta es una lancha típica de los tours que conectan las distintas islas. Todas las lanchas tienen nombre, la nuestra se llamaba Carolina. La lancha en cuestión se paró en frente de la nuestra para hablar del barco encallado -al fondo de la imagen- en el arrecife de coral. Me gusta especialmente esta foto por el hombre sentado en la proa del barco, ajeno a toda explicación de su compañero -al igual que algunos de los tripulantes-, dejándose mecer por el vaivén de la lancha. También está el hecho de hacer de una catástrofe algo turístico, algo que se repite cada vez más.

   Escojí esta fotografía porque es un poco distinta a las demás, apenas se ve el mar, solo edificios y un bonito atardecer. Está tomada desde un pequeño mirador del hotel en el que nos alojábamos. Para llegar al hotel teníamos que caminar desde la playa entre edificios primero por una pequeña carretera y luego por un camino de tierra, que se inundaban cuando llovía. El mirador estaba incrustado en la roca. Tenía un techo, una hamaca, un par de sillas y una mesita con un cenicero. Allí bebíamos cerveza, fumábamos, hablábamos y escuchábamos música hasta que nos entraba el sueño. La temperatura en la noche era perfecta.

   Alquilamos dos motos para dar la vuelta a la isla. Probablemente sea uno de los mejores planes que se puede hacer en San Andrés. Recorrer libremente la carretera que rodea la isla, con el mar siempre a un lado. Paramos a tomar una piña colada, a almorzar, a ver el chorro soplador, a bañarnos en la playa, etc. Por un momento parecíamos forajidos huyendo de la lluvia, manejando la moto en bañador y chancletas. De regreso paramos a un lado de la carretera a echar un cigarro. Al fondo, la lluvia conectaba el cielo y el mar en una típica tormenta caribeña, de esas que duran media hora y luego sale un sol radiante, pero mientras cae parece que se va a acabar el mundo. Entre calada y calada, agradecí estar en tierra observando el espectáculo y no en el salvaje mar.

   En otras de las fotos se puede apreciar en parte porque le llaman el mar de los siete colores. El miedo a sacar el móvil con el traqueteo de la lancha y que se me cayera al agua me impidió tomar una fotografía que lo ilustrase mejor, así que esta es la elegida para esa función. Realmente se puede ver la separación de los distintos colores del mar a través de líneas muy diferenciadas, lo que me llevo a preguntarme: ¿De qué color es el mar? Creo que es el mar más bonito que he visto y la primera vez que lo tuve delante me cuestione a mí mismo si realmente, mi yo del pasado, había visto alguna vez el mar.

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