Por José Joaquín Beeme
Vergiate; diagonal de aviones de la Malpensa; nieve decembrina.
Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
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Al final de una carretera en ascendente zigzag, que salva un jardín sombreado de enormes castaños, la villa liberty mima en sus vitrales los colores del crepúsculo y amplía, por contrapunto patafísico, la algarabía del burro Beppe, dueño de formidable mordisco, las ocas que ofician de señoronas indignadas y los conejillos de Indias, de bíblicas proporciones por culpa de un infiltrado en la jaula prohibida. Roberta nos espera, con un café humeante y una pila de catálogos, en un salón rebutido de libros, collages y esculturillas, pieza central de la casa-museo, mientras ajusta los últimos detalles de la exposición Play as protest en el museo CoBrA, de Amsterdam, donde la tipografía y las improntas cromáticas juegan ya, felizmente, con las medallas de los generalotes que Enrico pasaportó por docenas. Como era de esperar, conocerla prolonga la fiesta, también el vitriolo, de los escritos y las intervenciones de Baj, para quien fungió de cómplice / amante / madre / hermana / gestora / archivista / secretaria, como casi siempre que un artista se completa en una mujer fuerte e inteligente. Saltar de los ensayos, los artículos y las entrevistas de este tipo ácrata e ingenioso, irreverente y surrealista, al taller donde se fraguaban sus prodigios, mezcla de mercería hiperabastecida, laboratorio de soluciones imaginarias y campamento de míticas kermeses, es una especie de admisión confraterna a una sociedad secreta de libérrimos del arte. De un arte inactual, el que cebó a las vanguardias hasta el gran debacle del no arte: arte muerto o suicidado en el que ni Baj ni yo nos reconocemos, ternes en nuestra fantástica espiral. Roberta trajina el pan remojado y los fajos de pipirigallo en su populosa granja, y habla y se encanta con recetas de yerbas y berzas: signo de que no estamos en tierra hostil ni de arteros bribones. Calvino, Eco, Fontana, Duchamp, Ernst, Queneau, Breton, Baudrillard, Sanguineti, Paz, entre muchos, fueron sus amigos: pareja de amor y humor, arabescada y arabescante, nucleada y antinuclear, vibrante y eudemónica, apocalípticamente integrada.
