No nos olvidamos de Haití


Por Agustín Gavín

    Estos días hemos estado hablando con dos cooperantes nicaragüenses que trabajan en Haití y hemos coincidido en que este país desestructurado, por llamarlo de alguna manera, no aparece en ninguna agenda internacional ni para lo bueno ni para lo malo. Ni hay…

…petróleo o tierras raras para las nuevas tecnologías, ni tiene valor estratégico-militar.  Directamente no interesa. A Oscar ya lo entrevistamos hace un año en estas mismas páginas y sigue con sus proyectos cerca de Puerto Príncipe.


Agustín Gavin

Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org       

    El otro cooperante, Rafael, ha estado de vacaciones de navidad con su familia en San Sebastián, donde estuvimos con él y ya ha regresado a su misión en Haití. Está en una zona relativamente segura para trabajar cerca de la frontera con la Republica Dominicana.

    La misión de Oscar consiste en hacer huertos familiares de verduras como brócoli o repollo al nivel del mar, cubriendo el cultivo con plásticos por la temporada de lluvias y comenta que está siendo un éxito. Rafael está enseñando a los niños y jóvenes a construir sus propios huertos en sus casas en el campo en la comunidad de Mirebelais. Es un trabajo pedagógico de futuro ya que la fundación norteamericana a la que pertenece se dedica a la protección de la infancia.

     Y es que el mayor problema es la seguridad de los cooperantes. Por ejemplo, muchas organizaciones no gubernamentales dominicanas han arrojado la toalla y ya no quieren saber nada de sus vecinos haitianos. Si antes eran los secuestros para pedir rescates a las embajadas de los países de los secuestrados, ahora es peor, el estado se ha diluido y las bandas de delincuentes paramilitares casi ha acabado con la presencia de organizaciones solidarias. Desde la última conversación con Oscar y después de la intervención de Naciones Unidas enviando policía internacional la situación no ha mejorado sustancialmente. Primero llegó un contingente de policía keniata, parece ser que Naciones Unidas considero que al ser Haití un pueblo que desciende de esclavos africanos, la llegada para ayudar a la policía haitiana sería más fácil de ejecutar. Recientemente también se han incorporado policías de Guatemala y el Salvador en total hay más de seiscientos efectivos.

     Los desplazamientos de familias enteras, sobre todo de la capital debido al terror impuesto por las bandas, están produciendo un caos demográfico.

     El último fue una masacre de civiles por parte de una de las bandas pandilleras en Cité-Soleil, el barrio más pobre de la capital, con la excusa que allí habían hecho vudú y a causa de esa práctica, había muerto la hija de un líder pandillero. Un día, a principios del diciembre del pasado año, empezaron a asesinar a personas a discreción, el primer día a unas cincuenta, sobré todo ancianos y como trascendió en los medios de comunicación internacionales, siguieron tres días de una orgía de sangre incluso con armas blancas quemando luego los cadáveres. Llevan tiempo elevando la atrocidad a categoría de normal.

     Familias enteras viven en improvisados hogares de plásticos y cartón en los barrios periféricos de la capital, sin luz, agua y las mínimas condiciones higiénicas y los brotes de cólera y diarreas son habituales. Otros se van hacia República Dominicana con la esperanza de pasar la frontera y están hacinados en pequeñas poblaciones limítrofes. Lo tienen difícil por no decir imposible, ya que las autoridades dominicanas han construido un muro con electrificación y drones vigilando día y noche. Se calcula que más de un millón de personas, la mayoría mujeres y niños, han huido de las bandas de delincuentes paramilitares.

     Naciones Unidas está estudiando mandar más protección, para poder hacer elecciones en ese estado fallido casi de manual. No existe poder judicial y el ejecutivo ha sido una ruleta por donde han pasado tres presidentes en pocos años, uno de ellos asesinado por sicarios, sin que se haya sabido hasta ahora quienes fueron los inductores del magnicidio.

     Oscar está trabajando en Leogane, a una hora de coche de Puerto Príncipe tomando las máximas precauciones. Con él estuvimos repartiendo ayuda humanitaria en las comunidades de la región de Tiotte cerca de la frontera con Dominicana hace seis años. Debido a la desforestación generalizada, la ong de Oscar, había conseguido hacer plantaciones de café en vertical, el poco espacio cultivable que queda. Y es que en la mayoría del país no hay luz eléctrica y el arbolado ha desaparecido porque llevan desde el terremoto del 2010 talando árboles para convertirlos en leña para cocinar o para el frio o incluso como antorchas donde no menudean los generadores de  gasoil.

   A nuestra ong Arapaz se nos ha aprobado un proyecto en el Ayuntamiento de Jaca también relacionado con la agricultura y el liderazgo de la mujer. Se trata de hacer plantaciones de cacao en la localidad de Lagua y un horno comunitario de pan para sus casi doscientos habitantes que viven en casas de madera con techos de uralita y donde las tiendas de alimentación, los servicios médicos etc  están a más de una hora de viaje, también en una zona próxima a la frontera, donde los cooperantes saldrán y entrarán con la luz del día por seguridad.

    Decíamos más arriba que se va a implementar el envío de policías de otros países del Caribe, pero creemos que el problema no se solucionará hasta que la comunidad internacional tutele la creación de un estado de derecho. Dudamos de que exista el más mínimo interés, pero nosotros y otros muchos no nos olvidamos de Haití como decía Forges, todos los días, en su viñeta de El País.

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