BOLIVIA (Continuación)

Por Agustín Gavín

     En el Pollo extra de verano introdujimos a uno de los personajes que marcaron positivamente a muchos cooperantes que trabajaron en Latino América, incluidos nosotros. Era el hermano salesiano José Canut Saurat. Estuvo en Zaragoza y dio una charla en el aula magna de la Facultad de Derecho.


Agustín Gavin

Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org  

    Muchos descubrieron su compromiso con los indígenas aimaras que vivían aislados del mundo en unas condiciones de atraso total. Influyó en las autoridades bolivianas para aliviar a miles de personas  que carecían de hospitales, médicos, a los discapacitados que eran marginados por la propia sociedad por supersticiones ancestrales. Contó que los pintores costumbristas bolivianos de aquella época, siempre pintaban a los aimaras con  un transistor, era su primera y única conexión con el resto del mundo. También contó que él personalmente fue censurado por el Parlamento títere nacido del golpe de  estado en 1980 del General de división, García Meza incluso cerraron la emisora durante tres meses. El motivo era haberles dado voz a los campesinos aimaras ante unas prácticas abusivas por el gobierno del dictador de turno.

     A radio San Gabriel le dieron el premio Fray Bartolomé de las Casas en 1991. Su prestigio y autoridad moral, tanto en Bolivia como en otros países del entorno, nos ahorró muchos problemas en nuestro trabajo, sacándonos de varios apuros. Canut aumentó tanto el componente de los servicios de la radio situada en el Alto a quinientos metros por encima de  La Paz, Bolivia, como su potencia de alcance. El lema era “Radio San Gabriel La Voz del Pueblo Aimara”, emitiendo en esa lengua para atender las necesidades de miles de indígenas que no hablaban español.

     Desperdigados por montañas y praderas, muchos de ellos no habían salido nunca del altiplano boliviano. La radio informaba a las comunidades, en colaboración con las autoridades, de situaciones que podían perjudicarles debido al aislamiento y su consecuente desconocimiento. Por ejemplo, se avisaba de los reemplazos para acudir al servicio militar que podían situar a los jóvenes en riesgo de deserción. Se les informaba de cómo tenían que hacer censos de los posibles discapacitados y de sus familias para atenderlos en condiciones.

    Por supuesto, uno de los objetivos fundamentales fue enseñar español a través de las ondas. Creó también radio Colores que emitía música y magazines de actualidad en castellano y tenía en pruebas una televisión también de servicios. Falleció antes de ponerla en marcha en 1997. De hecho su sustituto, el hermano de la Salle  Jaime Calderón, se desplazó a Zaragoza porque había encontrado entre sus papeles nuestras coordenadas y quería saber si conocíamos sus intenciones para el contenido de la televisión ya que no había encontrado nada entre sus anotaciones.

    Poco se le pudo ayudar, tenía intención de enseñar por ejemplo como se protegen de suciedad y barro las casas de adobe echando piedra con arena en la entrada a modo de felpudo para raspar las suelas de los zapatos. Lo tenía hablado con un albañil que lo iba a hacer en un vídeo. Es lo único que se le pudo contar. La televisión no llegó a funcionar, ahora tiene un canal you tube.

     La radio era muy codiciada por los mandatarios de turno sobre todo en campañas electorales. Canut, en aquellos años, impuso su voto de calidad para evitar la manipulación en elecciones, porque en el consejo había representantes de la política y del obispado de La Paz, con el cual su relación era la justa. En las elecciones en Bolivia, debido al analfabetismo muy extendido, las candidaturas se hacían numerando las listas y poniéndoles colores, lista 1, lista 2, lista 3. Los que deseaban votar les preguntaban a las personas de su confianza para conocer a los candidatos y posteriormente ir informados a las urnas. Así mismo ese el analfabetismo muy extendido obligaba a los conductores de los microbuses, allí llamados movilidades, a llevar a un niño al lado, que, abriendo la puerta en las paradas, gritaba los correspondientes destinos ya que muchos no  sabían leer los rótulos de las movilidades. Algunos de esos niños y debido al sobreesfuerzo laboral de los gritos, padecían severas enfermedades en la garganta.

    En una ocasión el chofer de la radio, el mismo que nos había llevado unos días antes a los Yungas por la famosa carretera de la muerte, nos trasladaba para validar los billetes del día siguiente para volver a España. En pleno casco urbano del Alto, donde está el aeropuerto de La Paz, una persona con una guitarra con las cuerdas rotas se echó prácticamente encima del morro del todo terreno. Menos mal que iba a poca velocidad. 

    Resultó ser un policía fuera de servicio que llevaba una borrachera monumental. Llegaron sus compañeros. El, sentado en el suelo no paraba de vomitar, Inexplicablemente no pidieron ninguna ambulancia y lo llamaban por su nombre de pila. Aprovechando el momento nos acercamos a una especie de kiosco de periódicos, bebidas y comida rápida que también tenía teléfono público y llamamos a Canut.

      Mientras le contábamos lo sucedido, desde la acera, veíamos como a su chofer se lo llevaban detenido. Nos pidió información de donde estábamos y dijo de vernos en una comisaria cercana que era donde lo iban a llevar.

    Las normas eran como eran, las que marcaba la policía. Nos dijeron que lo lleváramos al hospital en un taxi y nosotros detrás en otro. En el camino debió vomitar y el taxista, cuando llegamos, nos pidió dinero para llevar a limpiar la tapicería.

    Dos sanitarios nos estaban esperando en la puerta del hospital, a la derecha había una camilla. Les dijimos que fueran a buscar al accidentado al taxi y nos indicaron que no sólo lo teníamos que hacer nosotros sino que lo teníamos que subir a la primera planta donde  estaban las urgencias. El alquiler de la camilla lo  pondrían junto a la factura de los médicos que debíamos pagar por adelantado si queríamos que se le atendiera. A todo esto mientras subíamos por una endiablada escalera, menos mal que el poli era menudo, empezó a cantar y al llegar se bajó el solo de la camilla. Estaba perfectamente aun así nos estaban preparando una factura. Cuando íbamos hacerlo en el despacho del director del hospital, sonó un teléfono, era Canut

    No paguen nada ya he hablado con el director del hospital. También con el coronel de policía, los espero en la comisaría.

Cuando entramos en una especie de cárcel medieval con oficinas modernas, el  griterío era ensordecedor. Desde dos enormes jaulas con altísimos barrotes, salían brazos y manos pidiéndonos desde tabaco hasta que habláramos con el coronel porque tenían hambre, que les pegaban  y que estaban allí injustamente.

     Cuando entramos en su despacho con una gran foto del presidente de turno detrás, estaba el coronel. En una esquina  a la derecha de la mesa, Canut se estaba fumando un enorme puro habano como el del coronel, los puros eran iguales, regalo de radio San Gabriel supusimos. Nos indicó que nos sentáramos en las dos sillas de delante de su mesa.

    La conversación duró una hora aproximadamente para llegar a la siguiente conclusión.

    El chofer sería puesto en libertad con una cantidad simbólica de dinero. Como se había enterado que al día siguiente volábamos hacia España, iba hacer todo lo posible para que no tuviéramos que declarar como testigos por el atropello dentro de una semana que había indicado el juez. Eso sí, había hablado con sus superiores y nos pidió una donación de mil bolivianos  para el orfanato del Cuerpo de Policía. La declaración del señor atropellado, que como ya sabíamos era policía aunque él lo omitió, sería suficiente para el Juez. Canut asintió desde una esquina del despacho mientras echaba volutas de humo. A la salida nos contó que la donación había empezado por cuatro mil bolivianos. Al día siguiente volábamos hacia España.

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