Explosión de hortalizas en la huerta de la Torre del Pilar de Daroca

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Por José Antonio Conejo Villarejo

    En la huerta que el Instituto Hortícola del Pollo Urbano (IHPU) tiene en Daroca se ha producido una explosión en el crecimiento de sus plantas de tal calibre que no se recordaba en años. Tan es así, que si no graniza a última hora –cosa bastante probable- se recogerá la cosecha del siglo XX.

     Este es el estadillo de plantación y las perspectivas de recogida: Se plantaron 500 ajos y se esperan recoger 7.000 (cómo se ve el aporte de estas tierras a la capacidad reproductora del ojo es enorme). Se plantaron, así mismo, 700 cebollas y es probable que se recojan tonelada y media, según las estimaciones del capataz de la finca.

    Los garbanzos ya se están saliendo de los parterres de la  torre al igual que las judías, por lo que hay que abrir zanjas para que las rastreras no se asomen a la carretera y haya que cortar el tráfico, dada su extraordinaria feracidad.

      Y del cultivo estrella, el tomate “Corporalis” se colocaron 450 plantero y se está calculando, por lo bajo –tal y como siempre se hacen las cosas en Daroca- una producción de 4.000 kilos de la solicitada solanácea. Este año, por lo tanto, se promete una acumulación extraordinaria de trofeos ya que este tomate es habitual ganador de todos los concursos donde se presenta, hasta tal punto que don Modesto Lobón, consejero de Agricultura, está negociando la entrega de un cuantiosa subvención a la finca para que no se presente y dejen ganar los concursos a otros hoticultores con tomates de menor entidad.

     Melones de piel de sapo se plantaron 500 y se espera tener que alquilar camiones para venderlos por las carreteras. Lo mismo ocurre con los pimientos de Mendavia, los morrones o los de cristal. Al igual que con los pepinos, berenjenas, calabacines, cardo, alcachofas o acelgas. Un verdadero aluvión de hortalizas que, si no se ponen freno desde la Administración, puede inundar el mercado y destrozar la renta de todos los horticultores de Aragón.

     Pero aunque se hunda el campo aragonés, no podemos dejar de dar la enhorabuena a estos hombres que han hecho posible esta desaforada producción ¡Adelante, valientes!

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