Por Eugenio Mateo
De nuevo, las navatas han descendido por el Galligera. Es 21 de abril y han pasado dos años de la crónica anterior.
Este año el Gállego bajaba más bravo, merced a las aguas liberadas de la cercana presa del pantano de La Peña y los navateros tuvieron que bregar con rasmia para evitar las rocas de la orilla a las que en un meandro, la corriente les llevaba.
La mañana anterior nos acercamos a la zona de Murillo, junto al río, en el que se construían las dos navatas. Una de dos balsas y otra de tres. El ancestral procedimiento de ensamblaje de los troncos es complicado y requiere de una técnica que afortunadamente pervive en el tiempo. Se trata de navegar en aguas duras, por lo que un mal nudo de los brotes tiernos de sargas es el mejor reclamo para un naufragio. Poco a poco las navatas cobraron forma y el numeroso público que presenciaba las botaduras tuvieron ocasión de asistir a un demostración de anillado de aves, organizado por SEO/Birdlife (Sociedad Española de Ornitología), impartida por un naturalista.
Entre otros anilló al curioso pájaro carpintero de la especie «tuerzecuellos». Este ave, que vive en los pinares, imprime a su cuerpecillo un movimiento ondulante que semeja a una víbora, su mayor enemigo, y es capaz de girar el cuello casi 360º. Los niños no acababan de creerse que un pájaro pareciera reptar como una culebra.
Estas actividades se insertan en las X Jornadas del Gállego y la presencia de gente animando a los navateros desde el Puente de Murillo es una buena muestra del interés de nuestras gentes por sus tradiciones pero sobre todo por mantener sus ríos vivos.
Fuente: http://eugeniomateo.blogspot.com.es