Por Andrés Sierra
Desde mi atalaya, por cierto no muy alta, veo a personas que van hacia adelante y hacia atrás, con lo cual no se puede determinar claramente su dirección.
La elocuencia de ciertas personas sobre alguna cuestión en concreto, establece que sepan del tema en profundidad, y resulta, en poco tiempo, están preguntando sobre lo que a priori saben tanto.
Lamentablemente esa situación es tan habitual que me llega a producir malestar. Digo malestar general, incluyendo diarreas.
Un día conversando con un amigo salio a colación el primer papel higiénico: El Elefante. Todo un progreso para una sociedad (la mía) pobre.
Ahí empecé a recordar a mi abuela, que tenía en el núcleo familiar –aparte de cocinar- una función curiosa y también fundamental, cortar del periódico (sería el Heraldo claro) trozos con unas medidas –aproximadas- de palmo cuadrado. Las hojas cortadas las colocaba en un gancho al lado del retrete.
Volviendo a la conversación con mi amigo, recordábamos perfectamente el rollo higiénico de El Elefante; se notaban hasta trazas de paja. Irónicamente el amigo dijo que el papel de periódico era muchísimo más suave que el de El Elefante.
Mi abuela dejó de cortar la prensa a palmo cuadrado; ya teníamos papel higiénico, ¡siempre recordaré que, la única abuela que conocí, decía “papel pal culo”!
Amén de la diferencia de textura de un papel u otro, encuentro otra diferencia, la de a la hora de limpiarse el culo, tal vez aprenda a leer –digo el culo-.
Hay tantas personas sospechosas de no entender, o no querer entender nada…
Y lo digo en todas las capas sociables, obviamente también los políticos, que nos manejan. Si a través del cerebro no les entra la lectura que la sociedad demanda, tal vez –cuando vayan al retrete- les entre por ahí.
Hay algunos políticos que me dan diarrea, así que yo les aconsejaría a esas personas, deberían limpiarse el culo con papel de periódico.