Asignatura pendiente / Jorge Álvarez


Por Jorge Álvarez

    Viviendo, como vivo, en un país en descomposición por un gobierno castro-chavista-peronista y no formando parte de la élite…

…ni de compartir privilegio alguno del régimen, escribir sobre esta realidad es insensato hacerlo a los ojos de quienes habitan océano de por medio.

   Es por eso que lo que usted leerá es algo emparentado con el humor y que como lee al comienzo de una serie de TV está inspirado en hechos reales.

   Tengo, como casi todos los seres humanos, algunas asignaturas pendientes en mi vida. Lo admito. Nadie es perfecto. Atesoro una buena cantidad de CD de música que escucho a diario. Y que me transportan al mejor de los mundos cuando llego del trabajo.

   En cuanto a los géneros ésta es muy variada. Pop, jazz y música disco. Esta última puede hacer bailar a los zombis. Pero… yo no sé bailar. Nunca mi cabeza pudo entrar en sintonía con mis extremidades inferiores. Es algo que no me traumó. Pero esto me genera  algunos «problemas» en las reuniones sociales.

  Y ya sea en cumpleaños o en casamientos me paso una buena parte de la noche y de la madrugada brindando una monografía oral a mí o mis interlocutores ya sean estos ocasionales compañeros de mesa y/o él o la dueña de la fiesta sobre el porqué no bailo.

    Para la gente es éste un hecho por el que uno merecería ser deportado a Siberia. No saltar, ebrio o no, y no transpirar como testigo falso es una muestra de ser un aburrido. Y ni le digo cuando intento sociabilizar tratando de desviar la conversación a qué actividad tiene cada uno.

   Pero no hay forma. Hasta los borrachos siguen sorprendidos sobre qué hago infiltrado en una fiesta sino voy a bailar. No importa cuál sea el volumen de la música o de la intermitencia de la luz que gira ellos, los divertidos, se las arreglan para comentar al oído, incluso entre los mozos, sobre mi «problema».

    Los más piadosos me miran como quien contempla un perro verde embalsamado. Y así para unas 200 personas que se contornean como émulos de John Travolta sólo tengo derecho de ir a salas velatorias porque me falta un tornillo. Pero, ¡que me quiten lo que no he bailad

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