Por Manuel Medrano
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– No entiendo que, de hecho, la política hoy se mueva exactamente igual que hace 4 años, con los mismos parámetros opacos, vicios, abusos del aparato, etc. Igual me da que haya 4 partidos, 2 o 16 = lo mismo de lo mismo o más.– No entiendo que a nivel nacional se esté llegando a acuerdos entre partidos políticos para, después, no ejecutarlos, al menos los que tienen interés para el ciudadano de a pie.
– No entiendo que se constituyan gobiernos en los que se vete, expresamente, a quienes tienen preparación técnica, y se prefiera perfiles políticos puros porque “son más manejables y entienden mejor las cosas”. Y esto ha pasado y pasa en varias ocasiones, a nivel municipal, autonómico y del gobierno de España. No diré a qué casos concretos me refiero, pero muchos ya lo habréis sufrido con gestiones demenciales y lo sabéis.
– No entiendo a los partidos políticos cuyos principios éticos se aplican a los demás pero no a sí mismos, y tampoco a los que cambian de principios de hoy para mañana, según convenga y sin rubor.
– No entiendo que desde las instituciones europeas nos estén dando collejas continuamente porque en España se consienten (y amparan legalmente) prácticas abusivas, piráticas, cotos cerrados de privilegios, excesos, etc. Un fallo lo tiene cualquiera pero, ¿tantos?
– No entiendo la aplicación de la Administración de Justicia en España. Dicen cualificados expertos que el problema es que nuestras leyes son antiguas, y por eso condenan al robaperas a morir de remero en galeras y al megachorizo de traje caro a ser amonestado de palabra (pero poco), y ni siquiera a que devuelva el montón de millones que robó. ¿El famoso Poder Legislativo, para qué sirve, para actualizar las leyes o para hacer teatro y escenificar riñas de taberna o de salón?
– No entiendo que se pida, a estas alturas, la dimisión de Fernando Gimeno como Consejero de Hacienda de Aragón. Me explico: entendería que Podemos lo hubiera hecho nada más ser nombrado, porque visto lo que hizo en el Ayuntamiento de Zaragoza en puesto similar (pese a cómo lo vendieron sus amiguetes en algunos medios de comunicación), era de esperar un desastre de gestión en el Gobierno de Aragón. Lo que ya no entiendo es que esta dimisión se pida como condición introducida de forma sobrevenida en una negociación. Eso no se hace: no se cambian las propuestas presentadas previamente en una negociación a mitad de la misma.
– No entiendo que, a diferencia de los trabajadores de diputaciones provinciales y ayuntamientos, a los que dependemos del Gobierno de Aragón aún nos deban el 50% de la paga extraordinaria que se nos birló en 2012 (este punto es mi tributo al “egoísmo político” que defiendo).
Y no entiendo muchas más cuestiones. Algunos me diréis: ¡chico, qué pocas cosas entiendes! Pues, en realidad, sí, muy pocas, pero lo dejo aquí y estoy abierto a que alguien me ilustre, si es posible, de forma convincente.