Guía del naturalista de Valdejalón

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    Eduardo Viñuales, junto a Roberto del Val, acaba de publicar la “Guía del naturalista de Valdejalón” donde se habla de las estepas de Épila y La Muela, del río Jalón, de los Ojos de Pontil, de las cuevas de Ricla… y de un espacio maravilloso que es la Sierra de Algairén. 

Por Eduardo Viñuales
Twitter: @EduVinuales

   La Sierra de Algairén, una pequeña parte de la de Vicort –o Vicora-, la de Morata –con las Torcas de Chodes-, la Sierras de Arándiga, de Ricla, de Monegré y, más al noroeste, de la Nava Alta componen la faz más rocosa y escabrosa de la comarca de Valdejalón.

    Los vértices cimeros de la zona que nos ocupa son las cumbres de La Nevera (1.214 m) -muy cerca del más alto, Valdemadera (1.276 m)-, El Espino (1.170 m) y de El Cortado (1.161 m), a caballo entre los términos vecinos de Cosuenda y de Tobed, constituyendo panorámicos miradores desde donde visualmente podremos hacernos una magnífica idea de cómo es la geografía natural de toda esta comarca.

   La Sierra de Algairén, separada de la de Vicort por el paso del río Grío, representa una típica sierra del Sistema Ibérico Zaragozano, como también lo son la del Moncayo –techo de la cordillera, con 2.315 m-, Vicort, La Virgen, Paniza o Herrera de los Navarros, serranías todas ellas de aspecto alomado que pertenecen a la segunda gran unidad geológica de Aragón, la cordillera Ibérica.

    Algairén litológicamente está construida con materiales geológicos muy antiguos, de época paleozoica –del Ordovícico, entre los 500 y 438 millones de años-, correspondiendo principalmente a pizarras y cuarcitas que en esta Era Primaria fueron depositadas en el fondo de un mar que cubrió casi por entero lo que es hoy la Península Ibérica. También aparecen otras rocas, pero en menor medida, como son las dolomías, raras grauwacas y areniscas.

    Diversos son los pueblos de ambiente rural que se recuestan en las suaves lomas del piedemonte por debajo de cumbres y laderas pendientes: Alpartir (493 m), Almonacid de la Sierra (598 m), Santa Cruz de Grío (712 m) o el despoblado de la Aldehuela de Santa Cruz. Por otro lado, arriba, los montes crestas y cordales de la Casca Alta y Baja, la Butrera, las Coronillas, las Peñas del Gitano y la de San Garba, El Cortado… y los collados de Viejo o del Tío Francisco constituyen destinos de gran atractivo para los excursionistas que, a través de antiguos senderos y caminos, se atreven a aventurarse a pie por estos hermosos repliegues del terreno montañoso de la comarca de Valdejalón con el fin de poder conocer a fondo el encanto de estos intrincados paisajes.

    Pero, aparte de las alturas también resultan ser muy interesantes los pequeños valles y barrancos de erosión fluvial que recogen las aguas de la Sierra de Algairén, como el de Horcajo, Valdeperales, Limaco, las Eras Hondas, Valdevillar, de los Pozos, del Val, el propio valle del Grío… o el valle del río Tiermas –o Tiernas-, salpicado de huertos tradicionales y orlado en las alturas por frondosos bosques de encinas y robles como el de Mosomero.

    La Sierra de Algairén esconde bonitos rincones de fuentes, peñascos y rocas, cabezos, miradores, un maravilloso arco de piedra natural en la Casca Alta –de 5 m de altura y 10 de anchura-… o la minas de Alpartir, muy cerca del Convento de San Cristóbal, de donde se extraía el cobre y sobre todo la plata contenida en la tetraedrita –que a su vez aparecía como nódulos en filones de cuarzo- y donde se hallan otros minerales como cuarzo, azurita, malaquita, aragonito, pirita, etc. 

TRES SECRETOS DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN.

  • Las minas de Alpartir.

    Se dice que ya fueron explotadas por los romanos durante más de doscientos años. Pero las labores extractivas más importantes se llevaron a cabo durante el siglo XIX. Hasta el año 1920 de su interior se obtuvo plata, cobre y, principalmente, tetraedrita.

    Situadas muy cerca del pueblo, en el cerro Mosán, junto al barranco de la Tejera, cuentan con un falso túnel y disponen de más de 15 bocas de entrada que reciben diversos nombres: Colosal Platífera, Andaluza, Montañesa, Alemania, Bilbilitana, Carolina, Éxito, Complemento… Hoy están abandonadas pues tan sólo quedan edificios en ruinas, galerías en mal estado y escombreras como testimonio de todo este patrimonio minero.

   Constaban de tres niveles a partir de un pozo de 58 m de profundidad, con un malacate del año 1856 que era movido por caballerías.

  • Un narciso blanco. Narcissus cantabricus.

    El Narcissus cantabricus es una pequeña flor de un blanco purísimo, que tiene una corona interior muy grande y que está enmarcada por unos tépalos lanceolados de un amarillo intenso que le proporcionan un aspecto inconfundible. Tiene una hoja muy fina, de poco más de 1 mm de anchura, mientras que el tallo floral puede alcanzar los 25 cm de altura, aunque normalmente no pasa de 15.

    Este escaso narciso es una de las primeras plantas en florecer en nuestra comarca, comenzando a primeros del mes de febrero y continuando durante todo el mes, llegando a tapizar los suelos de un paraje singular y muy rocoso de la Sierra de Algairén, el monte de la Casca Alta, en Alpartir. Allí vive en pastos pedregosos y rellanos, entre escarpes rocosos, sobre suelos minerales de cuarcitas y con escaso suelo.

     Se trata de una planta muy rara en Aragón, con tan sólo una población conocida, la de Alpartir. En el resto de España se distribuye por el centro y sur de España y por el norte de África. Es una joya viva digna de admirar y proteger.

  • El bosque de Mosomero.

    El valle de Mosomero se enclava en el corazón de la Sierra de Algairén ocupando el fondo de un valle cuyos barrancos dan origen al río Tiermas -o Alpartir- a cuyo municipio pertenece. Sus laderas mediterráneas tienen bastante pendiente y muy poco suelo – donde afloran los roquedos de cuarcita-, estando cubiertas por un denso encinar que a diferencia de las zonas más húmedas y de exposición umbría están vestidas por un interesante bosquete de roble albar. El Monte Mosomero también da cabida a quejigos, acerollos, fresnos, cerezos silvestres y al escaso arganón o peral de monte. A la sombra de todos estos árboles, ajardinando el terreno, aparecen los llamativos ruscos, las madreselvas, la primavera, el sello de Salomón, la apetitosa y dulce fresa… y a ras de suelo la gayuba. Ocupando las zonas claras y despejadas crecen jaras, estepas, tomillos y cantuesos. La diversidad vegetal es amplísima. En el barranco de Val de Ciruelo, cerca del cauce del río, queda un pequeño rodal relíctico de alcornoques que otorga la guinda forestal a este bello valle de aspecto extremeño.

 (*) Para adquirir el libro “Guía del Naturalista de Valdejalón”, de Eduardo Viñuales y Roberto del Val, con 192 páginas a todo color, hay que dirigirse a la sede de la Comarca de Valdejalón. Avda. María Auxiliadora, 2. 50100 La Almunia de Doña Godina (zaragoza. Tel: 976 81 18 80. Precio 10 euros.