Desde mi carpa: Circo en la ‘licha’*

Por Germán Oppelli  

  Estos meses pasados, entre actuación y actuación, he tenido la oportunidad de presenciar el Circo Style. No es un circo al uso, sus artistas no lo hacen en el interior de una carpa, sino que lo hacen en un teatro, pero no por circunstancias. Es una compañía formada a propósito para hacerlo en escenarios, con todos los inconvenientes para ciertas disciplinas.

  Como en el circo está todo inventado (siempre he pensado que Codona dio demasiado pronto el triple salto mortal en los trapecios volantes), he recordado que haciendo temporada con el Circo Alemán, el mes de diciembre lo hacíamos en teatros en las Islas Baleares. Esta compañía hubiera hecho las delicias de los partidarios del “circo sin animales”. ¡Ah, leche!, ahora que leo el programa figuran también los perritos “sabios” del profesor Feliú.

  El Style, con un fondo poético, nos habla de las vicisitudes de una troupe rusa que actuaba a la voluntad del público, teniendo como toldo el azul del cielo. Nuestro país, y por descontado Aragón, no fue ajeno a esta corriente y durante décadas recorrieron los más insospechados lugares con sus carromatos (sin animales, por razones obvias).

  Chupalámparas, Rampín, Rueda, Risas y Marugán (estos últimos también escalatorres), entre otros. El que más público tenía era la familia Rampín. Llevaba números interesantes, buena presentación, pista, luces, telón de fondo y una experimentada pareja de “payasus musicals”, Fery y Emilio, tío y sobrino con los que colaboraba ocasionalmente el patriarca Rampín. Alguno de ellos, con el tiempo, llegaron a actuar en circos importantes, llegando a tener uno propio, el Escocia, a cuya inauguración fui gentilmente invitado.

  La llegada de la televisión a todos los rincones supuso un duro contratiempo para estos grupos de saltimbanquis que, ante la falta de espectadores a los que tantos años habían divertido, no tardarían en desaparecer. ¡Qué lejos estaban de pensar que pasado el tiempo los “buques insignia” pasarían por parecido trance! Vivir para ver.

  Me llegan noticias de que el espectáculo de “El Bombero Torero” y sus enanitos “echa la persiana” después de casi ochenta años de actuaciones. La verdad es que no me sorprende, pues lleva bastantes años languideciendo. Recuerdo que hace unos años presencié uno (no era el Bombero) y me dio verdadera pena: la nutrida banda musical y la media docena de animadoras habían sido sustituidos por cinco o seis músicos con una sola animadora, los lidiadores no estaban en forma y tampoco había parte seria.

  El Bombero no era el único. Había varios espectáculos a cual mejor: Arévalo, Llapisera, Galas de Arte, el Chino Torero… Eran programas variados donde no se humillaba a nadie y de la parte seria salieron figuras del toreo: Antoñete, Ortega Cano, Espartaco… Todas las grandes ferias reservaban un día o dos para estos programas que en la mayoría de los casos arreglaban la economía de la fiesta.

  Con el paso de los años, he visto desaparecer espectáculos que parecía imposible que lo hicieran. A saber: zarzuela, revista, variedades, copla, teatro clásico, escenificación de cuentos infantiles (en los que tuve parte activa)… Pero el gusto del público va cambiando (afortunadamente) y esto es lo que hay.

  Cordiales saludos.

*Calle

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