Revisiones históricas


Por Agustín Gavín

      A finales del siglo pasado se abrieron museos relacionados con el comunismo en diferentes países como el museo de la antigua Republica Alemana RDA en Berlín donde el protagonista principal es la STASI , la policía política prima hermana del KGB soviético.


Agustín Gavin

Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org   

    Un museo interactivo, donde uno cuando uno lo visita siente que está siendo espiado o lo que es peor interrogado o preso en la reproducción de una celda de cuatro metros cuadrados. En el Museo del Comunismo de Praga lo curioso es que comparte espacio con un Mac Donald. Es un museo privado fundado por un magnate norteamericano que cumple una función histórica.

    Lógicamente, el museo hace referencia sobre todo a cómo se vivía en la época comunista, detalles cotidianos, tiendas de ultramarinos con sus colas, control de la policía secreta, espionaje. Hay espacio para el maratoniano Zatopec leyenda del atletismo.

    Hay un espléndido libro biográfico sobre él “Correr” de Jean Echenoz.  Zatopek apoyó a Alexander Dubcek el comunista reformista purgado por la URSS.

    Zatopek, la locomotora humana fue expulsado del ejército y del partido y trabajó una temporada de basurero en Praga. Se cuenta en el museo la invasión por los tanques del ejército del pacto de Varsovia de 1968. A la salida nos despide Vaclav Havel, el último presidente Checoslovaco en una foto sonriente como diciendo yo fui el que recuperó dos países sin un solo tiro fronterizo y activé la revolución de terciopelo

    Produce cierta emoción que, a pesar de las dificultades históricas de esas semanas de plomo, los checos tengan muy claro cuál es su historia reciente y la expongan sin complejos, situación que en otros sitios es más difícil de encontrar. Vendría bien que se hiciera algo parecido en algunos países entre otros España. Aquí el relato del franquismo y la transición, incluso el de la guerra civil ha pasado desapercibido con demasiada frecuencia en las aulas y se está utilizando la revisión de la historia como arma arrojadiza electoral por quienes manipulan esas lagunas históricas de la memoria colectiva.

    En días pasados el gobierno argentino recuperó un avión de los utilizados para arrojar personas vivas torturadas para exponerlo en ese museo de los horrores que es la Escuela de Mecánica de la Armada en Buenos Aires donde, se torturó y asesinó sin pausa durante la dictadura argentina 1976-1983. Todos sus gobiernos, salvo una pequeña excepción en la época de Menem, se han preocupado de revisar su pasado reciente.

     En los años noventa Checoslovaquia, Hungría y Polonia reactivan el grupo de Visegrado creado en la Edad Media. La partición de Checoslovaquia en Republica Checa y Eslovaquia lo convirtieron en lo que se conoce como el grupo, V4. Su objetivo era después de la caída del Muro de Berlín, profundizar en valores democráticos, el comunismo ya era historia y decidieron ayudarse en facetas como el comercio exterior, establecer alianzas militares para defender sus fronteras y hacer un lobby en la región para conseguir entrar primero en la OTAN y luego en la CCEE. Todo esto lo consiguieron, pero al poco tiempo el ascenso de los partidos de derecha extrema en Hungría y Polonia ha convertido al grupo V4 en un grano purulento dentro de la Europa comunitaria cuyo máximo exponente han sido las cuotas para asentar a los refugiados que huyen de conflictos bélicos. En la actualidad, este lobby ha puesto contra las cuerdas al Consejo de Europa en esta materia pero al final, como no podía ser de otra manera, se ha visto que se trataba de intoxicación por motivos electoralistas y la cuestión ha quedado solventada por el resto de los países comunitarios. Recuérdese la valla, que todavía existe, levantada por Hungría en su frontera con Serbia para detener a los refugiados que utilizaban la ruta de los Balcanes o la que puso Macedonia en la frontera con Grecia en Idomeni.  La entrada definitiva en la comunidad europea se sella entrando en la Eurozona, por ello están contando los días países como Bulgaria, Rumania, Albania etc., mientras que Chequia, Polonia y Hungría se niegan por ese rédito electoral que les da el ultranacionalismo insolidario y su antieuropeísmo de vodevil. Este último país incluso está en una posición benevolente a favor de Rusia en la invasión de Ucrania y es que la xenofobia y el negacionismo conforman los programas máximos de los partidos de la derecha extrema. El cultivo del odio a lo desconocido y la demagogia bien administrada y el control de los medios de comunicación del ultraliberalismo y sectores de la iglesia dan muchos votos, sin olvidarnos de la siembra de cizaña en las redes sociales.

      Hay otro fantasma real que no sólo afecta a Europa sino a bastantes partes del planeta, el supremacismo. Bien utilizado cuando aparecen grandes crisis humanitarias por guerras o por desajustes económicos como se ha visto recientemente por una pandemia, arrastran a votar demagogias groseras a gente desinformada en estado de necesidad. Y lo que es peor, a trabajadores que se creen la nueva aristocracia obrera y que dan su voto a manipuladores que saben que parte de su programa no lo van a poder cumplir porque simplemente es antidemocrático. Desde hace unos años se está utilizando el término populismos para intentar meter en el mismo saco los discursos del progreso y de la reacción generando una confusión premeditada en las opiniones públicas.

    Ese fantasma moderno que hace apología de la superioridad por raza, origen o posición económica, los casos más representativos son los de Trump y Bolsonaro que intentaron subvertir el orden establecido en sus países con dos golpes de estado, previa utilización de las redes con mentiras y sembrando el odio, está generando querencia en otras latitudes. Decía Antonio Gramsci que “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en los claroscuros surgen los monstruos”. Gramsci murió en 1937 en la cárcel de Mussolini, Hitler había llegado al poder unos años antes por la vía parlamentaria. Ni Mussolini ni Hitler tienen museos interpretativos, las sociedades a las que pertenecieron hicieron los deberes a tiempo, pero no es garantía de nada en los tiempos que corren.

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