México: El Santo, el enmascarado de plata

Por Emilio Mendoza

     Estimados lectores, hoy hablaremos de la Lucha Libre mexicana y de uno de sus más grandes protagonistas: El Santo, icono en la cultura mexicana del siglo XX.


Emilio Mendoza
Corresponsal del Pollo en México
www.emimendoza.com

Lucha Libre mexicana

     La lucha libre es un estilo de pelea profesional cuerpo a cuerpo nacido en México en los años treinta y muy difundido en todo el territorio nacional. La principal característica de la lucha libre es el estilo de combate en el cual predominan las acrobacias aéreas, peligrosos saltos fuera del ring y la aplicación de “llaves”, un modo de inmovilizar al adversario agarrando su cuerpo o alguna de sus extremidades. Pero, sin duda, una de las más grandes atracciones es que muchos de sus luchadores utilizan una máscara para ocultar su identidad verdadera y crear una imagen con una personalidad particular. En México, la lucha libre es el deporte-espectáculo más popular, solo por debajo del fútbol.

Deporte, teatro y espectáculo

     La lucha libre es un gran espectáculo donde se combina el teatro con el deporte. Los diálogos están escritos, la historia y los giros de la trama están previamente acordados y los luchadores saben quién será el ganador de la pelea de antemano, solo necesitan actuar en el ring. Sin embargo, hay muchos elementos reales durante los combates. Las acrobacias aéreas son auténticas; los moretones y a veces las heridas con sangre son reales. Los luchadores son grandes atletas y están bien entrenados, pero también son actores altamente capacitados que necesitan balancear la seguridad con maniobras atléticas riesgosas y confiar en la capacidad de sus contrapartes para que todo salga bien.

El Santo, el enmascarado de plata

      Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido por el personaje de El Santo, fue un luchador profesional considerado uno de los luchadores enmascarados mexicanos más famosos y representativos de todos los tiempos. Su carrera en el mundo de la lucha libre duró casi cincuenta años y se cree que jugó un papel decisivo en la popularización de este deporte en México.

     El Santo también fue un gran actor. Aprovechando su popularidad, paralelamente a las luchas, desarrolló una carrera cinematográfica muy fructífera, convirtiéndose en una especie de héroe popular y símbolo de la justicia gracias a sus apariciones en más de 50 películas. El estilo utilizado en todas sus cintas fue casi siempre el mismo, con argumentos donde actuaba como superhéroe luchando contra criaturas sobrenaturales, científicos locos o el crimen organizado, es decir, el tradicional enfrentamiento entre el bien y el mal.

    En la vestimenta tradicional de El Santo predominaba el color plateado (máscara, botas, capa y pantalones elásticos), por eso también lo llamaban el enmascarado de plata. Los luchadores suelen poner en juego su máscara al enfrentar un combate contra otro luchador enmascarado (máscara contra máscara) y quien pierde, se la quita para siempre delante de todos. El Santo Se retiró de los cuadriláteros en 1982, sin que nadie pudiera desenmascararlo. Abajo del ring, pocos han sido los luchadores mexicanos que han guardado su identidad con gran recelo, y uno de ellos, precisamente fue El Santo. Siempre fue muy cuidadoso y no dejaba ver su rostro nadie.  Siempre hubo periodistas que le pidieron que se la quitara. En un par de ocasiones se la quitó y se la puso nuevamente con rapidez. Fue hasta 1984, a una semana de su muerte que, en una entrevista televisiva, El Santo mostró su rostro por algunos segundos, pero la imagen fue congelada y dada a conocer en el noticiero más tarde. Ese día, El Santo fue muy generoso al mostrar gran parte de su cara, probablemente lo hizo como presagiando que el final de su vida estaba cerca y ya no tenía sentido mantener en secreto su identidad. Murió de un infarto de miocardio a 66 años de edad. Cuando lo enterraron llevaba puesta su máscara plateada, como si ésta formara parte de la piel de su rostro. 

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