Argentina: de vuelta al fondo


Por Gloria Cohen

   ¿De vuelta al fondo? ¿A qué fondo? ¡Al Fondo, al Fondo Monetario Internacional! La nota del mes pasado decía entre otras cosas… “veremos que nos depara el mes de mayo”…haciendo referencia…

…a los aumentos en las tarifas de los servicios públicos, entre otros aumentos de precios.

   Pero me quedé corta… de todas las sorpresas que podíamos tener…además de la suba de las tarifas, del dólar y la suba de los precios de los alimentos y de los transportes (la inflación con la que ya estamos acostumbrados a convivir), reapareció un viejo conocido: el Fondo Monetario Internacional –FMI-.

   Sin ánimo de aburrir a los lectores va una breve historia de la conflictiva relación entre la Argentina, la deuda externa y el FMI:  

   Comenzó en 1956, luego de derrocado el gobierno de Juan Domingo Perón, cuando Aramburu decidió incorporar al país al FMI a través de un pedido de asistencia financiera; su gobierno dejó u$s 1.100 millones de deuda externa, que tras el paso de Arturo Frondizi se convirtieron en u$s 1.800 millones en 1962 y en u$s 2.100 millones en 1963.

   Durante el último gobierno militar, entre 1976 y 1983, el FMI aportó varios desembolsos; en ese período, la deuda externa se multiplicó por seis, al pasar de u$s 7.000 millones en 1976 a u$s 42.000 millones en 1982.

   Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, el primero luego de la recuperación de la democracia, se continuaron las negociaciones con el Fondo lográndose varios acuerdos.

   El gobierno de Menem logró estabilizar el valor de la moneda argentina en relación al dólar estadounidense (con el Plan de Convertibilidad, es decir 1 peso=1 dólar) y estrechó los vínculos con el FMI; en julio de 1996 la deuda externa del Estado argentino se estimaba en u$s 90.472 millones.

   Durante los últimos años de la década del 90, las crisis del Sudeste Asiático, de Rusia y de Brasil impactaron en la economía argentina y determinaron la llegada al poder de Fernando De la Rúa a fines de 1999 y la salida del modelo de la Convertibilidad, en un marco de gran deuda pública y elevado déficit.

   Durante el gobierno de Fernando de la Rúa, prácticamente todas las decisiones económicas eran consultadas con el Fondo, que nuevamente habilitó millonarios créditos para paliar el desajuste: el blindaje y el megacanje.

   El blindaje implicó desembolsos por u$s 40.000 millones, mientras que el megacanje fue de hasta u$s 8.000 millones, a cambio de la Ley de Déficit Cero y otros condicionamientos domésticos. La historia terminó con el corralito, el default de u$s 144.000 millones y la peor crisis institucional de la Argentina, aunque en marzo de 2002 se registró un nuevo apoyo a la reestructuración de la deuda.

   El último entendimiento con el FMI se registró en enero de 2003, reflejado en un acuerdo financiero “stand by” durante la presidencia de Eduardo Duhalde.

   Durante el gobierno de Néstor Kirchner las negociaciones con el organismo de crédito fracasaron y se levantó su oficina permanente en Argentina. Luego Kirchner le pagó u$s 9.500 millones al contado y desde ese entonces el país no tuvo más ningún préstamo y tampoco le permitieron a los técnicos revisar las cuentas del país. Las «relaciones carnales» habían llegado a su fin… por el momento.

Más tarde, durante la gestión de Cristina de Kirchner llegarían críticas del FMI porque el Índice de Precios al Consumidor (IPC) no era confiable y a los canjes de deuda.

   La gestión del actual presidente, Mauricio Macri, que prometió mejorar múltiples aspectos de la calidad de vida de los argentinos, hasta el momento no logró dar en la tecla con el tema económico, lo que parece ser “el talón de Aquiles” de este país y que se traduce en el deterioro de valores culturales y morales.

   En lo que va del 2018 el dólar subió de 19 $ a 25,5 $, un crecimiento exponencial que se traduce en la tan mentada y temida “inflación”. Además, luego de dos años y medio de gestión de Mauricio Macri, las consultoras privadas estiman que el total de la deuda bruta trepó a los u$s 342.000 millones.

   En una especie de “manotazo de ahogado”, Mauricio Macri decidió volver a recurrir al Fondo Monetario Internacional para que nos indique qué hacer y cómo gestionar nuestra economía doméstica, recibir préstamos de dinero fresco y sentirse respaldado por un organismo internacional para ejecutar “cirugía mayor” en las cuentas públicas.

   Mientras tanto, se suceden las protestas callejeras contra el FMI y los “tarifazos”.

   El 25 de mayo, fecha del Primer Gobierno Patrio ocurrido en 1810, se celebró por la mañana el tradicional Tedeum al que asistió el Presidente y sus Ministros en la Catedral de Buenos Aires, con una Plaza de Mayo todavía vallada y en reparaciones. Por la tarde, las protestas de la gente fueron en el Obelisco.

   La Plaza de Mayo volvió a reabrirse en la última semana del mes y luce muy linda en este otoño porteño.

   En la madrugada del jueves 31 el Senado sancionó una ley que ponía un límite al aumento de las tarifas, pero en esa misma mañana, la ley ya fue vetada por el Poder Ejecutivo.

    Otro mes que termina con incertidumbre, tocando fondo y sin saber qué nos depara el destino.

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