Italia: Monjitas


Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
http://latorredegliarabeschi.googlepages.com

Camareras o aposentadoras, mucamas o domésticas. Siempre en la sombra, siempre segundonas. Las he visto, como otras veces, místicamente derretidas alrededor del obelisco de San Pedro, risa emparaguada y grititos de parvulario (reine Juan o Francisco), y me pregunto cómo este bullente ejército de siervas puede militar todavía en una institución que no sólo las excluye sino que, desde su misma base doctrinal, las sitúa en el vértice del mal antropológico.

Las he visto en el comedor de ediciones Paulinas, también en Roma, poniendo la mesa o retirándola, comiendo aparte; trajinando en la cocina de las casas de retiro guanelianas; acogiendo al viajero, en liza con los bed & breakfasts, en conventos de Florencia y Venecia; al frente de ordenadas filas de discípulas de la burguesía italiana; saludadas como ángeles promisorios en las prisiones, ya desde el fascismo… No muy distinto, pero más visible, el rol de tantas mujeres que, al calor del oratorio de cada pueblo italiano, sirven al párroco en las tareas del hogar y hasta en sus vacaciones o excursiones a la montaña. ¿Quién, en España, no ha tenido por tutoras a estas madres vicarias? No padecí colegio religioso, sí algunas de mis mujeres fundamentales, pero me rondaron las cazacuras de María Auxiliadora, o antes aún, me las vi con las maestras del Lestonnac (mi primera escuela de cine), todas ellas iniciadoras o correctoras de jovencitas. Prefiero el modelo Kerr antes que el Goldberg-Morales (¡horror!), y el cueramen de las reinas de lanunsploitation, aquellos azufrosos polvos, incendió mis fantasías donjuanescas, pero sé bien que las otras, las de verdad y Verdad, no tienen la menor gracia y han escondido, a retortijones, sus esencias de mujer en lo más hondo de la saya. Sufren lenta pero inexorable pérdida por goteo, que las autoridades suyas tamponan con alegres remesas del lado aún cristiano del mundo, pero a medida que la mujer conquista espacios, y se conquista, abandona esas medievales formas de empleo y sumisión.

Artículos relacionados :