Hay un sitio vetado a los políticos / Jorge Álvarez

alt
Por
Jorge Álvarez

La capital italiana es una ciudad que emana belleza y magnetismo.

Alberga, como pocas, las obras de los genios del arte en sus iglesias convertidas en museos. Y entre los muchos atractivos pueden encontrarse lugares en los que desde hace varios siglos se mantienen vivas las leyendas.


La medieval iglesia de Santa María in Cosmedin no guarda en su interior obras ni de Rafael ni de Caravaggio, pero en su exterior el viajero tiene la oportunidad de contemplar una escultura que no pasa inadvertida. La «Boca de la Verdad» es una de las atracciones más visitadas de Roma debido a las leyendas de todo tipo que la rodean. La figura no es más que una máscara de mármol con un sencillo rostro, dotado de hendiduras para la boca, la nariz y los ojos.


El mito afirma que si alguien introduce la mano en «La bocca Della Veritá» y no tiene la conciencia limpia -es decir, es un mentiroso o ha engañado a alguien- la boca le arrancará la mano con un mordisco. Todo aquel que osa meter la mano en la boca se somete, por tanto, a una prueba de la verdad. Millones de turistas, mentirosos o no, la desafiaron a lo largo de la historia. Aún hoy continúan las discusiones sobre su origen. Se especula que es del Siglo I y que pudo ser parte de una fuente o incluso de una alcantarilla. También se rumorea que el rostro del hombre barbado que observamos en la figura representa a un oráculo o a un fauno. Pero de lo que no hay ninguna duda es de que gran parte de la fama mundial que tiene la escultura se la debe a la película «Vacaciones en Roma». En una de las escenas, Gregory Peck esconde la mano dentro de la manga del saco y finge que se la había devorado la mítica boca. Audrey Hepburn se horroriza al verle.

Lo concreto es que hay turistas que llegan hasta «La Boca de la Verdad» atraídos por su historia y otros por simple curiosidad, pero siempre habrá alguno que introduzca la mano con extrema desconfianza. Todos afirman que se experimenta una extraña sensación al meter la mano en la hendidura del frío y enigmático mármol de Santa María in Cosmedin.

Las leyendas juegan un rol clave. Terminó ya de leer. Ahora, cierre sus ojos y deténgase a pensar unos instantes. ¿Cuántas manos de políticos mentirosos de la España de los últimos dos siglos se hubiera tragado esta escultura? ¿Habría soportado tanta mentira?

Me parece que no y se hubiera destruido.

Artículos relacionados :