Nuestra estupidez es free / Jorge Álvarez

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Por Jorge Álvarez

     No sé cómo es su caso pero a mí me encanta viajar. Y a todas partes. Trato, y lo logro se lo aseguro, de no dejar ningún detalle librado al azar.

    No padezco de TOC, Trastorno Obsesivo Compulsivo, pero si uno puede evitar las sorpresas mucho mejor. Me importan dos cosas: la temperatura que hará en ese lugar al momento que yo llegue y la segunda, y mucho más importante, tomar un buen seguro del viajero que me cubra por una suma alta, interesante en dólares o en euros ante una emergencia. Porque para el clima uno tiene la solución a mano porque si llueve se compra un paraguas y listo. Pero ante una enfermedad no es tan simple. O se dispone de un seguro o de dinero y no hay una tercera posibilidad.

     Pero ¿sabe que si usted lector de El Pollo Urbano viajara a la Argentina no necesita seguro alguno? Sí señor. Así es. Yo y otros 8.000.000 de ciudadanos lo hacemos posible señor turista a través de nuestros impuestos. De esa manera el Estado, un elefante blanco que alimentamos con caviar ruso, sigue siendo un mal administrador, un pésimo gerente con mi dinero. Esto que a esta altura del Siglo XXI ya orilla el escándalo fue expuesto con claridad en el programa de televisión PPT, Periodismo Para Todos, que conduce el periodista Jorge Lanata.

    “Hay 340 mil extranjeros en hospitales bonaerenses, respecto a datos de enero de 2015 a enero de 2016. Están subvencionando 340 mil extranjeros en medio de la emergencia en el sistema de salud”. Increíble. Como también lo es que desde los países de la región y hasta de los Estados Unidos se organicen tours médicos hacia la Argentina porque acá, en la tierra de la fantasía que alguna vez fuera Disneylandia, todo es posible y free.

     Un parto, cualquier cirugía y hasta el cóctel de drogas para portadores de HIV es gratis porque lo está pagando el que escribe y otros ocho millones de tipos que vemos cómo el Estado dilapida nuestros impuestos. Terminó de leer. Bien. Tómese un momento. Bébase un chupito y piense de qué se puede venir a operar a este país de gilipollas. No sea tímido, venga que yo lo invito…  

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