Por Pepe Cerda
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Cavilo que los Monegros es un territorio en el que la sombra es imposible. Me refiero a la verdadera sombra , la que explica a los objetos y paisajes sin ninguna duda. En los Monegros hay pequeñas sombritas de pequeños matojos o guijarros que no son suficientes para explicitar las formas.
Pienso en el escritor francés Alphonse Allais y en dos de sus obras consistentes una en un rectángulo negro y otra en un rectángulo blanco. Creo que algunas partes de los monegros en agosto podrían ser representados por los cuadros monocromos del sr Allais. Sólo habría que buscar un buen título. Un título que explicase al ojo lo que estaba viendo. Aunque esto sea una perogrullada no deja de ser una característica fundamental del arte moderno. En esto el sr. Allais era un especialista.
El título de la primera, el rectángulo negro, rezaba así: “Pelea de negros en una bodega durante la noche”
El título de la segunda, el rectángulo blanco, decía: “Primera comunión de niñas anémicas en un temporal de nieve”
Pienso también en otro precursor de los dadaistas, Georg Christoph Lichenberg. Lichenberg fue un maestro de los aforismos. Los Dadaistas usaron uno de sus aforismos para presentar cono una escultura un pedestal vacío cuyo título era esta frase de Lichenberg: “Cuchillo sin filo cuyo mango se ha perdido”
Pienso que es una pena que desde Duchamp se haya perdido el sentido del humor entre los artistas conceptuales. Echo de menos el cachondeo primigenio de los padres del arte conceptual.
Pienso que el color es patrimonio de la luz y que sólo es verdaderamente visible cuándo la luz se apodera de la forma.
Pienso que la forma es patrimonio de la sombra y que los territorios sin sombra son territorios amorfos que nos permiten divagar sobre ellos. Es en la ausencia de forma dónde la palabra está más libre.
Por eso los anacoretas se iban al desierto. Dónde nada distrae. Dónde la ensoñación es posible.