El ‘erizón’, extraordinario y benemérito endemismo vegetal pirenáico

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Por Eduardo Viñuales
   Pincha que da gusto, pero en su interior protegido enraízan otras plantas que pueden ser el origen de un bosque. La simple presencia del erizón supone un freno a la erosión de laderas deforestadas, secas y pedregosas del Pirineo.

   La Ronda de Boltaña, le ha dedicado una canción a este “espino travestido de musgo”.

   Si en el mes de julio, desde el fondo de la Hoya de Huesca, miramos hacia las alturas de la Sierra de Guara, advertiremos que allí arriba algo importante amarillea las laderas. Y es que en esos días la floración masiva de un arbustillo oscense es capaz de teñir de amarillo vivo a laderas enteras de montes y montañas como pueden ser, además de Guara, otros espacios naturales muy conocidos y hermosos: Santa Orosia, Peña Montañesa, las proximidades del Parque Nacional de Ordesa, el Turbón, Sis… o la Peña Oroel.

   El erizón (Echinospartum horridum), también conocido en la provincia de Huesca bajo los nombres de abrizón, alberizón, arizón, brinzón, carpín, escarpín o escartín, es una planta submediterránea endémica de la vertiente sur del Pirineo Central, localizada también en el Macizo Central francés. Y es que su área natural de distribución prácticamente está restringida a la zona prepirenaica y pirenaica de la provincia de Huesca, pues escasamente penetra en Navarra, roza Lérida y, hacia el norte, simplemente “toca” tímidamente al valle de Gavarnie en su contacto con el de Bujaruelo. Dicho lo dicho, y a pesar de que su área de distribución se halla limitada más bien al Alto Aragón, aquí es una especie muy abundante como ya hemos dejado ver.

   Muchos son quienes también le denominan “cojín de monja”, pues visto desde lejos su aspecto es almohadillado, con forma de denso y mullido cojín tipo musgo, pegado al suelo. Pero no nos engañemos, el erizón, de dulce forma y bonita e intensa floración amarilla, es en realidad un arbusto muy espinoso que como su nombre latino bien nos indica recuerda a un erizo terrestre dotado de horribles pinchos o púas. Sus tallos son leñosos y sus flores le identifican como perteneciente a la familia de las leguminosas.

   Propio de crestas venteadas, secos espolones rocosos, laderas incendiadas y terrenos pedregosos o erosionados, este arbusto tan característico de nuestro Pirineo es un gran amante de la luz y, por tanto, de los rayos del sol. Según el Atlas de la Flora del Pirineo Aragonés es una especie vegetal que se asocia con otras plantas mediterráneas del Prepirineo como junquillos de flor azul, romeros, pinos silvestres, quejigos, lavandas, enebros… Y animales como la perdiz pardilla o la nocturna víbora áspid encuentran protección y casa entre este arbusto pinchudo. Capaz de subir por encima de la cota de dos mil metros de altitud, le encontraremos casi siempre en laderas expuestas al sur, donde dicho arbusto se ahíla y muere cuando el árbol que brotó a su amparo crece y le va dando sombra.

   Repudiado por pastores que ven en él una planta que invade los pastos y que coloniza los claros del bosque, o bien por los excursionistas que sienten sus punzadas en las pantorrillas, no hay ningún botánico o naturalista que hable mal de este tan espinoso arbusto. Más allá de su bella y fotogénica floración, y gracias a la labor ecológica que el erizón desempeña en la naturaleza, el destacado botánico de Jaca Pedro Montserrat se refiere a él con el calificativo de “mata extraordinaria y benemérita”. ¿Por qué? Pues por su gran capacidad para enraizar en terrenos erosionados y en suelos poco profundos –como son las margas-, donde la planta que nos ocupa no sólo fija nitrógeno y defiende el suelo contra la fuerza de las tormentas y el deshielo, la desecación y los efectos de una erosión mayor por parte de aguas torrenciales, sino que además “es capaz de caldear el terreno protegiéndolo de la insolación y de producir una capa de mantillo o humus suficiente, de tal calidad, que es apta para cobijar y alimentar a la plántula de árboles como el pino”. Así, donde vive el erizón, éste crea las condiciones ambientales para que haya suelo y para que la semilla de los árboles y arbustos del bosque –el pino silvestre, el boj y muchos otros- prosperen en su interior, protegidos eficazmente del diente de los herbívoros, del sol, del viento y de otros agentes climáticos desfavorables… favoreciendo el nacimiento de la vida y la regeneración natural de los ecosistemas degradados. ¿Cuántos bosques beneficiosos de nuestra provincia se habrán originado en un erizonar, de manera natural, sin necesidad de maquinaria ni de actuación repobladora por parte del hombre?

    La Ronda de Boltaña le ha dedicado al “fiero abrizón” una bonita canción que podéis escuchar en este enlace:

http://www.rondadors.com/d5/Abrizon/Abrizon.php

   Y dicen: “Si un día, por estos montes, lo pisas y te pincha, no te quejes. Dale las gracias. Porque él si defiende su país. El nuestro”.

   A continuación os dejamos, de momento, la letra de esta canción:

Por aquel monte que ardió hace un tiempo
erizos verdes vienen subiendo.
…Corre sin patas, llega el primero;
aún hay cenizas… ¡y un abrizón!

Hundiendo las raíces, su tierra abrazó:
-¡Que no te arrastre ningún chaparrón!
La poca vida que el fuego dejó 
defenderá el abrizón.

Con un poquito de agua y un mucho de sol
la sargantana se ha vuelto dragón.
De escamas verdes el monte cubrió
aquel pequeño abrizón.

De cara al cielo -¡qué azul sin fin!-, 
a ras de suelo ha de vivir.
Humilde y duro, dirán que gris…
¡es hijo del País!

Bajo el tozal que no ha de subir,
-si cuento sarrios, pienso en ti…-
Tierno y altivo, ¿quién dijo gris?…
¡es hijo del País!

Por las laderas que azota el viento
de pardo y blanco ataca el invierno.
Otoño huye bajando el puerto;
sólo resiste el fiel abrizón.

Muro de bayonetas… de púas al sol;
¡Firme ante el hielo, que no hay rendición!
En la trinchera se ha helado el reloj.
¡Dicen que Abril desertó!

Pero mediado Marzo pasó un avión,
¡ven, golondrina hasta los Treserols!
Bajo la tierra, el futuro empezó.
¡Haz que germine, abrizón!

Esa semilla que un día gris
el viento loco trajo aquí,
si en primavera se llega a abrir
será gracias a ti.

Bajo tu bóveda ha de vivir
hasta que en árbol rompa al fin. 
Chinibro, pino, cajigo; en fin…
un bosque, el porvenir.

Ponte amarillo, haz un esfuerzo,
mira que Julio lo está pidiendo.
Ponte bien pincho, erizo maziello,
pincho que puncha, fiero abrizón

Fiero es llamarte feo en aragonés;
en castellano, aguerrido, ¡ya ves!;
quita la “o”, y orgulloso en francés…
¡Eres los tres a la vez!

¡Vaya retranca gastas, arbusto guasón!,
-un puercoespín que se finge almohadón-
…Planta el trasero, y sabrás la razón
de que se llame erizón.

Ante esa puerta que no han de abrir,
como un felpudo ha de vivir.
Humilde y duro, dirán que gris…
¡igual que su País!

De cara al cielo -¡qué azul sin fin! 
-contando sarrios, me dormí…-
Tierno y altivo, ¿quién dijo gris?…
¡igual que este País!