Oración de un desocupado
Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
por que no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
bájate, qué han hecho
de tu criatura, Padre?
un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?
Juan Gelman (Violín y otras cuestiones, 1956)
Benedetti y Gelman. El Escorial, 1991. Archivo Silbo
Juan Gelman: Poeta cantado
La poesía viaja con frecuencia en canciones antes que en los libros. La de Juan Gelman llegó a Europa en 1972 y la introdujo el Cuarteto Cedrón en su disco “De Argentina”, grabado en Barcelona y publicado ese año en París. En España el disco tardaría un año en salir; la censura no podía tragar algunos versos de Gelman, aunque hubiera en el disco otros de su mentor, Raúl González Tuñón, donde, por ejemplo, atribuía a los ladrones la cualidad de ser “canallas como cristianos”. Es decir, si el censor tragaba el versito de Tuñón, qué no dirían los poemas de Gelman. Y es que Gelman llegó a la poesía para decir y trastocar cosas.
La andadura del poeta con el músico Juan Cedrón había comenzado en 1963 con el disco “Madrugada”, que, en palabras de Francisco Urondo, expresaba “una nueva mentalidad de los hombres de este lugar de América”. Creo que Urondo se refería a un instinto revolucionario que en América abandonaba el comunismo ortodoxo y se investía con la causa nacional. En ello andaba el poeta: véase “Gotán”.
Durante el destierro, seguirían los discos del Cuarteto Cedrón cantando a Gelman –años de “Hechos” y “Relaciones”- como en la cantata “Del gallo cantor”, que El silbo vulnerado llevó a escena en 1981.
Conocí personalmente a Gelman en Buenos Aires, en 1988, al poco de llegar del exilio y a punto de volverse a ir, ahora definitivamente, a México. En la redacción de Página 12 tomamos café, fumamos, me aclaró el sentido de algunos poemas y me preguntó por un romance sefardí. No lo vi triste, pero sí cordialmente ausente. Años después, Nancy Morejón hizo que coincidiéramos para volver a fumar y regalarle unos cómics de Germán Díez donde los guiones eran poemas suyos.
Lo que me extraña es que en su biografía no se mencione al Cuarteto Cedrón.
Luis Felipe Alegre (publicado en Artes & Letras de Heraldo de Aragon)