Haciendo amigos es una edición no venal que se realizó para conmemorar los diez años de existencia de la editorial Eclipsados. Es por lo tanto un libro de homenaje, de celebración de diez años de creación literaria.
En la selección se reúnen un grupo de poetas y de textos que en algunos casos son inéditos y que en otros pertenecen algunos de ellos a libros publicados por Eclipsados. Antes de repasar algunos de los poetas y textos que aparecen en esta recopilación, hay que agradecer que una editorial alternativa haya dado un espacio para nuevas voces, simultaneando este activismo poético con la publicación de obras de autores consagrados tanto en el ámbito de Aragón como en el resto de España. Se pueden destacar entre otros libros publicados títulos como: Bailar sobre una baldosa de Jorge Riechmann, Humus de Alfredo Saldaña, Insomnio de Ramallah de Ángel Petisme, Notas a píe de vida de Pablo Casares, Punto de fuga de Sonia San Román o Umbrales de Rimbaud de Juan Antonio Tello.
Han sido numerosos los ciclos, lecturas y encuentros poéticos coordinados por Ignacio Escuín, que han revitalizado la fuerza poética de una ciudad de raigambre poética que requería de nuevas voces manchadas por los tiempos sucios de la enfermedad de una época que agonizaba de modernidad y su oxígeno de utopías para cronificarse de posmodernidad en lo peor de su vertiente más vaciada de verdad y esperanzas. Así sucede en el poema incluido de Luisa Miñana que habla de aquellos que se definen como “Los insomnes”, son como la raza de la noche de la Historia, ya que de estos se dice: “Los insomnes no tenemos salvación…Aullamos como los frenos precipitados de los automóviles en el silencio de la noche, como perros abandonados, como las prostitutas…” Son los outsiders de la Verdad que fija un modelo repetido de hombres que viven sin ser dueños de sus deseos, siendo parte de su identidad negadora de las negaciones la siguiente declaración: “Los insomnes no tenemos hijos. Somos apátridas y en nuestras voces crecen las flores del mal”. Son parte de una raza de lo otro alejado de lo establecido por una sociedad conformista y conformadora de autómatas de las normas. Son los que buscan la libertad aunque esta suponga un viaje a lo más sucio de los deseos, al infierno de enfrentarse a ríos de almas que vagan por la corriente de la vida siendo arrastrados por las aguas de la resignación.
Hay que buscar una otredad, un camino que se salga del fijado por las estructuras que ordenan nuestra desaparición como sujetos incodicionados y conductores de nuestro deseo. El camino fijado por la verdad socioeconómica es el desierto del yo, la ausencia de su voz libre. La verdadera liberación reside en la errancia, en la subversión, en abandonar el itinerario fijado por construcciones de verdad que hacen del hombre un número que respira la muerte de las rentabilidades, que nos convierte en una deuda que sustituye el fuego del deseo por el invierno de un alma hipotecada a un futuro de posesiones virtuales. Por eso Alfredo Saldaña en su poema “Contraescritura” alude a que hay que escribir otra verdad, otra sociedad, otra historia, otra subjetividad, otra forma de abandonar la dirección de la vida que nos aleja del camino que nos hará libres, así leemos:
Caminar/errar sin descanso,/andar contra la corriente/y sin temblar,/condenados a buscar/entre las piedras/palabras inéditas/que otorguen/algún tipo de sentido/a esta luminosa y salobre/travesía por el desierto.
También hay un espacio, como en el poema de Ignacio Escuín, para ese costumbrismo al que regresamos después de haber vivido con intensidad algo que nos sacaba de él, experiencias intensas en el amor o en el sexo que lograban hacer nuevo todo lo que nos rodeaba. Sin embargo, cuando estas terminan de nuevo regresamos a la prisión del día a día, a ese círculo que nos encarcela en no poder salir de la prisión de la costumbre, de la falta de oxígeno de lo novedoso:
Otra vez aquí
otro domingo de los de antes.
Todo silencio de nuevo
y no entiendo como hemos llegado
del “hoy para ser feliz solo necesito un beso tuyo”
al “alguien que te quiere está pensando en ti”
Otra vez aquí
con el fútbol de fondo anunciando
que se ha ido el verano
como se va el amor
y todo lo demás se va.
De nuevo todo está en marcha
y supongo que no sé cómo apagarlo”.
“BUSCADORES DE ORO” de Raúl García es un ejercicio de mirada en el espejo de la realidad desnuda de falsas ilusiones, de quimeras que nos elevaban a la cima de los sueños y de los que luego caíamos arrojados a la realidad ensuciada de sus dificultades. Son momentos de saber bucear en la miseria, en lo comprometido, en aquello que exige saber sobrevivir a las carencias y los problemas, pero hemos sido durante mucho tiempo, como se nos dice en el poema, buscadores de un oro que no existía, ya que:
Nadie dijo en ningún momento que lo íbamos a conseguir todo en esta vida, que nuestros sueños se iban a hacer realidad. Nadie nos dijo que estaríamos siempre juntos, que viajaríamos a países exóticos, que sería Felicidad el nombre de nuestros hijos. Pero lo creímos. Nadie nos prometió nada, no había mentira alguna que creerse, pero la inventamos…
Dentro de este mundo adornado en el paquete de regalo de las tecnologías, de la última novedad en la moda, o de la información, debe revisarse la cara oculta de la verdad que ha sido maquillada en nuestro sistema de falso bienestar. El mundo global se ha ido consumiendo a sí mismo, económica y políticamente mediante ataques, destrucción e intereses partidistas de mentes que ordenan la jugada desde las sombras de la información. No es posible saber los ideólogos de tanta barbarie. El poema de Pablo Lorente hace una revisión a las deformidades del mundo, ese que antes de la crisis parecía ser un regalo infinito de ilusiones hechas realidad empaquetado para nuestra inconsciencia, en él se estaba fraguando parte de lo que ahora sucede. El “yo” poético ha visto, y comenzó a ver antes de que la situación actual llegara a las múltiples crisis que nos asedian:
He visto fabricar más y mejores
perfectas herramientas del olvido,
en formas de pastillas, de polvos blancos o supuestas
medicinas,
para facilitar la labor, para hacerlo todo aún más fácil
y seguir ajeno a toda la existencia del fracaso.
Una generación “eclipsada” que vive en un momento de tensiones, de crisis, de falta de fuerzas, pero la poesía es el ángel del fuego que puede sobrevivir al invierno de la Historia, de sus destrucciones individuales y colectivas. Dentro de ese “Eclipse” de falta de utopías debemos como anuncia Sonia San Román: “Comprobar que el sol da luz hasta en las cuevas.//Que las sombras son elecciones/y no debes. Sol para todos. Los ojos, como galaxias recién nacidas…”