Colchón de púas: ‘Entrevista con Francisco Rico’


Por Javier Barreiro

    A Francisco Rico lo conocía uno de la filología y los bares de copas de Madrid. In illo tempore (a fines de 1984), vino a Zaragoza para hablar sobre “Magia y literatura” y lo entrevisté.

   La conversación, que el periódico tituló: «No hay criterios para temas económicos y los va a haber para la triste cultura» se publicó  en El Día de Aragón el 28 de noviembre de 1984.

    Con un cierto aire de dandy despistado y, tal vez por analogía con el fósforo que le debe rebosar por las meninges, su estilizada figura recuerda a una larguísima cerilla con facultades ambulatorias. Calificado con originalidad oficiosa de enfant terrible de la erudición española, fértil en facecias y recursos, menos rebuscado de lo que se cuenta, aunque ligeramente malévolo, destila ironía y sentido común. Oigámosle.

Pregunta.- El momento actual del hispanismo es tan bueno como parece?

Respuesta.- Dentro de España es excelente. Tengamos en cuenta que a partir de la guerra hubo una ruptura de la continuidad y asumieron el relevo gentes nefastas como Balbín o Entrambasaguas y otros sicarios de la peor filosofía y la peor política. Compensado, eso sí, por algunos maestros que ejercieron aisladamente una acción positiva alejados de los centros de poder oficial como, en Zaragoza, Yndurain o Blecua. Se pagó esa ruptura pero ahora está en el “poder” otra generación, de la que en Zaragoza también hay excelentes representantes, que ha aprovechado lo positivo de las experiencias extranjeras con una personalidad propia. El hispanismo “interior” está muy bien. No diría lo mismo del de fuera.

P.- En un tiempo en que las escuelas y la escolástica parecen estar bastante desprestigiadas faltan, sin embargo, y puede que venturosamente, hermeneutas con vocación de totalidad. ¿Puede ser éste un hecho irreversible?

R.- El historiador moderno es relativista, si es solvente, porque aprende que toda vigencia estética de valor universal es pasajera y se ha perdido un tanto el orgullo de totalización que guiaba a la generación del Centro de Estudios Históricos con sus martingalas del “me duele España” y otras secuelas noventayochistas. El historiador no aspira más que a la totalidad del periodo que estudia. Necesita una formación general desde la crítica literaria hasta la paleografía y desde la historia económica a la teoría de las artes. Es, pues, sectorial y parcial en el tiempo mientras que la crítica que se interesa por la literatura contemporánea es necesariamente parcial en la doctrina porque la literatura se hace únicamente con pasión y determinando que todo lo anterior es absolutamente detestable aunque uno dependa radicalmente de ello. Si yo creo que Galdós es el máximo novelista español, nunca escribiré una novela. Tengo que pensar – como mi amigo Juan Benet, que acierta en un sentido y en otro se equivoca – que Galdós es detestable, para poder escribir mi novela no sólo como un proyecto estético propio sino en contra de todos los demás.

 Literatura y vida

P.- En cierta ocasión dejó dicho que urgía disociar literatura y vida. Aunque, en cierto modo, los hechos parecen darle la razón, ¿no es cierto que tal enjuague puede ser útil como señuelo?

R.- ¿Eso he dicho yo? ¡Ah, hace diez años! Pues es una tontería. Venía a cuento, sin duda, de los últimos coletazos de la literatura social que no daba la suficiente importancia a la literatura en sí misma, al placer del texto, como ahora se tiende a decir. Por eso hablaba de cierta forma de entender literatura y vida pero no de la otra que es la asunción gozosa de la literatura como experiencia vital, que no tiene porqué ser sustituto de nada. Yo decía que, si a algunos le interesan los libros obscenos como compensación, es muy triste cosa. Leer para vivir vicariamente o para ejercitar cualquier tipo de disfrute está muy bien. Emplear la literatura como arma moral o consigna está muy pasado de moda.

P.- En muchos de sus escritos, incluso eruditos, usted gusta de practicar una suerte de distanciamiento, de juego consigo mismo y hasta de desconcertar al lector. ¿Responde tal actitud a un propósito previo, tal vez con ribetes didácticos, a una postura vital o a una indeclinable propensión a huir de las certezas?

R.- Es una postura vital porque la vida es tan pobre y monótona, es tan poco vivir una sola vida que uno debe distanciarse. Gil de Biedma dice que si los cristianos piensan que Dios tiene tres personas eso es de una pobreza lamentable, cualquiera tenemos muchas más. Uno, por muy crítico, historiador o erudito que sea, se sitúa también con ojos de creador o lector y piensa que no puede tomarse demasiado en serio. Siempre se te filtra alguna de las otras personas. Además, estoy rotundamente en contra de la seriedad profesional o erudita.

 “Hay buenas intenciones y muy pocos criterios”

P.- En un reciente artículo de Ferlosio, que no ha sido el primero en sublevarse, se ponía en solfa el hiperproteccionismo gubernamental hacia cualquier ente susceptible de ser catalogado de cultural, ¿cuál es su opinión respecto a la menorragia subvencionista de nuestros políticos?

R.- Estoy de acuerdo con Ferlosio, aunque en cierto momento de su artículo se mete con algo que yo dije hablando de la Universidad Menéndez y Pelayo como escaparate de la cultura en un tiempo en el que la gente se dedica al ocio o la frivolidad y faltan las noticias periodísticas. Es bueno que se asocien estas cosas. Ocurre que hay muy buenas intenciones y muy pocos criterios. Aunque ¿dónde hay criterios en el mundo en que vivimos? Por eso se caracteriza la posmodernidad: por la falta de criterios. No los hay para cuestiones de armamento o economía y los va a haber para la triste cultura. Los profesores que han pasado a ser asesores de las autonomías, diputaciones o ayuntamientos han de justificarse y lo más sencillo es organizar mesas redondas sobre “Literatura hoy” o “Literatura andaluza”, lo que tampoco está tan mal, a la gente le gusta y el vicio solitario de la lectura también necesita su praxis. Otros organizan un congreso; en Cataluña la Generalidad compra trescientos ejemplares de todo libro editado en catalán, con lo que el poeta se publica 301 y ya tiene cubierto el costo. Las cosas se hacen de forma atolondrada pero ya se harán con mejor criterio. Hay vicios de aldeanismo pero la cultura es de por sí viciosa. ¿Qué le vas a hacer? Ferlosio tiene razón pero no en todo.

P.- El adjetivo «primera» que antecede a su reciente Cuarentena anuncia otras entregas?

R.-No, definitivamente, no. No quiero imitarme a mí mismo.

P.- El marbete «Magia y Literatura», que ostenta su conferencia resulta lo convincentemente ambiguo como para preguntarle ¿por dónde van los tiros?

R.- Se trata de mostrar la homología o semejanza funcional y estructural entre ambas. Aprovecho para decir – y esto es lo que me divierte – que la novela ha sido siempre de imaginación y que el realismo es una herejía o un mero parpadeo de la historia. Volviendo al tema, hay algo en la textura interna de la Magia y Literatura que las hace afines. Uno recurre a un mago para que le ame su mujer o lee una novela donde las mujeres aman a sus maridos: todo imaginario. Ya se sabe que no hay maridos cornudos sino bien informados. Por otra parte, los elementos que presiden la realización de la magia: el contacto o la semejanza…, son los que también organizan la literatura y, analizando un proceso inquisitorial, muestro como el conjuro tiene los mismos principios constructivos internos y externos de la poesía. Lo dijeron Frazer y Jakobson hablando de otros sistemas y es muy fácil aplicarlo al sistema semiológico o simbólico de la literatura.

La conferencia estuvo muy bien.

El blog del autor: https://javierbarreiro.wordpress.com/

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