El año político se acaba con la sorpresa habida en las elecciones andaluzas que, sin duda, tendrá clara influencia en las estrategias que implantarán todos los partidos de cara a sus próximos comicios locales o regionales y, por supuesto, en la esperada gran cita nacional.
Y, por supuesto, se equivocan aquellos que llaman a la batalla contra el “fascismo” por la irrupción de VOX, partido que, al parecer, cumple con toda la normativa legal. Antes bien, los partidos de izquierda e izquierda-izquierda han de preguntarse que estaban haciendo mal en sus respectivos feudos donde estaban al frente de importantes instituciones para que 400.000 andaluces se hayan echado el capote a la cabeza.
Y para escarmentar en cabeza ajena, en nuestro territorio y, sobre todo, en el ayuntamiento de la ciudad, las mareas y confluencias que están dirigiendo el día a día de los zaragozanos deben ponerse pronto las pilas, pisar el suelo, y no vociferar tanto y sí gestionar con más acierto de una vez.
En el ayuntamiento de Zaragoza no hay VOX pero sí se siguen empeñando en darse cabezazos contra la justicia, enchufarse en la administración o pensar qué pueden hacer de su capa un sayo mientras dure dura, seguro que en las próximas elecciones los habrá. Y nuestro crecido alcalde debe ya de dejar de decir tontadas y tirar balones fuera cuando como en el caso, por ejemplo, del asunto del pabellón Príncipe Felipe manifiesta complacido que “ eso es un culebrón” y que “la vida sigue”.
Por supuesto que la vida sigue, ¡faltaría más!, pero, a base de culebrones, se les ha llenado la cesta y ahora no vale sacar a la calle a la muchachada contra “el fascismo internacional que nos quiere comer la tortilla”, sino aprender a gestionar que es para lo que están en el consistorio. El asunto es que si a estas alturas no han aprendido, la cosa se les va a poner morada (y nunca mejor dicho).
Feliz Navidad y próspero Año Nuevo a todos nuestros lectores.