Esto no es una becerrada
Las elecciones en la Comunidad de Madrid han puesto en el candelero la existencia de una violencia que-de momento y por suerte- no parece existir en otras comunidades de España. Al menos en la nuestra, las palabras siguen valiendo sin necesidad de gritarlas o liarnos a hostias por un “quítame allá esa ideología que mantiene cada cual”. En Aragón, salvo excepciones políticas que disfrutan mimetizándose con sus modelos matritenses, mantenemos la violencia en el armario para emplearla cuando realmente ha sido necesario.
Y lo cierto es que nunca hemos sido mancos. Lo ridículo es que a un concejal que se mete casi diez millones al año de las antiguas pesetas se le permita tirarse el moco del insulto a sus compañeros de corporación estando tan fácil acudir a la cola del paro a hacer proselitismo o, simplemente, hacerle pagar de su nómina los múltiples errores cometidos durante su nefasta gestión en la corporación anterior. Lo del concejal Cubero, no tiene ni medio pase en una becerrada de pueblo. ¡Tira a cascala, chaval!