Editorial: Feliz 2023

    Acabamos el año ilusionados y tristes. Ilusionados porque las expectativas polleras se han cumplido con creces aumentando lectores y colaboradores y mejorando sensiblemente su maquinaria y contenidos. Ya hemos puesto el listón muy alto aunque eso no nos hace seguir mirando a más altos logros que pronto incorporaremos a la revista.

Y tristes porque poco a poco vamos viendo cómo nos vamos quedado solos en este arduo camino de mantener vigente y con salud de hierro la libertad de expresión como una conquista irrenunciable de nuestros conciudadanos. Cada vez los monopolios locales aprietan más las plumas de los incorrectos y se pone proa a la palabra libre. Sutilmente, a veces, burdamente  otras, están cercando los pocos foros y las breves voces  que alientan caminos propios y no los senderos del paso firme y marcial que creíamos olvidados. Ahora, hoy, ya no hace falta la porra. Basta con hacer gotear discrecionalmente los euros que marca la Ley para el uso (y abuso) de la publicidad institucional.

Pero en el Pollo estamos acostumbrados a las largas travesías sin agua ni carne seca. No pudo el “abuelo” ni podrán los nuevos-viejos caciques que arrasan nuestra tierra con la sonrisa complaciente de la clase política. No hay redaños  para pararlos desde dónde se debe. A nosotros, solo nos queda ir metiendo el cuchillo por las pequeñas rendijas para ver si algún día revienta la purulenta vejiga que hace que el 80 % del dinero aragonés navegue plácidamente en  las mismas y únicas manos de esta comunidad ¡Anda que no tiene huevos la cosa!