La Agujas de Ansabére


Por Eduardo Viñuales

   Junto al Parque Natural de Los Valles Occidentales, ya en Francia, en el circo de Lescún, se levantan las agujas de Ansabère, el pico más difícil de alcanzar de los Pirineos

   Las Agujas de Ansabère (2.376 m.) están en el listado de las cumbres de alta montaña más difíciles de conquistar en la cordillera pirenaica. Un mundo vertical de puntas, diedros, crestas, agujas, pasos y canales que obligan a una exigente y meticulosa escalada sobre el circo..

Eduardo Viñuales
Escritor Naturalista

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…de Lescun.  Durante muchos años se pensó que llegar a lo más alto era un reto imposible. Y las agujas se cobraron grandes desilusiones hasta que en 1923 la cordada de Calamme y Carrive rompió el mito. Pero durante el descenso los dos escaladores se precipitaron en el vacío.

   Las Agujas de Ansabère están en el Pirineo Francés, pero rozan el Alto Aragón, la provincia de Huesca. Situadas junto al pico Petrechema, justo al otro lado de los valles de Echo y Ansó, contiguas al Parque Natural de Los Valles Occidentales, estas puntiagudas peñas al ser vistas por los niños de Lescun, parecen ser unos picachos estirados que pinchan las nubes grises que traen la lluvia al valle. Contempladas por un pastor o lugareño del Bearn, constituyen unas esbeltas agujas de piedra inaccesibles para él y su ganado, es decir, un simple decorado de rocas donde no hay pastos que aprovechar cuando la nieve se retira. Pero vistas por un pirineísta y montañero se convierten en un desafío sin igual, unas cumbres con aspecto de fortificación afilada que sólo con tenerlas delante pueden originar un tremendo subidón de adrenalina difícil de controlar.

  Las agujas o “aiguilles” de Ansabère representan en el mundo de la escalada pirenaica una conquista sólo apta para los hombres-araña más entrenados en el arte de subir lisas paredes con pasos extraplomados. Hay que estar fuerte y entrenado, ser ágil y rápido, para acometer las verticales travesías de sus formas atrevidas y elegantes, donde la caliza parece haber sido disparada hacia el cielo. Los montañeros y alpinistas pirenaicos que nunca han subido aquí arriba, siempre se quedarán con la impresión de que “todavía hay algo que aún les queda por subir”. Es más, son muchos quienes las consideran como la cumbre de alta montaña más difícil de todos los Pirineos. Para llegar a lo más alto de la Gran Aguja de Ansabère, situada a 2.376 metros, hay que afrontar, se mire por la cara o vertiente por la que se mire, una escalada de más de trescientos metros de desnivel y de más de cinco horas de duración, donde hay que salvar pasos de quinto grado y, para más inri, en unos farallones de clima severo, aislados, alejados de pueblos, a casi cuatro horas de Lescún o de Linza. Por eso para muchos montañeros suponen la puesta de largo. La cumbre es en realidad una ciudadela, una fortaleza natural, de unos cien metros cuadrados que se ve separada por una profunda brecha del vecino y fácil pico de Petrechema.

   Muy cerca, al sur de la Gran Aguja, se halla la Aguja Pequeña de Ansabère, una cuchilla afilada, 17 metros más baja que la anterior, en la que no entran más de 2 ó 3 personas, pero a la que se puede subir con facilidad trepando y gateando a través de la vía normal desde la vertiente del valle de Ansabère. Sin embargo, su formidable vertiente sur es tan tremenda, e incluso más potente, que la Grande. La Pequeña Aguja posee además unos gendarmes o dedos enhiestos, llamados la Pinza del Cangrejo, cuyo interés deportivo está eclipsado por las monumentales dimensiones y perfiles de las agujas principales.