Por Eugenio Mateo
Venir a hablar a estas alturas del Museo Pablo Serrano es recurrente. Miles de personas han pasado por sus salas -quizá no tantas como sería conveniente- y su difusión es notoria, no en vano es la sede del Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos.
Hasta la ciudadanía ha metabolizado su silueta, controvertida en otro tiempo, y pasan a su lado sin mirarla, integrada ya en su paisaje cotidiano, desconocedores muchos de lo que se guarda tras sus muros. Decía el poeta: «por los pasillos de los museos /transitan las ausencias»
Las fotos que acompañan fueron tomadas hace tiempo, al poco de inaugurarse en el 2011; escribir una entrada en este blog sobre la colección del escultor Pablo Serrano siempre fue un proyecto pero ahora un pequeño detalle nos ha hecho liberarlo de su condición de borrador.
En días pasados tuvimos la ocasión de servir de guía a un grupo de protagonistas de la Cultura Polaca de visita profesional en Zaragoza.
Al final de la larga visita, uno de ellos, presidente de una fundación de la ciudad de Gdansk, nos dijo que Zaragoza podía estar orgullosa de su Museo de Arte Contemporáneo. Sin otras consideraciones menos «foranas», el legado y colección permanente de Pablo Serrano se asoma a esta ventana indiscreta.
