Bangkok: Museos que dan repelús


Por Marshall

    Es poco lo que se pueda contar de Bangkok que sorprenda, desde sus aspectos más turisticos, como los alrededores del rio Chao Phraya, sus templos, el palacio real con su templo del Buda Esmeralda…
    Se puede comprar de todo, se puede hacer negocios, se puede meditar, se puede aprender cocina, se puede pasear hasta caer desfallecido o, mucho peor, comprar personas, mediante la abundante oferta de prostitución de la ciudad.

     Pero, si tiene uno ocasión, puede uno hacerse su propia ruta friki de los museos de Bangkok, no muy visitados, ni tampoco recomendables si eres de estómago delicado o no te gustan las pelis de miedo, ni menos aún el cine gore.


    Para empezar, dentro de ko Ratanakosin, después de ver el Palacio Real, por ejemplo, podemos acercarnos al parque de Romaninat y visitar el Museo del Correccional (Abierto lu a vi, gratis) donde un amable policía que habla cuatro palabras de inglés te abrirá las antiguas celdas de la prision de la ciudad en las que podremos ver representadas toda suerte de torturas espeluznantes, donde se muestran diferentes artilugios para arrancar uñas y machacar dedos o cepos donde se exponía al condenado al escarnio público.

    Impresiona comprobar que, aunque la práctica de las más atroces torturas se abolieron a principios del siglo XX, muchas de estas prácticas estaban vigentes y toleradas en los cercanísimos años 80.

 

   Por si te ha sabido a poco se puede visitar el edificio donde se muestran artilugios igual de antipáticos que los del correccional, con el añadido de cosas tan peculiares como el esqueleto de un verdugo donado al museo, un tal Tío Tow, o fotos de decapitaciones, así como una representación de las mismas en figuras de cera, espadas y hachas o métodos de fusilamiento acompañados de las armas originales.
También se muestra una camilla para aplicar la inyección letal, acompañada de un texto donde se ponderan las virtudes de este actual método de ejecución en Tailandia. Afortunadamente en los últimos diez años solo se han producido tres ejecuciones en el país.
Confío en que los lectores/as sean contrarios a la pena de muerte. Sino ya tardan en visitar este museo. Creo que cambiarán de opinión.

 

   Pero si ya pensabas que lo habias visto todo, no puedes perderte el «Museo de Medicina Forense» y el «Museo de los Parásitos», que forman parte del complejo del hospital Siriraj (2ª planta. Abierto de lunes a sábado, entrada 50baths) en el barrio de Thonburi, junto con otros museos dedicados al arte médico.
Si en el Museo del Correccional nos muestran métodos de ejecución, en el de Medicina Forense nos muestran a los propios ejecutados disecados y metidos en urnas, cual museo de historia natural.

 

    También hay toda suerte de artilugios usados para asesinar (Cuchillos, cuerdas, balas y hasta un consolador) e imágenes reales de autopsias, así como cuerpos diseccionados o partes de ellos. Lo mas chocante es ver a las familias tailandesas paseando por el museo con sus niños en brazos como si estuvieran en una especie de tétrico chiqui-park.

     Especialmente  detallada y macabra era la zona destinada a malformaciones congénitas, que contrasta con la sala especialmente documentada del ingente y loable trabajo forense tras el tsunami de 2004.

 

       Junto al Museo de Historia Forense se preocupan más de los vivos y hay una sección en la que se nos advierte de los diferentes riesgos para nuestra salud: colesterol, hipertensión o tabaquismo, por poner ejemplos.

    Te puedes tomar la tensión, comprobar tus latidos y aprender un poco en gráficos y viñetas bastante más amables que las anteriores salas de los horrores.

Y, tras comprobar tu estado de salud , se puede visitar el detallado Museo de los Parásitos (La entrada es conjunta) donde veremos toda suerte de enfermedades repulsivas y reproducciones gigantescas de los más temibles parásitos.

    El museo, inicialmente concebido para aprender sobre seres tan indeseables, ha terminado convertido en una especie de feria de monstruos que complementa a la perfección el espacio forense. Aún así puede ser útil como advertencia de aquello de lo que se puede contagiar el turista imprudente.

     En los prolijos expositores, de por sí los parásitos ya tienen un aspecto temible, sobre todo cuando ves su tamaño multiplicado por mil. Pero lo que puede revolverte las tripas son las muestras de todo tipo de quistes y tejidos infestados de parásitos conservados en formol. Sin duda la pieza «estrella» es el gigantesco escroto de un pobre hombre víctima de filariasis, aunque las fotos de otros infortunados pacientes no desmerecen el engendro.

 

     Una vez terminada la visita, por favor, no hay que olvidar comprar el detalle friki que te acompañe de vuelta. Bien puede valer una postal o sellar el «pasaporte» de visita a los museos. El sello del Museo Forense es un cráneo con un disparo y el de los Parásitos una cabeza de Thricoma.

     Luego, si aún tienes hambre, puedes tomarte algo en la cafeteria. Los bollitos tipicos están muy bien y es muy económica.

 

Desplazarse: Para ir al Hospital Siriraj hay que coger el barco bus de Chao Praya Express y bajarse en Thonburi en la parada que tiene el nombre del hospital. Cerca hay varios sitios de comida con vistas al rio y un bullicioso mercado donde acuden los locales a comprar ropa sobre todo.

Publicado: miércoles, 27 de agosto de 2014

El blog del autor: http://yosiplauma.blogspot.com/

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