Solo se vive una vez: El secuestro de Quini y la factoría Henneo

 
Por Don Quiterio

  Uno de los episodios más tristes de la vida del ahora fallecido jugador internacional Enrique Castro ‘Quini’ tuvo lugar en Zaragoza. Siendo todavía jugador del Barcelona, y pichichi del campeonato, el delantero centro gijonés –aquel Sporting que salía en ‘Volver a empezar’, la película de Garci- sufrió un secuestro…

…al término de un partido en el Camp Nou frente al Hércules, cuando tres secuestradores –sin ninguna relación con la problemática política del momento, simplemente unos trabajadores en crisis- lo abordaron en el coche, a punta de pistola, y se lo llevaron a la ciudad Inmortal en una furgoneta. De la ciudad condal a la inmortal. Duró veinticinco días en un zulo de la calle Jerónimo Vicens de la capital aragonesa. Allí fue retenido y allí fue liberado por la policía un veinticinco de marzo de 1981. De este suceso dan cuenta, en sendos libros respectivos, el periodista y escritor madrileño afincado en Zaragoza Miguel Mena y el tándem formado por los periodistas Antonio Rubio y Enrique García Corredera, quienes relataron el cautiverio del futbolista.

  Quini tuvo en vilo a la sociedad española, con el país aún muy afectado por la intentona golpista del teniente coronel Tejero. La noticia paralizó a España. Quini era muy querido, un jugador noble, deportivo, que no se quejaba de los golpes, valiente y con el don del gol. Los secuestradores habían pedido cien millones de pesetas como rescate que debían ser depositados en una cuenta bancaria de Suiza. Nicolau Casaus, directivo azulgrana, se trasladó a Ginebra para organizar la operación. La cooperación de las policías española y suiza permitió levantar el tradicional secreto bancario suizo y se descubrió al titular de la cuenta, Víctor Manuel Díaz Esteban, un electricista de veintiséis años que no tardó en llegar a Suiza. Cuando retiró un millón de pesetas fue inmediatamente identificado. Se investigó dónde se alojaba y se siguieron sus pasos, y fue capturado de camino al aeropuerto para coger un avión hacia París. Se obtuvo la confesión del lugar donde estaba recluido Quini: un zulo, de apenas nueve metros cuadrados, en un taller mecánico en los alrededores del parque Bruil. A las diez de la noche, minuto arriba, minuto abajo, la policía entró en el viejo local ubicado en Sementales y liberó al futbolista, delgado y barbudo, en precario y desarreglado, pero en buenas condiciones.

  Una vez en libertad, Quini aseguró que sus captores le habían tratado bien. De hecho, rehusó personarse como acusación en el juicio, y aunque la sentencia obligó a que sus tres secuestradores (todos ellos menores de treinta años) le indemnizaran con cinco millones de pesetas, él se negó a recibirlos. En efecto, Quini decidió no presentar denuncia  contra ellos y rechazó pedir cualquier indemnización. Todos fueron condenados a diez años de cárcel. Y Quini, ya recuperado, volvió a los terrenos de juego: sus visitas al estadio de La Romareda después del secuestro estuvieron rodeadas de un enorme cariño, con una afición zaragocista que lo despedía con una cerrada ovación cuando era sustituido por otro compañero. Y no paró de marcar goles. Acabó la temporada como máximo realizador de primera división.

  Del secuestro de Quini, y otros casos ocurridos en esta tierra nuestra, la factoría Henneo (antes Heraldo) hizo su particular versión audiovisual en la serie ‘Grupo 2 Homicidios’. Un grupo de comunicación presidido por Fernando de Yarza que, por cierto, se muestra “dispuesto” a una fusión con Prisa, aparte de seguir en el capital de Vocento, porque, dice, “en este entorno el tamaño es fundamental y, si no nos unimos, lo tenemos muy mal”. O sea, impulsar una concentración. Que se lo digan, si no, a las pequeñas productoras de vídeo aragonesas, la mayoría en quiebra técnica o con apenas las migajas (míseras) del banquete. La muerte, por decirlo pronto y bien, de las pequeñas compañías audiovisuales. Ya saben aquello de que el pez grande se come al chico. No hay vuelta atrás. El mundo empresarial es depredador, como la misma naturaleza. ¡Es el mercado, amigos!

  Henneo es el séptimo grupo de comunicación español por volumen de facturación y se diversifica en las áreas de medios, audiovisual, tecnología e industrial. En la primera figuran ‘Heraldo de Aragón’, ’20 minutos’, ‘Diario del Altoaragón’ y ‘Heraldo Diario de Soria’, además de Radio Huesca y Lainformación.es (digital especializado en economía). ¿Se corresponde esta concentración de la propiedad con una real pluralidad informativa? ¿Nos planteamos la duda metódica o cartesiana? ¿Estaría este emporio dispuesto a informar con objetividad y hasta el fondo de cualquier “mala práctica” de los “generosos” patrocinadores? ¿A qué llamamos “puertas giratorias”? En audiovisual, desarrolla su actividad con producción de contenidos y en todos los casos hay una apuesta decidida por la digitalización. Pero vayamos a sus productos audiovisuales, que es lo que interesa en esta sección.

  Aunque el documental narrativo (o la dramatización documentada) sobre sucesos haya formado parte de la televisión durante décadas, recientemente ha tenido un nuevo impulso, un género plenamente asentado en Estados Unidos (‘Paradise lost’, ‘El caso de la escalera’, ‘Making a murderer’, ‘The jinx’, ‘The keepers’, ‘Manhunt: unabomber’, ‘The Menendez murders’, ‘Unsolved’) que también se abre paso en España (‘El crimen de la catana’, ‘Muerte en León’, ‘El caso Asunta’, ‘Historias de leyenda’). Henneo, por supuesto, no iba a faltar al pastel y se apunta a la moda de los secuestros, atracos, atentados u homicidios con, esto es, ‘Grupo 2 Homicidios’, cuya realización incluye una ficción que entronca con la narración de una historia real. Este formato incluye testimonios, análisis de expertos, documentos gráficos, imágenes de archivo y, al mismo tiempo, desarrolla una ficción con tramas, desarrollo de personajes, diálogos, un castin y un intento por la factura cinematográfica.

  Zaragoza fue una de las primeras ciudades españolas que crearon grupos especiales para esclarecer los crímenes más violentos. El llamado ‘Grupo 2’ de homicidios fue el nombre que recibió ese conjunto de policías que durante dos décadas, desde 1982, resolvieron más de doscientos asesinatos. O los evitaron, si de un secuestro se trataba. Muchas veces retomaban la investigación que se había dado por cerrada. Y con ese número, en efecto, se identificaba a la unidad policial española con sede en la jefatura provincial de Aragón, que cubría todos los homicidios de la comunidad y zonas colindantes. ‘Grupo 2 Homicidios’ es, por tanto, una serie donde unos policías utilizan métodos científicos para tratar de esclarecer hechos ocurridos en Aragón, al modo de un ‘CSI’ a la baturra, donde el orondo Gabriel Latorre encarna al comisario en jefe, el también orondo Jorge Usón es el inspector y el pequeño pero gran Javier Aranda hace de forense. Dirige el aragonés Roberto Roldán, realizador que ya lleva a sus espaldas un buen número de documentales, desde ‘Pepe Garcés, la sonrisa de una montaña’ (2001) hasta ‘Cecilia y el eccehomo’ (2013), pasando por ‘La memoria ahogada’ (2006), ‘Ser danzante, orgullo laurentino’ (2009) o ‘Adiós a la vida’ (2010), a veces en colaboración con Maite Cortina o Ramón J. Campo.

  Se trata, pues, de una suerte de híbrido a la manera de un thriller policiaco con toques de documental que quiere dar una vuelta de tuerca al género. Partiendo de una amplia y documentada investigación, se escribe la ficción. Los guionistas, David Terrer y Carlos Mateo, construyen en cada capítulo las investigaciones de esta unidad policial en torno a un suceso, narrando los acontecimientos que tuvieron lugar y las acciones que llevaron a cabo para resolverlo. La serie tiene su génesis en un capítulo piloto creado por la factoría Plural, donde se intenta dilucidar el asesinato de una estudiante de la universidad Laboral de Zaragoza ocurrido en 1988. Entre los episodios de ’Grupo 2 Homicidios’, ya digo, destacan el secuestro de Quini y los referidos al crimen de Lady Halcón y su marido o al crimen de Caspe. Esta unidad especializada trabajaba, en los comienzos de la democracia, con herramientas forenses rudimentarias, en comisarías llenas de humo, con el sonido de las máquinas de escribir, tac tac tac, y bajo la luz de unos flexos. En ese ambiente, este grupo policial especializado resolvió el noventa por ciento de los casos.

  ’11-D, una mañana de invierno’ es también otro producto Henneo, dirigido igualmente por Roberto Roldán, como si fuera un capítulo de largometraje de ‘Grupo 2 Homicidios’. Recrea la preparación y ejecución de unos de los peores atentados del comando etarra, el sangriento perpetrado en la casa cuartel de la avenida Cataluña de Zaragoza el once de diciembre de 1987, así como las fatídicas veinticuatro horas anteriores y posteriores. Un coche bomba cargado con doscientos cincuenta kilos de amonal hizo explosión a las seis y diez de la madrugada y derrumbó tres pisos habitados por familias enteras. Interpretado por Carmen Gutiérrez, Raúl Sanz, Laura Contreras, Mikel Tello o Olga Aznar, además de las niñas gemelas Lola y Emma Abad, entre más de cien actores entre protagonistas, reparto, figurantes y extras, en el docudrama van apareciendo políticos, sanitarios, bomberos, vecinos, familiares y, por supuesto, alguno de los protagonistas. Pero todo se antoja como un empacho de mensajes beatíficos y subrayados sobre la importancia del trabajo colaborativo. Personajes de una pieza en un ambiente familiar de los guardias civiles, entre el folletín y el más rancio costumbrismo, que parece una simple hagiografía o glosa o loa a la benemérita.

  De las motivaciones de la banda especial de etarras franceses para despistar a la guardia civil, la policía nacional y la gendarmería, nada de nada. El atentado de la casa cuartel daba para otra cosa, porque merece la pena profundizar en unos hechos trágicos. Y entre capillas para rezar y música melosa, se escuchan diálogos que producen vergüenza ajena (“¡Quedan rosquillas de las de mi madre!” o, no se lo pierdan, “Cariño, hace tiempo que no nos echamos la siesta”). La película, así, se mantiene fiel a todos y cada uno de los rasgos de identidad, sin líneas de ambigüedad que aflojen la carga de folletín incandescente, porque el guion no cede ni un milímetro en su intención maniquea que apenas disimula el desaguisado (el de los hechos reales, lamentables, y el de la ficción). Y el mismo Roberto Roldán, aprovechando material de ’11-D, una mañana de invierno’ realiza al mismo tiempo un documental al más puro estilo del convencional reportaje televisivo, que quiere profundizar en la época en que ocurrió el atentado y sitúa cómo eran España y Aragón en aquel momento histórico. Este documental recoge testimonios de los protagonistas de aquellos hechos, supervivientes del atentado y personalidades que ostentaron cargos de responsabilidad esos días. También se centra de los atentados cometidos en Aragón, dando mayor relevancia al perpetrado junto a la iglesia de San Juan de los Panetes meses antes del de la casa cuartel. Trata igualmente lo que supuso el atentado en las negociaciones del gobierno con la banda etarra y qué fue de los protagonistas en los años posteriores hasta la actualidad.

  La factoría Henneo ha seguido su trayectoria con la película documental ‘Tanto monta’, dirigida por Gracia Querejeta, también guionista junto a Antonio Mercero, con el asesoramiento histórico de Guillermo Fatás y Miguel Ángel Sesma, sobre la figura controvertida de Fernando II de Aragón, el rey católico, un monarca, dicen, que dejó España convertida en potencia mundial, inquisiciones aparte. Ya saben aquello de que “tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”. Vamos, que el reciente fallecimiento del jugador de fútbol Quini me ha servido de excusa para informar a mis posibles lectores del mundo audiovisual de la compañía heráldica Henneo y su jefe directivo don Pedro Olloqui. Pues eso.

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