‘Perseguidos mas no vencidos’, cortometraje documental de Tasio Peña


Por Don Quiterio

  Una cicatriz puede ser la puerta que inventa la piel para retener el alma (la idea es de Coetzee) o la letra que esa misma alma se imagina para escribir su sufrimiento. Es lo que tiene la evocación, que rima.

     El cortometraje documental ‘Perseguidos mas no vencidos’ se antoja todo él una cicatriz. Hay heridas que no terminan de cicatrizar. Los documentales sobre las guerras nunca molestan porque constituyen un recordatorio de los horrores causados por cualquier contienda. Siempre es interesante repasar los aspectos políticos, humanos o económicos de cualquier conflicto bélico.

  Salvo honrosas minorías, la ignorancia histórica de las nuevas generaciones es pavorosa. No es culpa suya, pero la muchachada necesita clases extraordinarias. Los documentales pueden ayudar a impartirlas. Esto es lo que hace el realizador Tasio Peña, conquense de El Provencio afincado en Zaragoza –cosecha del 61-, en ‘Perseguidos mas no vencidos’, una representación de la ausencia en torno a la guerra civil española, tema que ya tocara con anterioridad en otras piezas igualmente valiosas. Ahí están, para corroborarlo, ‘Ejeanas de abril’ (2006), ‘Salomé’ (2008) o ‘José María Arpal, una historia de la guerra civil en Movera’ (2014), que nos remiten al poemario del gran Ángel González: “La guerra ha comenzado, / lejos –nos dicen- y pequeña / -no hay por qué preocuparse-, cubriendo / de cadáveres mínimos distantes territorios, / de crímenes lejanos, de huérfanos pequeños…”.  

  La memoria es un asunto aritmético, una progresión decreciente. Piensen que, si han sido capaces de imponerse con la misma fortuna a la historia y a la biología, los adolescentes de 1936 hoy son ancianos que frisan los cien años. Son los últimos protagonistas de la guerra civil. Cada vez quedan menos. Sus hijos, la generación que escuchó los testimonios directos y creció en hogares marcados de un modo u otro por lo ocurrido, también se han incorporado a la férrea burocracia de la muerte. No hay español que ronde los setenta años y no tenga referencias directas del frente y la represión, del miedo y las bombas, del hambre y del silencio. Se desvanece, pues, la memoria de la guerra. Y Tasio Peña, en ‘Perseguidos mas no vencidos’, lucha contra el olvido.

  Todo un referente del audiovisual en esta tierra nuestra, y desde unos parámetros tan modestos de producción como repletos de talento en el imaginario fílmico, Tasio Peña viene recuperando, con la colaboración de su compañera Ariadna Pascual y a través de su peculiar propuesta Filmo Aragón, películas antiguas de un valor que ya es hora de reconocer, una labor importante en la difusión de la memoria filmada. Ahí está, sin ir más lejos, uno de los testimonios cinematográficos del montañismo aragonés, una película de 1930 en formato original de dieciséis milímetros, de apenas cinco minutos de duración, que refleja las evoluciones sobre el Aneto de varios pioneros de Montañeros de Aragón. Una cinta que Tasio Peña adquiere en un rastro y que aparece unida a tomas sobre la exposición de Barcelona de 1929. Un filme que arranca, en palabras del entendido Alberto Martínez Embid, “en el refugio de La Reclusa para terminar situándose sobre la Cúspide del Pirineo después de cruzar el Portillón y su glaciar Norte, con el plato fuerte de unas exhibiciones sobre los abismos del Puente de Mahoma”.

  Con Filmo Aragón, en efecto, realiza Tasio Peña documentales, reportajes, ficciones, animaciones, vídeos musicales (destacan los dedicados a Quique Artiach) o cabeceras para distintos festivales cinematográficos (suyas son las de las jornadas uncastilleras de cine mudo). Se inicia en 1985 con un par de cortos realizados en el pequeño formato de súper-ocho milímetros, ‘850’  y ‘Zamora Gómez’, siendo miembro fundador de una agrupación integrada por Mariano Bernal, Isidro Pérez, Elena Uruén y Marisa Gaspar. Dos años más tarde empieza a trabajar en vídeo, dado su menor coste y su mayor capacidad para la grabación espontánea de las secuencias.

  En sus trabajos, en los que siempre ha sabido diferenciar entre lo comercial y lo creativo, entre lo industrial y lo artístico, Tasio Peña intenta reflejar la realidad de un mundo basado en la vida de piso, la televisión, la violencia, la música, las relaciones, la amistad, el amor y situaciones límite de las que extrae cierto humor ácido y sangriento. Son los ejemplos de ‘Temperamento’ (1987), ‘Maruja sangrienta’ (1988), ‘Abrasiva’ (1989), ‘Corazón violento’ (1990), ‘Ragazza de mis entrañas’ (1991), ‘Pasiones túrmix’ (1992), ‘Frigocalorías’ (1993), ‘Retrato conyugal con fregona’ (1995) o ‘Los butaneros van al cielo’ (1996). Son, en fin, sus pequeñas “crónicas domésticas”, como así titula un tríptico formado por tres de las piezas anteriores.

  A este cine de ficción se une su gusto por el documental reivindicativo, el didáctico, el etnográfico, el de arte u otros, facetas en la que destacan títulos como ‘Paisaje gitano: Quinta Julieta’ (1987), ‘La romería de la santa cruz’ (1988), ‘Encuentro educación de adultos’ (1989), ‘Fenebus’ (1990), ‘Refugio ADPCA’ (1992), ‘Restauración del retablo de la catedral de Teruel’ (1993), ‘Casas de juventud’ (1993), ‘Almozara: ¿Riberas naturales para todos?’ (1994), ‘Zaragoza imperial’ (1994)… Ya en pleno siglo veintiuno, Tasio Peña codirige con Antonio Tausiet ‘Juguetes animados del cine’ (2003) o con Jesús Lou ‘El olivo de los deseos’ (2005), y su producción no para: ‘Jornadas silenciosas’ (2002), ‘Oliver’ (2004), ‘El mercader de la luz’ (2007), ‘Las comidas del Gallizo’ (2010), ‘Paseando con Canuto’ (2011), ‘¡Pítale al rey!’ (2013), ‘¡Yo soy cromañón!’ (2016), la serie ‘Súper Pelayo’ (2017)… Como ven, la España de Franco, don Pelayo y los reyes Católicos sigue erre que erre.

  Como afirma Armando Serrano, uno de los mayores expertos en cine aragonés (signifique lo que signifique “cine aragonés”), “si algo define a Tasio Peña y a sus películas es posiblemente su particular sentido del humor: es como si en una botella mezcláramos nitroglicerina y un poco de azúcar agitándolo posteriormente”. Al mismo tiempo, ha apostado por la total independencia creativa. Y su cine está plagado de guiños cinéfilos. Y de parodias genéricas. Y se caracteriza, esto es, por un humor sarcástico, mordaz, cáustico. No por ello, desde luego, descuida la factura de sus obras, que se revela llena de intuiciones y de valores fílmicos (ritmo, planificación, montaje).

  Este 2018 lo inicia con ‘Perseguidos mas no vencidos’, un singular documento que recuerda unos hechos acaecidos durante el fascismo español, de cuando represalió a miles de maestros. El cortometraje cuenta la historia de uno de ellos. La sobriedad acompaña sabiamente a la tragedia que se recuerda. La historia de una ilusión y de aquellos que querían hacerla posible fue truncada por la represión que nos hizo volver al viejo sistema educativo que consiguió revertir este proceso y volvió de nuevo a convertir a los ciudadanos en súbditos. La república heredó una inmensa carencia de escuelas y de maestros, un lastre que el sistema educativo español arrastraba desde hacía más de cien años. De los veintitrés millones y medio de habitantes, casi seis no sabían leer ni escribir. La situación en Aragón era tan preocupante como en el resto de la nación española.

  El universo científico y cultural español se entusiasmó con los aires de libertad que venían acompañando el nuevo régimen político republicano. Sin embargo, la victoria de las fuerzas conservadoras dio al traste con este nuevo rumbo. Las consecuencias para la sociedad española fueron nefastas, se retrocedieron decenios en investigación, sistemas pedagógicos, escuelas jurídicas y científicas. La pérdida de cerebros nos sumió en una indigencia intelectual casi absoluta. Una sociedad que no protege a sus talentos, los reprime o no les da campo libre para desarrollarse, queda anclada en el pasado.

  Frente a los discursos de “superar” el pasado, Tasio Peña vuelve a imaginar nuestra sociedad en base a la vulnerabilidad y la pérdida. En base, en efecto, a todo eso que se perdió como consecuencia de la violencia, empezando por reconocer nuestras pérdidas humanas. Y habla de las víctimas que han pasado más desapercibidas. Víctimas anónimas a las que no hemos puesto ni nombre ni rostro. La protagonista de ‘Perseguidos mas no vencidos’ recupera la figura de sus tíos abuelos, de unos antepasados que fueron otros más de la matanza efectuada antes, durante y después de la guerra (in)civil española, por decirlo con Miguel de Unamuno.

  Además de estas pérdidas imperdonables, también perdimos a todos aquellos que tuvieron que dejar España por las amenazas que veían cumplidas en otros. De esas vidas destruidas acaso no solo son responsables aquellos que apretaron el gatillo, sino que esas pérdidas, esas ausencias, esas cicatrices, son nuestras, colectivas. El sufrimiento colectivo. Ausencia y presencia. Pérdida y duelo. Esto es, precisamente, lo que subyace en ‘Perseguidos mas no vencidos’. Las imágenes del documental de Tasio Peña hacen visible la violencia a través de la reproducción del espacio donde se ejecutó. Es la evidencia de aquello que ha desaparecido –la vida humana arrebatada- y la constatación de que los lugares tienen memoria si les otorgamos la narrativa que los explican, que los dotan de significado. Es una invitación a sentir la pérdida y a aceptar que estamos rodeados por los fantasmas de la violencia, como hacía Tasio Peña, precisamente, en sus crónicas domésticas de antaño.

  Muchos, casi todos, ignoraban que danzaban al borde del abismo. Solo unos pocos se dieron cuenta de que la falange estaba a punto de adueñarse de España –y de otras naciones-  y se pusieron a salvo. O lo intentaron. Unos, en México; algunos más, en Estados Unidos; otros, en la vecina Francia. La república dominicana y argentina también fueron países de acogida. Pero la gran mayoría, o los menos avispados, o los de menos recursos, no vivieron para contarlo. La guerra tiene muchas consecuencias derivadas de sus propias características. Si bien la muerte de las personas es la peor de ellas, hay que advertir que el miedo, el odio, el hambre, la miseria, la destrucción, la represión, la persecución o la pérdida de libertad son otras. Y es natural intentar huir de ellas.

  Los hubo, también, quienes pastelearon con el nuevo régimen o se adhirieron siquiera tibiamente a la causa para arrepentirse amargamente cuando ya era muy tarde. Todos, de una forma u otra, fueron víctimas. Si nos fijamos bien, lo dijo muy bien el mentado Unamuno en varios de sus textos, caracterizados casi todos por su riqueza discursiva, y aún por su belleza literaria, a pesar de su extraña adhesión en los inicios del levantamiento nacional.  De hecho, al mismo tiempo que Tasio Peña ejecuta su relato fílmico en Zaragoza, José Luis Gómez ha llevado recientemente a los escenarios madrileños ‘Venceréis pero no convenceréis’, donde trata de descifrar el complejo pensamiento unamuniano en relación a los acontecimientos políticos que marcaron el inicio de la guerra civil.

  Sea como fuere, el caos y la tragedia quedaron acallados por el franquismo. Con el paso del tiempo nos damos cuenta de que el silencio ha sido, en realidad, lo más doloroso. Y tendemos a perder la memoria y a desatender los recuerdos. El tiempo erosiona realidades e instaura olvidos. La memoria, no hace falta decirlo, debe estar viva. Sin oratorias. Sin adornos. Sin artificios. Sin palabras huecas. O fáciles. La manera de mantener viva la memoria es contando la historia. La memoria, como narración del recuerdo, nos debe hacer recordar, efectivamente, que hay olvidos imperdonables y evocaciones gratuitas. Cuando ahora tanto se habla de libertades, de democracia, de derechos humanos y de la defensa de las ideas, acaso es necesario escuchar el legado de una vida vivida.

  Y, así, la protagonista de ‘Perseguidos mas no vencidos’ quiere dar cuenta de su dolor íntimo y sufrimiento de sobrina nieta, toda una denuncia al franquismo. Y es eficaz al hacerlo, porque Tasio Peña le ofrece una pantalla que vehicula la comunicación del espectador con otra historia biográfica de la guerra civil, necesaria e importante, didáctica y amena, que trata de honrar a los que murieron y a todos aquellos que se quedaron para llorarlos. Con justicia. Sin venganza. Una pieza que se presenta de modo personal entre la verdad fílmica (la eficacia y emoción con la que un hecho llega al espectador) y la verdad biográfica (el respeto que suscita ese sufrimiento). Unos hechos trágicos que, por sí solos, son de calado. Y de dimensión narrativa. Unos dramas familiares de los que es el momento que los descendientes cuenten cómo han vivido los silencios y la pesada herencia de aquella guerra cainita de 1936.

  ‘Perseguidos mas no vencidos’ utiliza las imágenes en movimiento de archivo, las fotografías de época, la animación, el epistolario, los carteles de lucha, la pantalla mixta y así. Tasio Peña nos cuenta cómo influyó el cruento conflicto bélico español en el grupo familiar de María Escuder Benedicto, quien va narrando todo un penoso proceso y de cómo el levantamiento fascista les sorprendió en Orrios, mientras regentaban una tienda de ultramarinos. Y va explicando un encadenado de encarcelamientos (en Teruel, en Zaragoza, en Talavera de la Reina, en Cáceres), atracos, sabotajes, interrogatorios, lecturas de sentencias, hacinamientos en las celdas… Atención a esa escena del baile en la plaza del pueblo, con música de pasodoble popular, inmediatamente después de que unos lugareños fueran fusilados.

  La sobrina nieta alude a sus familiares en unas elegantes escenas de su despacho particular, con esos pequeños y sinuosos travelling recorriendo la mesa, los libros, los papeles varios. Y va haciendo un recorrido por aquellos tristes acontecimientos, haciendo referencia a los vencedores paseándose por las callejuelas rurales, a esa bandera republicana escondida en un baúl, a los desaparecidos, a los campos de concentración, a las milicias, a la guardia civil, a los falangistas, a los comunistas, a los chivatos, a los enemigos de la iglesia, a los consejos de guerra, a los tribunales militares, a los expedientes de depuración, a la muerte del dictador, a la amnistía… También tienen cabida, a lo largo de este engranaje, los municipios de Abisuela, de Bañón, de Lidón, de Castelserás, de Rillo, de Villalba Alta, de Hospitalet de Llobregat…

  El montaje de Paco Pérez y Ariadna Pascual, la música de Jason Shaw y la voz en off de Gonzalo de Ena Márquez de la Mata, tan sobria, tan austera, ayudan al buen acabado de ‘Perseguidos mas no vencidos’, cuyo título se refiere a la inscripción de un escudo. La piel, recuerden, puede ser el escudo del alma. También el alma se imagina para escribir su sufrimiento. Queda la cicatriz. Y la poesía fílmica de Tasio Peña.

Artículos relacionados :