Abanico de certámenes aragoneses


Por Don Quiterio 

  El número de certámenes cinematográficos en Aragón es apreciable y, la mayoría, con mayor o menor sufrimiento, han logrado capear la crisis. Pero el principal escollo es lograr un perfil propio.

    Eso no significa tener tal o cual especialización, más bien que, al margen de la misma, se plantee un programa con una filosofía propia. Desde sus comienzos, es lo que ha ocurrido con la muestra del cine de los derechos humanos que coordina desde Zaragoza Luis Antonio Alarcón. En su decimocuarta edición se han visto documentales sobre la explotación sexual, el tráfico ilegal de órganos, la situación de los refugiados sirios, el genocidio de Indonesia, las políticas migratorias o los supervivientes de los campos de concentración nazis. El abanico de coproducciones (‘Nacido en Siria’, de Hernán Zin; ‘La mirada del silencio’, de Joshua Oppenheimer; ‘Aflicción’, de Peter Casaer), películas de Francia (‘Mujeres y hombres’, de Frédérique Bedos; ‘Simone Veil’, de David Teboul; ‘Kady, la buena vida’, de Claude Mouriéras; ‘En nuestras manos’, de Mariana Otero), de Yemen (‘Diez años y divorciada’, de Khadija Al Salami), de Estados Unidos (‘Arenas de silencio’, de Chelo Álvarez-Stehle’), de Canadá (‘Cosecha humana’, de Leon Lee), de España (‘Tarajal’, de Artigas, Ortega y Serra; ‘Bolingo’, de Alejandro Salgado) o de esta tierra nuestra (‘Los chicos de mañana’, de Javier Moreno y Mariano Mayayo; ‘Boko Haram’ y ‘Tú, siéntate’, ambas de Judith Prat) han servido para mostrar la panorámica de un mundo basado en el miedo al otro, en el enfrentamiento constante y la ignorancia. El mundo que imaginamos no es un reflejo necesariamente de la realidad.

  La decimosegunda muestra oscense de cine realizado por mujeres ha proyectado cuarenta películas, entre cortos, largos y documentales, como espacio para poner una piedra en el camino de la igualdad y reflexionar sobre las realidades sociales. La artista oscense Susana Abad ha sido la encargada de elaborar el cartel de una edición con obras de directoras aragonesas como Rosa Gimeno (‘Un sueño breve’, cortometraje experimental verdaderamente original), Cristina Vilches, Paloma Canónica, Judith Prat o Laura Clavería. Entre las películas programadas hay que destacar las relacionadas con la memoria histórica (‘Lo que permanece’), las violaciones que sufren las mujeres (‘Arenas de silencio’), los saharauis (‘La Güera’), el cambio climático (‘Mañana’), el sexo en la discapacidad (‘Dora y la revolución sexual’), la prostitución (‘La puerta abierta’) o la libertad de las mujeres palestinas en Israel (‘Entre dos mundos’). El conjunto de la muestra fue disperso, pues había de todo, como en botica: películas buenas, películas malas y películas regulares. En cualquier caso, el que esto escribe no se considera, maldita sea, feminista, porque no admite esta pomposa declaración que implica subrepticiamente una admisión de jerarquía. Nunca he creído que el espíritu tenga órganos sexuales. Como tampoco creo que la diferencia en los órganos sexuales caracterice una diferencia más allá de lo funcional. Es elemental comprobarlo. Pero un sexo resulta, al menos por ahora, inválido fundamentalmente sin el sexo alternativo.

  También cumple doce años Zinentiendo, la muestra internacional de cine lésbico, gay, transexual, bisexual, queer e intersexual celebrada en Zaragoza, en su idea de dar visibilidad a la diversidad de tendencias afectivas y sexuales. Un certamen organizado por el colectivo Towanda y coordinado por Víctor Solano que ofrece este año veinte cortometrajes, nueve largos y diez documentales de distintas nacionalidades, entre ellos ‘Julie’, ‘Clímax’, ‘Porque no’, ‘En la azotea’, ‘Real boy’, ‘La segunda primera cita’, ‘En aften’, ‘Nasser’, ‘Trouser bar’, ‘Kittens’, ‘Golden golden’, ‘Todavía la noche’, ‘Betty’, ‘Women who kill’, ‘La ballena más solitaria del mundo’, ‘Viva’, ‘About Ray’, ‘Jesús’, ‘Bar Bahar’, ‘The closet’, ‘Mario, kike y David’, ‘Thèo y Hugo’, ‘As cores das ruas’, ‘Mi refugio’, ‘Los objetos amorosos’, ‘Por un beso’ o ‘Grávida’. Pero los títulos más sobresalientes de esta muestra recaen en ‘Kiki’, de Sara Jordenö, que habla del empoderamiento de los cuerpos con unos personajes de todas las tendencias que viven a través de la danza vogue; ‘Arreta’, dirigido al alimón por María Zafra y Raquel Marqués, centrado igualmente en los cuerpos y en los cambios que los atraviesan, en la enfermedad y la muerte como parte de la vida, en torno a una mujer que, después de vivir con un cáncer de mama, toma la decisión de reconstruir su organismo con un tatuaje, un proceso con el que busca apoderarse en su cuerpo transexual, y, por último, la película de la realizadora chilena Pepa San Martín ‘Rara’, la historia de una chica de trece años que experimenta muchos cambios en su organismo y se tiene que enfrentar a una nueva familia encabezada por su madre y su novia, seguida de su padre y su esposa.

  El certamen de cortometrajes Cine y Salud ha cumplido quince años y ha premiado los proyectos de varios institutos o centros de Zaragoza, Alcorisa o Andorra, como el Damián Forment, el Pedro de Luna, el Gloria Fuertes, el Laín Entralgo, el Segundo de Chomón o el San Pablo. Títulos como ‘Todos menos Miguel’, ‘Cuidando el cuerpo’, ‘Brillo en la mirada’, ‘Piensa bien y te aceptarás’, ‘Punto de desencuentro’ o ‘True colors’, del que hago un aparte en esta sección, dan fe de un festival que tiene por objeto tratar la promoción de la prevención de los problemas más relevantes en la adolescencia, fomentar la mirada crítica -y la responsabilidad personal- y potenciar la creación de mensajes saludables. Un programa con el propósito, esto es, de dar herramientas a los jóvenes para mejorar su desarrollo social y proporcionar información sobre cuestiones como el alcohol, el tabaco, las drogas, la sexualidad o la salud emocional. También han sido galardonados las actrices Elena Rivera y Silvia Pérez Cruz, los productores y realizadores Javier Estella, José Manuel Fandos y Javier Macipe, y el educador Enrique Martínez Salanova.

  También han cumplido quince años los premios Espiello, en la localidad oscense de Boltaña, dentro del festival internacional de documental etnográfico Sobrarbe. El premio mayor ha ido a parar al antropólogo jerezano Miguel Ángel Rosales por ‘Gurumbé, canciones de tu memoria negra’, el relato de la trata de esclavos en el sur de España y la correspondiente influencia africana sobre el flamenco y otros aspectos de la cultura popular andaluza. Han sido galardonados, asimismo, el ruso Ivan Golovnev por ‘Strana Udehe’, el belga Olivier Jourdain por ‘El agua sagrada’, la suiza Ramona Sonderegger por ‘Extended family’, la española Clara Calvet por ‘Tejiendo relatos’ o los también nacionales Migueltxo Molina y Pablo Iraburu por ‘Muros’. Menos suerte tuvieron las producciones aragonesas ‘La conjunción de lo posible’, de Miguel Ángel Ortiz, y ‘Desmontando a la muerte’, de Germán Roda, que se fueron de vacío. Finalmente, el director de fotografía Juan Mariné obtuvo la Siñal Mayestros del festival y, en la gala de clausura, el cineasta Fernando Trueba recogió, de manos de Enrique Campo, presidente de la comarca del Sobrarbe, y de Berta Fernández, diputada provincial, la Siñal d’or. Y no hubo, que yo se sepa, ningún boicot. Bendita sea.

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