La investidura de Sánchez (II) / Mariano Berges


Por Mariano Berges
Profesor de Filosofía

      En este asunto de la Investidura hay que explicitar en qué momento escribes este artículo, pues los acontecimientos se suceden vertiginosamente.

    Pues bien, este artículo lo escribo el martes 14 de noviembre, recién registrada en el Congreso la Ley de Amnistía a la que le he hecho una rápida lectura.

    Desde el artículo anterior se han concretado muchas cosas. La fundamental es que hay pacto de Sánchez con siete partidos, y que alcanzan un número de 179 diputados, lo que le otorga una holgada mayoría absoluta parlamentaria. Por lo tanto, Sánchez, con la concesión de una amnistía a favor de los independentistas catalanes, será elegido presidente de gobierno.

   Aunque el acuerdo-pacto se centre fundamentalmente en la ley de amnistía, contiene otros aspectos de tipo económico y concesiones nacionalistas que posiblemente sean más importantes que la propia amnistía, aunque sean menos espectaculares en la discusión pública. El morbo de la cárcel tiene mucha cancha. Pero quizás el principio de igualdad de todos los españoles se quiebre más por estos segundos aspectos que por la amnistía.

   Parece claro que ha habido dos personajes que han ocupado el espacio central de esta negociación: Sánchez y Puigdemont. Ambos perseguían para cada uno de ellos un objetivo fundamental, si no único: el primero, revalidar su presidencia de gobierno, y el segundo, volver a casa y a la actividad política, sin siquiera haber sido juzgado. Este doble objetivo ha estado envuelto en una parafernalia escénica y con un suspense mediático digno de mejor causa. ¡Y cómo nos gusta a los españoles este derbi futbolístico de izquierda y derecha! Un posible gobierno de izquierdas (y de extrema izquierda, dirá la derecha) frente a un gobierno de derechas y de extrema derecha (no hace falta que lo diga nadie más). Hay que recordar que, según el mandato constitucional, lo que votan los ciudadanos en unas elecciones generales es la composición del Parlamento, pero el gobierno lo elige una mayoría parlamentaria. Por eso, Feijóo no lo consiguió, porque no obtuvo esa mayoría parlamentaria. Y, sin embargo, Sánchez sí que lo va a conseguir porque ha sabido configurar esa mayoría parlamentaria.  ¿A qué precio? Esa es la cuestión.

   Hasta aquí los hechos. Y a partir de aquí el relato y la atmósfera, desde las manifestaciones callejeras ante las sedes del partido socialista, comandadas por Vox y seguidas por el PP, hasta todo tipo de manifestaciones y opiniones, argumentadas unas y descalificatorias otras (“dictadura de Sánchez”, “golpe de estado”, “principio del fin de la democracia” …).

    Mi opinión (como me ha recordado algún lector, yo no informo, sino que opino. Efectivamente. Gracias por la aclaración.) parte de un principio: todo lo que ha hecho Sánchez desde las elecciones del 23 de julio es formalmente correcto y legítimo. Y, como he dicho anteriormente, las opiniones de todo tipo son válidas siempre que sean argumentadas y no apriorísticas y con poca validez política objetiva por mucho que arenguen a las masas y se pronuncien desde tribunas importantes.  Y, sobre todo, hay algo que debería pensarse muy sosegadamente, si la amnistía es eficaz políticamente para una mejor convivencia entre los españoles y para un principio de solución de la cuestión catalana, o, por el contrario, dará alas al independentismo, no lo sabremos ahora sino dentro de un cierto tiempo. El tiempo cambia la perspectiva. Mejor historiador que profeta.

   Está claro que la apuesta de Sánchez es muy arriesgada. Y me cabe la duda de si pesa más es el interés personal o el general. Da la impresión de que Sánchez se ha quedado con el primero, revalidar su presidencia, y les ha dejado a los indepes el triunfo del relato, que el tiempo dirá si es algo más que relato. También los nacionalistas catalanes tendrán que convencer a sus votantes si, aparte de la amnistía, hay alguna ganancia concreta que conduzca a la independencia que les prometieron.

   Nos encontramos, pues, con dos dimensiones muy distintas, el relato, tan favorable a los independentistas, y el contenido del pacto, que lleva implícita la investidura de Sánchez. Pero quedan todavía muchos flecos que aclarar. En primer lugar, la propia ley de amnistía, desconocida hasta su misma entrada en el Congreso. Y cuando la conozcamos a fondo seguirá habiendo una encendida polémica que zanjará el Tribunal Constitucional. Hasta entonces, un poco más de sosiego no vendría mal.

    Y posteriormente quedan los aspectos de tipo económico y de tipo nacionalista, que habrá que ver su concreción más adelante. Así mismo, habrá que analizar en profundidad el comportamiento público de la derecha, si PP y Vox son lo mismo o el PP se despega de Vox claramente. Esta cuestión también es muy importante para el futuro de la democracia española.

    ¡Ah! Hay un asunto muy curioso: solo hablamos del pacto PSOE-Junts, cuando ha habido otros muchos pactos simultáneamente, con Sumar, ERC, PNV, CC y BNG. He ahí la gran victoria de Puigdemont.

Publicado en El Periódico de Aragón

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