Por Max Alonso
No es porque sea la editorial que edita la mayor parte de mis libros, sino de la que más libros leo.
No porque naciera en Astorga, sino porque está atenta, como ninguna a lo que puede considerarse cultura leonesa, sin estúpidos nacionalismos excluyentes, no como los que ahora dominan, sino generadores e integradores. Mirando al origen común de una tierra secular, que nacida de la mano del reino de Asturias, supo engendrar a Castilla y, con Aragón, a lo que conocemos como España.
De un reino que alumbró el parlamentarismo en Europa, puerta de la democracia, allá por el siglo XII y antes de que apareciera en Inglaterra, como lo ha reconocido la UNESCO, aunque el reino inglés, con la ayuda de algunos pazguatos españoles, supo llevarse la fama. La misma tierra, que, en las aledañas de Palencia, alumbró la municipalidad, tres siglos antes, en el IX, en Brañosera. De la misma Palencia, que, en su escuela, de la pulcra y sorprendente catedral, se alumbró lo que en Salamanca se convertiría en la primera universidad española, allá por el siglo XIII.
Es de esa editorial, con esos orígenes, ‘Lobo Sapiens’, de la que estoy hablando y lo que he dicho hay que decirlo para entender el peso específico que la misma tiene, con el fondo editorial que mantiene, año tras año, con sus raíces en el pasado. Un pasado como el reino de León, con tan buena y excepcional tierra, como la de buen huerto, para poder hacer germinar la buena cosecha de sus muchos frutos.
Una editorial de esta envergadura puede sospecharse obra de un buen equipo. La realidad es que es de un hombre solo, que es mucho hombre, José Antonio Martínez Reñones. Es verdad que su espíritu tiene mucha fuerza con su esencia leonesa, que le sale por los poros y se manifiesta en todas sus obras. Las que edita, las que escribe y las que alumbra. Natural de Santibáñez de la Isla, pueblo tan especial, que ha celebrado ya el 75 aniversario de su cooperativa, decana y pionera, que además define la esencia de su genuina razón de ser.
El espíritu cooperativista de Santibáñez imprime carácter. No solo por el jardín botánico con el que se inicia el pueblo, una forma más de cooperativismo, sino por la operación Renacimiento Leonés, que han montado, en plan cooperativo, es decir, con muchos empujando en la misma dirección. Les ha llevado a comprar al obispado la antigua casa parroquial, convertida en una moderna casa rural, y que acoja actividades culturales y sociales, con las que se beneficie todo el pueblo.
El lobo se alimenta de carne, el alimento más elevado de la cadena trófica por sus energías nutrientes, por lo que la especie está amenazada. Actúa para sobrevivir. Los lobos de mar son los marineros más experimentados y, los de una camada, mantienen el interés comunal, en una relación cordial. Cazan de día y de noche por su olfato y porque poseen una especial visión. Se diferencian de coyote y chacales y de los simples perros, por su hocico y su mayor capacidad craneal. Respetados y venerados y los que no saben los odian. Hay que entenderles como lo hacía Felix Rodríguez de la Fuente, que lideró varias manadas de lobos y consiguió que hasta se modificara la ley para preservarlos y ahora se ven reinstalados, para disfrutarlo.
Protagonistas en la mitología griega, que los consagró a Apolo. En la romana que Rómulo y Remo fueron alimentadas por una loba. En la nórdica, que raspan con su hocico el cielo y la tierra…Está estudiado que los alfa no son líderes en el sentido de los humanos. No dan órdenes a los otros, sino que tienen mayor libertad para elegir a donde ir y lo que hay que hacer y el resto les siguen porque así encuentran lo que no encontraban. Así es José Antonio Martínez Reñones, al frente de todo, como guía y luminaria. El verdadero homo, que está tras el lobo. Lobo alfa, que camina solo, por delante, guiando y aunando a toda la manada. Que la conduce, para perseguir la caza y unida conseguirla. Sapiens, sapientísimo, que a todo llega y todo lo salva, que todo puede y todo lo gana… Si quieres saber cómo, asómate y mira, que es el ‘Lobo Sapiens’.