Los nuevos amos de los nuevos esclavos / María Dubón


Por María Dubón
https://mariadubon.wordpress.com/

   Regreso a casa. Son las nueve de la noche pasadas. Tres repartidores de Deliveroo pasan a mi lado con sus bicis. Entiendo que en la sociedad acelerada en que vivimos haya gente que deba recurrir al comercio online o a la comida a domicilio por falta de tiempo.

   Aunque ello implique que tengamos que trabajar más para permitirnos estos servicios. Debemos trabajar más para ganar dinero que nos permita pagar servicios que nos ayuden a ahorrar el tiempo que no tenemos porque estamos trabajando. ¡Demencial!

   Parece que actualmente el negocio se hace vendiendo tiempo libre. Por eso existen Amazon, robots que barren o te preparan un cocido madrileño en dos minutos, buscadores de la mejor tarifa de viajes… Métodos para ahorrar tiempo y esfuerzo. Tiempo que el ciudadano puede dedicar a no hacer nada o a lo que quiera.

   Estos servicios que nos facilitan la vida aportan además una agradable sensación de control. Pasamos el día sometidos: a un horario, a un jefe, a los políticos… Y, para compensar, cambiamos de bando, al de controladores que siguen mediante geolocalización la ruta de su pedido, que toman decisiones eligiendo los ingredientes de la pizza que recibirán minutos después de apretar un botón…

   El espejismo está servido. Porque para qué nos vamos a engañar, ni mi vida es más sencilla, ni dispongo de más tiempo de ocio, ni soy más feliz, ni nada de nada.

   Desde que el mundo es mundo han existido amos y esclavos, personas que dedican su vida a realizar trabajos onerosos para que otros disfruten de su estatus privilegiado. Los esclavos realizaban todas las tareas inherentes a la vida cotidiana: comprar, guisar, limpiar… Ahora los esclavos pueden contratar los servicios de los «subesclavos» para que nos traigan una hamburguesa a casa o una medicina. Es la ley implacable del crecimiento perpetuo. Un vasallaje en el que todos somos a la vez amos y esclavos.

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