El asiento de Claudette


Por Esmeralda Royo

       ¿Quién fué la primera persona negra que se negó a ceder el asiento del autobús a una persona blanca?

   Si estás pensando en Rosa Parks, has de saber que no es así. En realidad todo comenzó nueve meses antes de que Rosa Parks, mujer comprometida y valiente, pasara a la historia.

El 2 de marzo de 1955, Claudette Colvin, de 15 años y natural de Montgomery (Alabama), estaba particularmente contenta.  Su madre le Iba a comprar zapatos nuevos, así que, como los negros tenían prohibido probárselos, había dibujado la silueta de sus pies en un papel para tener la talla exacta.

                        – Mamá, ¿podrían ser rojos?, imploró

                        – ¿Zapatos rojos para ir a la Iglesia?, contestó su madre.  No quiero imaginar lo que pensara el reverendo King si te ve aparecer en la Iglesia con unos zapatos rojos.  Claudette, por Dios, tienes que ser más prudente.

 

            Cuando su madre sacaba a relucir al reverendo, la discusión estaba zanjada.  Martin Luther King, que oficiaba a tres manzanas de su casa y que, gracias a Claudette, estaba a punto de hacerse un lugar entre los hombres más amados y odiados de EE UU, era la referencia inamovible a cualquier cuestión que se planteara en casa.

 

       También era un buen día porque tocaba una asignatura que solo se daba en las escuelas segregadas: Historia Afroamericana. Los blancos se lo perdían, pensaba Claudette. No sabrían quién fue Hjarriet Tubman que, tras escapar de la esclavitud, tejió una red conocida como “el ferrocarril subterraneo”, para liberar esclavos. Tampoco conocerían a Sojourner Truth, que en el siglo XIX fue la primera en ganar un juicio a un hombre blanco para recuperar a su hijo.

 

     Tras terminar las clases, ella y cuatro compañeras subieron al autobús para regresar a casa.  Estaba casi vacío, así que pudieron elegir asiento.  Mientras iba hablando con sus amigas, el autobús se fue llenanndo y oyeron gritar al conductor:

                        – Eh, vosotras, levantaos. ¿ No veis que hay gente de pie?

 

     No se habían dado cuenta de que una joven blanca, que no había protestado, estaba en el pasillo del autobús. Las tres acompañantes de Claudette se levantaron pero ésta no pudo. Las manos de Hjarriet Tubman y Sojourner Truth la empujaban para mantenerse sentada.  ¿Para qué servía que te enseñaran Historia Afroamericana y el orgullo de aprenderla, si cuando ni siquiera habías recogido el libro, tenías que dejar el asiento del autobús a una mujer blanca, joven y sin problemas de movilidad?, pensó. 

    El conductor siguió su camino hasta ver una patrulla policial.

                        – Por Dios, Claudette, levántate, le dijo Joanna, su mejor amiga.

                        – No puedo, contestó.

 

    Los dos policías subieron al autobús, la agarraron por los  brazos y la esposaron.  En menos de 30 minutos se encontraba en una carcel de adultos donde despertó del sueño al oir el click de las llaves cerrando la enorme puerta de la celda y ver lo que ésta contenía: un inodoro roto y una cama sin colchón.

                        – Aquí sí puedes sentarte, Claudette. Nadie va a quitarte el asiento, le gritó el oficial entre chanzas.

 

     Tres horas más tarde, su madre y el reverendo la rescataron del miedo que minuto a minuto se iba apoderando de ella. “Has hecho lo correcto”, le dijo King. Su madre, como no podía ser de otra forma, asintió.

 

     Pero en Montgomery (Alabama) nada eran tan sencillo.  Durante días su padre y los vecinos hicieron guardia. armados hasta los dientes, porque los hombres del capirote blanco y aficionados a quemar cruces, amenazaron con incendiar el barrio.

     La Asociacion Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP), con su secretaria al frente, Rosa Parks, se implicó en la defensa de Claudete, pero entonces tuvo lugar un hecho que llevaría a ésta al olvido y la marginación. Se quedó embarazada de un hombre casado y mayor.  Desconocemos, aunque podemos imaginarlo, la repercusión que tuvo para el hombre casado y mayor haber dejado embarazada a una menor, pero sí sabemos qué le pasó a la adolescente: acoso dentro y fuera del colegio.

     Su simbólico plante no desató ninguna revolución.  La NAACP  y los líderes afroamerícanos no confiaron en que pudiera ser la imagen del movimiento y la cara de la resistencia a la segregación.   Eligieron a otra mujer para hacerlo.  A la adulta, prudente, amable y, sobre todo, soltera no embarazada, Rosa Parks, que además aglutinaba el apoyo de la clase media. Nueve meses después, Parks, hizo exactamente lo mismo que Claudette: negarse a ceder su asiento en el autobús. Y salió bien. 40,000 pasajeros, liderados por Luther King y acompañados en todo momento por la voz de Mahalia Jackson,  hicieron boicot a los autobuses de Montgomery durante 381 días, llevando a la quiebra a la compañía.

    Claudette Colvin no era una muchacha problemática y atolondrada como se quiso hacer creer.  Simplemente había comprendido a la perfección lo que su profesora enseñaba: “No, no sois iguales a los blancos, porque tampoco hay un blanco igual a otro. Simplemente debeís aspirar a lo mismo: ser felices, equivocaros, caer y levantaros”. Y eso hizo.

     El sol y el viento de Montgomery se le hicieron irrespirables porque, si bien el boicot a la compañía de autobuses había salido bien y hubo una sentencia que prohibía la segregación en el transporte de la ciudad, las cruces seguían ardiendo y los cuerpos de los hombres negros (las extrañas frutas a las que cantaba Biillie Holiday) seguían colgando de los árboles.  No quería ser símbolo de causa alguna. Es más, apoyó a Rosa Parks, a Martin Luther King y a la NAACP en todo momento, pero la ciudad se le quedó pequeña y decidió marcharse a Nueva York.  Ella solo quería ser enfermera y que nadie la juzgara por ser una madre soltera. Ambas cosas las consiguió y no le importó ser la olvidada en una causa que convirtió a Rosa Parks en un icono y a Martin Luther King en el hombre que tuvo un sueño.

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