Julia Dorado. Capacidad para el trabajo y audacia con ojos de miel.


Por Cristina Beltrán

    Mucho se ha hablado sobre esta prolífica artista, ha tocado casi todos los palos y me enamoran sus coloridos ambientes, aunque sus obras sobre papel en las técnicas de linóleo, litografía y grabado en blanco y negro tienen unas calidades muy potentes.

    Una escribe sobre quien quiere, sin la pretensión de una cualificada articulista o la formación de una experimentada escritora y queda pequeñita ante maestras de esta envergadura, no obstante el valor de este texto es el que yo le quiera dar y la importancia de la elegida no tiene dudas ni sospechas de legitimidad, así que con el permiso de quienes han ejercido crítica de su obra y han escrito sobre la artista Julia Dorado, ahí va para mi admirada esta honesta reseña.

    Quedamos  una invernal y ventilada mañana solariega acompañadas por su inseparable Pablo, que siempre se esfuerza en quedar en un segundo plano para dar protagonismo a la artista. Julia transmite vitalidad en su voz, detrás de su figura menuda no hay edad ni obstáculos. Paseamos en las inmediaciones de la antigua Estación del Norte recordando el ajetreo que tuvo el barrio y los enlaces ferroviarios, de lo antiguo solamente queda la bonita fachada del Centro Cívico, pero no hay nostalgia.

    Nace en Zaragoza el 1 de septiembre de 1941 y a los catorce años ya comienza sus estudios en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Zaragoza. Abrumada ante el extenso y exuberante camino recorrido será difícil resolver en pocas líneas la experiencia atesorada.  Meter la tijera a un extenso curriculumvitae ha sido difícil y ahí va: Desde 1955 cursa en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Zaragoza las materias de un completo plan de estudios: dibujo, vaciado, modelado e Historia del Arte, en las que recibe varios premios extraordinarios. En 1961 decide cursar los estudios superiores en Barcelona, se matricula en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge y acaba los estudios con la obtención del título en 1965. Ha comenzado ya a exponer su obra personal, de carácter informalista, que comienza a ser conocida en 1963 y es invitada a incorporarse al «Grupo Zaragoza», en cuyas actividades participa como componente desde la primera exposición de 1963 hasta la disolución del grupo. En 1965 presenta en la sala Dante Alighieri de Zaragoza su primera exposición individual y comienza a trabajar el grabado en linóleo.

    En 1966 vive varios meses en París, donde estudia la pintura europea contemporánea, y se traslada luego a Barcelona donde se dedica durante tres años a la litografía, linóleo y grabado calcográfico en la Sección de Artes Suntuarias del Libro de la Escuela de Artes y Oficios. En ella colabora en varias ediciones especiales con grabados y litografías. En 1968 recibe la tercera medalla en el Salón Nacional del Grabado, convocado como «Homenaje a Goya». En 1969 vuelve a Zaragoza y en 1978 trabaja varios meses en Estados Unidos. En 1979 y 1980 realiza una larga serie de exposiciones en Francia con escultores y pintores europeos, invitada por la ADCA. En enero de 1982 se traslada a Italia y reside en Parma hasta noviembre de 1985, en que vuelve a Zaragoza. Aquí colabora en la revista ANDALÁN con portadas e ilustraciones, y con la revista TURIA y sigue exponiendo activamente. En octubre de 1988 se traslada a Bruselas, donde reside 24 años. En 1998 se titula en Bruselas en técnicas de la imagen, especialidad de serigrafía, por la Escuela de Artes de Ixelles. En octubre de 2012 deja Bruselas y se traslada a Zaragoza. Ha realizado más de cincuenta exposiciones individuales y participado en múltiples colectivas. Hay obra suya en colecciones de instituciones públicas y privadas y en colecciones particulares en España, Francia, Bélgica, Italia y Estados Unidos. Recibió en 2012 el premio Aragón Goya por toda su trayectoria y en 2016 el Premio Búho de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro por su relación con la obra impresa y en 2020 el Premio a las Artes de la Fundación José Antonio Labordeta.

     Julia me comenta que ahora pintar, lo que se dice pintar, pinta poco, está seleccionando y dejando a un lado, también destruyendo.

     Creo que hay que tener una capacidad de autocrítica voraz y sincera para poder destruir su propia obra. Lo normal es pintar sobre ella, aprovechar texturas, cosa que ha hecho en otras etapas, aprovechando obras que ya no le decían lo que quiso expresar, ha dado otro sentido a la obra para darle, como ella dice, una nueva oportunidad….en fin, demuestra una valentía inmisericorde consigo misma que es difícil de llevar a cabo.

    Una etapa de su vida de la que se siente especialmente orgullosa es desde mitad de los años 90 al 2005, los cinco años de Bruselas realizando serigrafías  fueron muy satisfactorios, aprender las disciplinas con la dificultad de las pantallas para los colores y hacer monotipos le divertía. Con un matiz importante: no podía pintar, si no hubiera roto con la serigrafía y el trabajo de estampación sobre papel no habría podido seguir pintando, lo dejó ahí y nació un trabajo nuevo y que la llevaba hacia adelante “siempre como pintora grabadora, y no a la inversa”.

    Nada en su experiencia es desechable, todo ha servido, el tema hablando superficialmente es pasárselo bien, lo cierto es que es un trabajo denso y de búsqueda continua, aunque para ella la pintura es la parte más sana. Racional, equilibrada y no patológica.

    Para pintar solía ponerse música de Jazz, después vendría la música caribeña, ahí no la ha influido nadie,le gusta la música y se la pone para trabajar.

    Pinta y al acabar un proyecto o una serie de trabajos con un objetivo o programa concreto viene otra parte no menos divertida, pensar en los títulos frente a las obras, se lo pasa bien buscando significados que a ella le evocan, pero que a nosotras pueden decirnos otra historia que nada tenga que ver, así es la pintura, así es su pintura.                                  

   La fuerza de la evocación en sus obras nos presenta una nebulosa a donde adentrarnos a lugares donde no existe el tiempo de reloj, situándonos en un constante presente delicado y etéreo.

  Su condición femenina le ha pesado y le ha restado lamentablemente, como a muchas otras artistas, esta condición de género la ha sufrido para formar parte de colecciones y en instituciones, con galeristas y frente a propios compañeros, alguna vez escuchó: “pintas como nosotros, con un par de cojones…” o a la hora de la firma, en fin…una catástrofe, pero ella siempre decidió pintar libremente sin importar ser mujer u hombre.

   El panorama actual artístico y cultural no le satisface, las nuevas generaciones están más por lo rápido, no tiene la percepción de una investigación exhaustiva, van hacia historias como cuentos, ilustración o temas más superficiales en el mundo de la pintura especialmente, aunque no se puede generalizar le aburre bastante lo actual, tiene la sensación e que prima la ocurrencia y piensa que estamos en otra etapa.

     Ante el planteamiento que le hago de ¿qué le resulta emocionante?, últimamente las personas mayores que se dedican al arte plástico vienen a contestarme más o menos lo mismo, evidentemente la madurez y la repetición en la respuesta nos indica que los valores van cambiando con los años porque para Julia lo emocionante ahora mismo es viajar, cocinar y estar con las amistades, lo cercano como disfrute y lujo dentro de la suerte que tenemos de vivir por estos lares.

    Leer la emociona, especialmente leer a quien escribe como si estuvieras hablando en una conversación con ella.

    No tiene grandes proyectos, pero sí le gustaría recibir una llamada para redescubrirla, por ejemplo hace muy poco la llamaron de la Universidad de Sevilla, hay un grupo de mujeres que están recogiendo entrevistas de mujeres artistas mayores de 70/75 años pintoras plásticas, están haciendo un interesante archivo sonoro desde hace unos años, y resulta interesante dejar constancia de su trabajo y de su trayectoria.

    Para pasar los días tiene un rincón preferido, que no es que sea un rincón, sino todo un camino con su entorno que la relajan y le encantan, se trata de los paseos por el Canal Imperial de Aragón. Las conversaciones sabrosas suelen ser compartidas con sus amistades del ámbito de la educación, personas a las que les gusta la política y en los últimos años ha ampliado sus encuentros con artistas, tampoco quiere perderse ninguna quedada con sus compañeras y compañeros de la escuela de artes, siguen quedando y se lo pasan muy bien.

     Julia Dorado, siempre ha sido una artista cercana, hemos hablado con naturalidad, creo que no necesita impostar, va a donde le apetece y siempre le queda algo por hacer, sé que es muy influenciable porque se ilusiona enseguida por todo y se deja llevar por la pasión en todo lo que acomete, esto sirve para darle la misma importancia a un gran proyecto expositivo que a la colaboración en un libro con la presencia de veintisiete personas, afortunadamente Pablo con su templanza espera a que le reposen las ideas y caminan tranquilos hacia donde la vida los lleva. La tranquila vitalidad no les falta y la transmiten. Julia inquieta y fresca, siempre creativa, no sabe de la monotonía y tu paleta cromática no va a parar de pintar tus realidades sutiles, esas que tú vives y  adonde  nadie, nadie puede penetrar.

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