Curiosidades en pueblos con encanto


Por Eduardo Viñuales

     Realizando la guía de “Pueblos con encanto de Aragón” (Sua Ediciones) he visto coquetos rincones urbanos, he contemplado bellos monumentos… y he conocido algunas curiosidades fantásticas. Os cuento tres de ellas para cuando pase el coronavirus y salgáis de nuevo de viaje.

Eduardo Viñuales
Escritor Naturalista

http://www.asafona.es/blog/?page_id=1036

En las afueras de Godojos (Zaragoza), donde halla el Castillo de los Señores –del siglo XIII y actualmente de propiedad privada de un noble italiano que lo ha puesto en venta- nos encontraremos con un paraje concreto llamado “El Eco”, situado en el camino de la Cuesta a Alhama de Aragón.

   Se trata de un lugar que ya en el siglo XVII nombraba el viajero Juan Bautista Labaña. Y que más de tres siglos después no está señalizado turísticamente, aunque el sitio sí que cuenta con un pequeño mojón de piedras y con una disimulada cruz inscrita en la roca caliza que los lugareños bien conocen. De hecho, antiguamente, cuando venían visitas de fuera del pueblo, éste era un punto atractivo que había que enseñarles a los forasteros. Pero ¿qué sucede allí, frente a esos almendros y a un campo de futbol, al noroeste de la localidad? Pues que si se da una voz en alto desde dicho paraje, el eco devuelve la voz –el sonido, el grito- unos segundos más tarde con total nitidez. Pero no sólo se repite el final, sino que lo hace hasta con 6 ó 7 palabras, con frases casi completas. Se cuenta que la frase más usada era: “Eco. ¿Has comido sopas? ¿Con cucharilla o con tenedor?”. Y que la respuesta era la misma pregunta, como si alguien la formulara de nuevo desde Godojos. Una vez más “el culpable” de esta curiosidad parece residir en el Castillo de los Señores. Porque aquí todo va y todo vuelve a él, a esa pared tan lisa de la Torre donde los sonidos chocan y rebotan sin contaminación auditiva alguna.

 

 

      En otra localidad del sur de Aragón, en Puertomingalvo (Teruel) -en los confines de la Sierra de Gúdar- pude toparme con el famoso cuervo blanco que forma parte de las leyendas de población, y que tras su muerte está disecado y expuesto en una vitrina del Centro de Interpretación de los Castillos. Sabido por todos es que ver un mirlo blanco es cosa harto difícil, pero encontrarse en el monte con un cuervo albino salvaje, aún lo debe ser más. El caso es que en el año 1987 los vecinos de Puertomingalvo localizaron por los bosques y campos de las inmediaciones, muy cerca de las masías y las torres, a un cuervo blanco que pronto se hizo famoso. Los periódicos regionales recogieron el curioso caso. Y poco después la noticia saltaba a los periódicos de tirada nacional e incluso protagonizaba las noticias de Televisión Española. El escritor Antón Castro recogió en uno de sus escritos sobre el Maestrazgo la leyenda de que los masoveros más ancianos de esta zona de Teruel recordaban desde su niñez haber visto alguna vez una de estas raras aves que en lugar de ser negras eran de blanco plumaje, como la nieve, y que se distinguían por tener un vuelo mucho más elegante de lo normal. Que era un ser sobrenatural que podría aparecer cada año bisiesto. Para algunos su avistamiento podía ser un mal augurio, pero para la gran mayoría era una señal de buena suerte. Las crónicas del momento afirmaban que el animal era muy apreciado por todos los vecinos de las masías próximas a la villa, quienes lo respetaron y lo querían procurando no hacerles ningún mal a estos pájaros que son una verdadera joya de la naturaleza.

    No quería dejar pasar por alto en esta sección naturalista de “El pollo urbano” la existencia en Torla (Huesca) de una casa infanzona que fue hace más de un siglo la hospedería preferida para los primeros pirineístas y montañeros que vinieron a conocer, describir y contemplar el valle de Ordesa, mucho antes de su protección como Parque Nacional. Me estoy refiriendo a la llamada “Casa Viu”. Aunque hoy no se puede visitar por dentro, debemos saber que por aquí transitaron y se hospedaron grandes personajes de las montañas pirenaicas como Lucien Briet, Alfred Tonellé, Charles Packe, Lequeutre, Brulle, Bazillac, Franz Schrader… o el conde Saint-Saud, quien dijo que era “vestigio de una época de relativo esplendor, pues la casa tiene el sello de la antigüedad”. Fotografiada por Ricardo Compairé o por Zerkowich –tanto en su patio como en el comedor o en las estancias interiores-, el edificio civil sería protagonista de antiguas postales en blanco y negro. Más tarde se convirtió en parador y en restaurante. El principal cantor del valle de Ordesa, el citado francés Briet, explicaba: “Con aspecto de morada señorial, la Casa Víu siempre produce una profunda impresión entre los que no conocen España. Es una cosa nueva para ellos”. E incluso se cuenta que el parisino que tanto amó el Cañón del Arazas tomó aquí su última fotografía de estos valles, el 27 de octubre de 1911. Situada en la parte alta del pueblo, Casa Víu fue a finales del siglo XVI una suerte de castillo residencial, y luego iría creciendo en espacio para las personas, los criados y, en las bordas anexas, los animales. En el año 2003 la casa vivió una exquisita reforma, muy cuidada, que le ha devuelto con gusto ese brillo que el tiempo desgasta y que nos permite augurarle una larga vida montañesa a esta casa y a sus moradores.

   Bueno, pues todo esto y muchas más historias, anécdotas y curiosidades las encontraréis en cualquiera de los 30 pueblos que he elegido para dar cuerpo a mi último trabajo editorial, el cual os servirá para salir de nuevo de viaje, al campo, a la Naturaleza y al mundo rural aragonés, cuando por fin pase esta situación de crisis sanitaria creada por el famoso y maldito coronavirus.

   Más información en el libro “Aragón. Pueblos con encanto y rutas por sus alrededores. Sua Ediziones. Bilbao, 2019. 179 págs. https://sua.eus/es/libros/pueblos-con-encanto-de-aragon-cultura-historia-etnografia-y-excursionismo/