Por Liberata
A LA LIRICA
Ayúdame a evadirme de la pena
que me busca, me cerca, me acuchilla;
líbrame de este yugo que me humilla
tan obstinadamente, que me ordena
doblar tan a menudo la rodilla
ante tanto dominio, y me condena
a sentirme a cualquier ventura ajena
y ofrecer al castigo la mejilla.
Déjame con mi mesa, con mi silla,
mi pluma y mi intuición por compañera;
con mi ventana abierta al universo
y el corazón vagando por la orilla
de esta marisma ardiente y placentera
en que cada emoción se torna verso.
PUEBLOS
Siempre me han atraído esos caminos
apenas transitados, esos huertos,
la libertad que brindan los abiertos
espacios, el aroma de los pinos…
Los pájaros cantores, cuyos trinos
alegran el lugar con sus conciertos,
los rebaños guiados por expertos
pastores, la amistad de los vecinos…
Los tímidos arroyos cristalinos,
los cementerios en que los cipreses
custodian el reposo de los muertos.
Y las torres que otean los desiertos
desde iglesias en que los feligreses
encomiendan al Santo sus destinos.