¡Toribio, saca la lengua!


Por Javier Barreiro

     Esta frase se hizo popular en España a partir de 1907, fecha de la comercialización de este juguete, consistente en una pelota de goma con rasgos humanos que, al apretarla, sacaba una gran lengua roja.

     Los vendedores callejeros lo voceaban así y el pregón en seguida fue adoptado por la lengua popular.

        En dicho año Carlos Miranda publicó en la pionera Biblioteca de Monos ¡Toribio saca la lengua! o La periodista[1]. Este escritor firma también la primera mención periodística que del dicho he encontrado: “La musa ‘golfa’»[2]. Durante todo el año la frase aparecerá con frecuencia en la prensa y también se menciona un par de veces en dos obras del género chico: la exitosa revista cómico-lírica, Cinematógrafo nacional, estrenada en el madrileño teatro Apolo, el 20 de mayo de 1907 y en el más olvidado entremés lírico, Tupinamba, que se estrenó en el teatro Cómico doce días antes. Todavía en 1910 apareció un semanario en Málaga con el nombre de Toribio, cuya cabeza y gran lengua aparecía en portada (V. ilustración final). Se mantuvo al menos durante doce semanas.


   Muy pronto este objeto, convenientemente accionado, se convirtió en leit-motiv de uno de los números más famosos de las cupletistas de su tiempo, como se comprueba en las tarjetas postales que nos presentan a las artistas con el juguetillo en la mano sacando su sicalíptica lengua. Las connotaciones eróticas de la acción propiciaban la excitación del público. Lo cantaron, al menos, tres de las reinas del cuplé de su tiempo: la Fornarina, la Chelito y una todavía poco conocida Raquel Meller que, en 1908, lo entonaba en el Teatro de la Encomienda. En la tarjeta postal reproducida de la Bella Chelito, se consigna la letra de una de los cuplés de don Toribio: Una joven me dice / ruborizada / que la tiene bastante / desarrollada / y la saca y la mete / con tales artes / que gran éxito alcanza / por todas partes.


     El inventor de este chisme fue Toribio Casas, nacido en 1873, artesano ubicado en la Ribera de Curtidores, que, hacia 1907, como se dijo, fabricó el muñeco al que dio su propio nombre. Don Toribio no sólo inventaba sino que, vestido con un fez y llamativos atuendos que captaban la atención del público, pregonaba, con el llamado de marras, su juguete, que se hizo tan famoso que, en su mejor momento, llegó hasta el centenar el número de vendedores que pregonaba el producto, que, por otra parte, pronto fue falsificado.  

      En 1935 Toribio proseguía su labor pero ahora haciendo figuritas de belenes. Ojalá que la inmediata batallita no le supusiera ningún paseo.

     Ha habido elucubraciones que vinculaban la frase con otras historias pero el nombre del inventor despeja cualquier duda. Por otro lado, “Toribio” también era una forma de referirse a los maridos consentidos, lo que daba un matiz cómico al asunto.

El blog del autor: https://javierbarreiro.wordpress.com/

[1] Madrid, Establecimiento Tipográfico El Trabajo-Biblioteca de Monos nº 11.

[2] Nuevo Mundo, 23-3-1907.

Artículos relacionados :