Historias de Sánchez, de alimañero a jefe de la USMC (III)

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Por D.S.

Han sido muchos los lectores polleros y seguidores de facebook y twitter que me han pedido que publicara en orden cronológico estos humildes hechos de mi vida que me han llevado de comenzar como un simple alimañero a convertirme en el orgulloso jefe de la Unidad Secreta de Matacochinos primero del Ayuntamiento de Zaragoza y luego, finalmente, del Gobierno de Aragón. Aquí continúa  pues, la tercera  entrega …
El jabalí gigante

Recién llegado de Honduras pasé por Remolinos para ver a mi amigo David, el falso peluquero de Hitler y antes de llegar a su casa me topé con un jabalí gigante al que tuve que dar muerte porque me dijo con grandes gruñidos que el asunto estaba establecido entre él o yo. No pude avisar a nadie y antes de que el atontao del «Imperdible» supiera lo que pasaba y hubiera buscado un argumento para editar otro mierdilibro, preferí matarlo y que no fuera un problema para los niños de esa ribera de la Comarca. Sí, es cierto que lo mate en Remolains pero ¿y qué más da?…Prefiero haberlo matado allí que haber tenido que leer mañana en el Heraldo que ese jabalí se había comido al falso peluquero de Adolfo Hitler. Porque aunque el falso peluquero de Adolfo os intente engañar, yo conozco su verdad. Por eso nadie le editará el libro. Y es por eso que busca desesperadamente en la ribera que se lo coma un jabalí….¡Quiere ser un mártir jabalino!…..Pero te estamos vigilando, atontao….

El asesino de las Cinco Villas

Amigos, ha sido terrible. Mientras estaba viendo por la televisión como el sosainas del alcalde de Jaca (¿de dónde habrá salido este señor?) le nombraba hijo adoptivo de la villa a Domingo B., me llamó Antonio Suárez para avisarme de que la policía de montaña de Aragón (PMA) había localizado a un peligroso «cochino jabalí» merodeando por la cordillera del Bolaso en Ejea y que podía correr peligro el secretario general del Psoe aragonés, Javier Lambán, que a la sazón estaba pasando el fin de semana en la capital de las Cinco Villas. Me fui al frente de una Unidad Secreta de Mata Cochinos (USMC) y seguimos el rastro de cerdo asesino.

La cosa se complicó porque una célula de incendiarios críticos del Partido Popular (según me informaron) le había pegado fuego a la Sierra del Bolaso unas semanas antes con lo cual se complico el seguimiento del animal.

Por fin y luego de un exhaustivo análisis de la situación y ayudados por un GPS térmico del que nos ha dotado la consejería del camarada Antonio Suárez (probablemente el mejor consejero que haya tenido Aragón en materia policiaca de jabalíes) procedimos a colocar estratégicamente los bocadillos de chorizo.

El asesino, de unos 500 kilos de peso, cayó abatido de una certera puñalada que le di con mi cuchillo finlandés cuando apenas había comenzado a morder un bocadillo-cebo de chorizo de Pamplona. Informado Antonio del suceso me felicitó por teléfono, cosa que le agradecí porque son pocos los consejeros que tratan con afecto a las tropas especializadas que estamos a sus órdenes. Gracias, Antonio por tus felicitaciones. ¡Siempre a tus órdenes, a las de Aragón, a las de España, a las del mundo y a las de Dios!

El aniquilador de los trufales

Tras la última feria celebrada en Sarrión (Teruel) el pasado Diciembre, los truferos se mostraron muy preocupados y le trasladaron sus cuitas al consejero Lobón: ni más ni menos que se había detectado una piara de jabalíes que estaba destrozando incontables explotaciones truferas. Esta piara de más de treinta individuos estaba formada por varias madres con sus jabalines, 9 o 10 “bermejos” (jóvenes machos de un año) y 5 o 6 viejos ejemplares conocidos como “macarenos” con sus correspondientes escuderos.

Técnicos de la consejería de Agricultura se pusieron en contacto con nuestra empresa, firmamos el encargo y nos pusimos en marcha camino de los entornos de las fuentes de la Abricuesta, el Enebro y el Cautivo en las faldas de la sierra de Javalambre que eran los lugares donde había sido avistada últimamente.

De todos es sabido que las piaras son grupos matriarcales y para poder desarticularlos es necesario eliminar a la jabalina jefa. Después de observar sus movimientos, pusimos la trampa a base de varios bocadillos de chorizo picante de León en los bordes de una vereda por donde la hembra Alfa se desplazaba al amanecer para beber.

En cuanto olisqueó el chorizo del bocadillo, avanzó al trote hasta llegar a él y comenzó a morderlo, momento que aproveché para asestarle una certera cuchillada con mi machete finlandés. Cargamos en nuestro Land Rover a la pesada hembra, calculamos que pesaría unos 250 kilos en bruto, y seguimos al acecho. Al cabo de un buen rato, cuando la manada constató que la jefa no regresaba, comenzaron a hozar y gruñir nerviosos y al atardecer se dispersaron en pequeños grupos: la manada había sido desbaratada.

Por la noche fuimos agasajados por los cultivadores agradecidos por nuestra labor, con una singular trufa de dos kilos de peso. Otra misión cumplida.

(Continuará)

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