Editorial

    Los resultados de las pasadas elecciones no han podido ser más demoledores. El Partido Socialista ha caído 2.200.000 votos por debajo del Partido Popular que ha obtenido 8 millones y medio de sufragios.

     Los analistas políticos han salido a la palestra y los responsables de las campañas socialistas se esconden como conejos y son algunos jefes-los menos- los que han de de salir al ventanuco para hacer un ligero amago de autocrítica. Así en una excelente entrevista que Natalia Asín le hace al expresidente de la DPZ, Javier Lamban, y respondiendo a la pregunta: “¿Qué ha fallado en Aragón?”, responde: “La permanencia en el poder, sin demasiado acoso inteligente de la oposición, nos ha acomodado demasiado. A veces hemos incurrido en actitudes entre autosuficientes y soberbias….

…..Hemos contemplado el paro más como un fenómeno estadístico que como un drama de muchas familias; deberíamos haber estado más atentos a lo que está ocurriendo en la sociedad real. Ante la magnitud de la derrota, hay que revisar prácticamente todo, revaluar nuestra gestión en las instituciones para encontrar que, seguro, hemos cometido errores”.

    Mes a mes, desde El Pollo Urbano no hemos dejado de denunciar esas autosuficiencias y soberbias.

   Al parecer, de nada nos ha servido. Cuando están en el machito, también se creen eternos y que los medios que no estamos agachando la cerviz frente a sus criterios sólo somos enviados del Maligno para aguarles las resacas de su fiesta continua. Y lo peor de todo es que los que han perdido el sillón (¡pobrecitos!) no han perdido la bolsa. Unos se van como parados de lujo, otros regresan a sus puestos en la Administración con el contador corrido y algunos pluses de más y , los menos, serán cobijados en los múltiples cados que se han ido creando para “cuando llegue el Invierno y haya que tener pasto fresco para las ovejas”. Del mal, el menos. Nada que ver pues, con los miles de ciudadanos que cuando ocurre una debacle en sus empresas solo tienen sus manos para acariciarse el culo y el sexo.

   Y eso no es justo. Por eso ahora, en este interín que acaece desde que los unos se van y los otros llegan, desde aquí pediríamos un poco de sentido común, un poco de justicia y un mejor reparto del vino y las costillas ya que cuando toca apoquinar la farra, ahí si que se nos arrea sin conmiseración ¡Que Dios nos escuche! Y si no, ya lo saben: tarde o temprano, sangre y fuego.